DANA
El Sirio, el torero que vive (de milagro) para contar la DANA: «La riada me llevaba, salí del coche y me agarré a las ventanas»
El toreo se vuelca en ayudar a las zonas afectadas: Jesús Duque, retirado de los ruedos hace un mes, asegura que volvería por un festival, Luis Blázquez lanza un grito desesperado: «Gobierno mentiroso. Nos estamos dejando la vida»
El Sirio, el torero venido de Alepo: «¿Estás loco? ¿Cómo vas a torear? ¡Ni que hubieses nacido en Sevilla!»
Cadena de fallos
![El banderillero Luis Blázquez (a la derecha, con guantes, mascarilla y chaleco) empuja un coche en una de las zonas afectadas de Sedaví](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/11/03/luis-RazYVXvBkxhnrqjOvtELgsO-1200x840@diario_abc.jpg)
«La vida nos regala primeras veces, pero también nos enfrenta a las últimas». Así comenzaba la carta de despedida de Jesús Duque, que anunciaba hace apenas tres semanas su retirada de los ruedos. Un arranque con verdades que hoy acongojan. Más de doscientas ... personas, con sus primeras veces (y sin ellas), se enfrentaron a la hora final por la terrible DANA de Valencia, la cornada más devastadora en la piel de toro, con una sucesión de fallos. «Ha sido la mayor catástrofe. Cuando vino la pandemia parecía que no podía venir algo peor y esto lo ha superado», dice a ABC Duque, a quien el mortal capítulo pilló en su empresa familiar dedicada al hierro y situada en Utiel. «Gracias a Dios, está en lo alto del polígono industrial y no le afectó, pero hay naves más abajo que han sufrido daños tremendos. Hay gente a la que aprecias que ha perdido absolutamente todo. Está siendo muy duro». Se inundó la casa de su hermano, pero nada comparado con las muertes: «Al final, lo material no tiene mucho valor cuando lo comparas con lo personal; perder a un ser querido supera todas las fronteras del dolor». Y las de la cruel soledad. Porque solos se han sentido, rodeados de cadáveres entre fango y escombros, entre barro y saqueos de quienes no merecen el perdón. «Que Dios los perdone, yo no», se oía en las calles. Y sigue el torero de Requena: «Los robos a quienes han perdido todo nos muestran lo peor del ser humano, pero por suerte también se ha visto la parte más solidaria, con la gente volcada».
Cuando hablamos de soledad, se refiere al Gobierno: «La gente se ha sentido completamente sola, porque aunque toda ayuda es buena y bienvenida, quien debe ayudar es el Gobierno. Me parece absurdo que cuando otros países quieren arrimar el hombro se les niegue desde las altas esferas». Y sigue su lamento, que es el de todos sus vecinos: «Lo que más se ha echado en falta es que el Gobierno no apoyara al 200% cuando sí lo hace con catástrofes fuera de España, que tardan segundos. Aquí hay que dejarse de izquierdas y derechas, de centros. Aquí ha ocurrido una desgracia que afecta a miles de familias».
No pasa por alto la visita de Don Felipe y Doña Letizia y su trébol de dignidad, sensibilidad y humanidad: «Creo que la torpeza de los Reyes ha sido ir con estos dos (en alusión a Pedro Sánchez y Carlos Mazón), pues la Casa Real se ofreció desde el principio. Ahora los demás parece que quieren echarse las culpas de unos y otros. Aquí hay que tirar de corazón». Y de ese latido valenciano tiraría el matador de Requena, recién retirado de los ruedos, pero dispuesto a reaparecer si se organiza un festival benéfico. «Los toreros, históricamente, hemos mostrado nuestra solidaridad y, si hay que arrimar el hombro, lo arrimaré».
Uno de los más implicados es el banderillero Luis Blázquez, muy activo en las redes sociales: «Y quieren hacer creer que tenemos ayuda. Mentirosos. Gobierno mentiroso. Nos estamos dejando la vida», es su grito desesperado en Sedaví mientras mueve un coche de una de las calles afectadas.
Día a día arrima el hombro también Hazem Al-Masri, el banderillero venido de Alepo y bautizado en España como Alejandro 'El Sirio'. Desde 2019 vive en Algemesí y trabaja en una granja porcina. Vive en un primer piso con su mujer y su bebé, de seis meses, su mayor preocupación en estas jornadas. Tienen preparado el petate imprescindible por si tuvieran que evacuar al piso de más arriba de algún vecino. Ayer mismo, tras el clarín rojo que llegó a los móviles y el miedo a que el agua creciese de nuevo, tenían todo listo por si acaso. El Sirio relata el calvario de las gentes, imágenes dantescas, con gente con las manos vacías, como esculturas de barro en movimiento. Sin nada más. «Hay familias que se han quedado no solo sin coches, sin luz, sin neveras, sin lavadoras, sino que no tienen ni ropa interior». Es una realidad que el torero de Siria, tan castigada por los seísmos, vive para contar tras la aterradora gota fría en España. De milagro. Porque Hazem fue uno de los tantos que intentó salvar su coche, pero que abandonó a tiempo para recorrer quinientos metros agarrado a las rejas de las ventanas hasta encontrarse a salvo en 45 minutos eternos. «Tuve que salir por la ventanilla porque me llevaba la riada. Me la jugué estúpidamente, pero pude ser uno de ellos, uno de tantos muertos. Me libré porque Dios lo ha querido». En cuestión de segundos cambió el paisaje de todo lo que conocían sus ojos. Pero El Sirio pudo abrazarse de nuevo a su mujer y su hija, que hoy cuenta con todo lo necesario. «La respuesta de las personas ha sido generosísima, tenemos pañales, potitos, leche... De todo», dice.
Dice que desde hace algo más de 24 horas nota la presencia de más efectivos. «Han entrado convoyes del ejército y bomberos». Y se refiere a la ayuda de los vecinos: «Todo el mundo trabaja codo con codo. Hemos limpiado cuatro veces la calle y aún hay un palmo de fango». A El Sirio no le gusta hablar de él, pero ABC sabe que se ha volcado con todos sus vecinos y que, gracias a su maña y esfuerzo, muchos han recuperado la luz y funciona la bomba de agua de su bloque. Aunque suene como un tractor. Cuenta que «todo se está llenando de basura y Sanidad nos alerta de que nos pongamos guantes y mascarillas». Y para su pequeña, por recomendación médica, hierve al máximo el agua para luego enfriarla y así poder bañarla. El Sirio no abandonará Algemesí ni la granjas de cerdos cercanas en las que pelea y trabaja para que funcionen los generadores y cuidar a los animales. El duermevela de estas noches es más inmenso que el de cualquier tarde de toros. Devastador parte de guerra.
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