ENTREVISTA
Tomás Rufo: «Los toreros somos los que más lloramos»
Aunque no le gusta quejarse, una severa lesión le ha hecho vivir un calvario: «A veces estaba insoportable. Pensaba que era hasta bipolar, porque un día era el más feliz del mundo y al día siguiente no quería que me hablasen ni mis padres»
Después de su triunfo en Valencia, apuesta con un doble gesto para matar dos corridas de Victorino: «Para ser figura hay que salirse también de los encastes habituales»

Tomás Rufo cruza a pie la puerta grande que atravesó hace apenas unas horas. «Ojalá pudiese volver hoy», dice. Y lo cierto es que el toledano cogió la sustitución de la segunda tarde de José María Manzanares, aunque la corrida de este martes tuvo que ... suspenderse por la lluvia.
—¿Qué se le viene a la mente al pisar de nuevo este escenario?
—Unos recuerdos preciosos y muy recientes. Valencia se me resistía: he tenido tardes importantes antes, pero me faltaba ese golpe encima de la mesa. Y ya llegó. Aunque siempre se puede estar mejor, creo que es el comienzo de algo bonito en esta plaza.
—Desde el tendido se vio a un torero más maduro y, sobre todo, una serie al natural que fue la cumbre de su faena. ¿Ese es el toreo que busca?
—Siempre busco la excelencia. Me gusta mucho torear con la mano izquierda, pero soy consciente de que es muy difícil, sobre todo en una plaza de primera. Creo que con ese toro primero lo conseguí. La gente lo cantó, se puso de acuerdo y empujó para que yo saliera a hombros. Esa faena me va a dar mucha moral a mí y creo que también al aficionado, pues Tomás Rufo va a volver a ocupar el puesto que a lo mejor en un tiempo anterior tuve.
—¿La clave del triunfo?
—La ambición, la ganas y el querer triunfar sí o sí.
—Su puerta grande tuvo aún más repercusión por la presencia de la máxima figura y los tendidos llenos.
—Torear con con Roca Rey para mí es un privilegio. Es la máxima figura del toreo y es donde saco mi mejor versión. Me gusta competir, soy un torero competitivo y el aficionado demanda competencia
—Honestamente, ¿prefería la salida a hombros solo o la foto con Roca Rey?
—Hombre, a mí me gusta salir solo a hombros, pero porque se centra el protagonismo en uno en uno solo. Pero está claro que siempre salir al lado de una máxima figura del toreo es muy importante y da mucha categoría. Es decir, saliendo yo a hombros, hubiese estado igual de contento.
—Gracias a ese cartel de 'No hay billetes', muchos de los que vinieron a ver a Roca se encontraron también con usted.
—Soy consciente de que fue una oportunidad muy buena, un escaparate extraordinario. El papel acabado, la televisión... En tardes así, no puedo permitirme fallar.
—En el callejón se le vio mucha complicidad con Florito. ¿Qué le aporta el mayoral de Las Ventas?
—Mucha tranquilidad. Me ayudó muchísimo en mis comienzos y sigue todavía muy presente en mi carrera. Es un hombre clave. Como me conoce tanto, es la persona que, cuando me tiene que apretar, me aprieta. El lunes se me acercó varias veces y me dijo: «Es hoy sí o sí, hay que apretar» Así que de rodillas, a la puerta de chiqueros...
—Manuel Benítez le preguntó a su hijo Julio si estaba dispuesto a morir para ser torero. ¿Hasta dónde está dispuesto usted?
—Siempre he dicho que esto es mi vida y estoy dispuesto a todo por conseguir mis metas. No me importa pagar cualquier peaje.
—¿Cómo fue el cambio de apoderamiento?
—Estuve varios años con la casa Lozano, con Luis Manuel y con Pablo, y la verdad es que fenomenal, muy contento y agradecido. Me he hecho matador de toros con ellos y hemos conseguido muchas cosas, pero creo que era el momento del cambio y surgió. Víctor (Zabala, gerente de Madrid y Valencia) me propuso cosas y un planteamiento de temporada que me gustaron. Uno no sabe si acierta o se equivoca hasta que no da el paso. Y yo creo que he acertado; estoy muy a gusto y estoy feliz. Hemos empezado con muy buen pie en una plaza de primera. Tengo una temporada bonita y un poco diferente a las temporadas anteriores.
—Se habla de un doble gesto con victorinos. ¿Está cerrado?
—Sí. Llevaba tiempo con ganas de salirme un poco de lo más habitual. Lógicamente, estando en estas ferias, con estas ganaderías y estos carteles, pero demostrando al aficionado que soy capaz de matar cualquier tipo de corridas. Después de darle muchas vueltas, decidimos matar un par de corridas de toros de Victorino, una en Dax y otra en Valladolid.
—Decía el viejo Victorino que no se podía llegar a figura sin haber matado una de la A coronada.
—El otro día estuvimos tentando allí y Victorino me decía que para ser figura del toreo había que matar diferentes encastes. Al final, una figura tiene que estar por encima del toro que le pongan, sea de Juan Pedro o de Victorino. Estoy muy feliz de abrirme un poco y de tomar esta decisión.
—Se le nota ilusionado, pero viene de arrastrar una severa lesión. ¿Ha sido duro?
—Ha sido durillo, pero no me gusta quejarme. Las cosas vienen como vienen. Arrastraba la lesión desde la pasada temporada, pero ya este invierno el cuerpo me dijo que hasta aquí. No era capaz ni de ducharme yo solo. Cuando volví a coger los trastos, no podía. El primer día de campo fui a Jandilla. Estaba completamente cojo y Borja Domecq me decía: «Yo no te veo». Y yo le decía: «Es normal, si no me veo ni yo». Pero luego ha sido una recuperación milagrosa; a lo mejor, no estoy al cien por cien, pero sí muy cerca. El trabajo de los profesionales ha sido fantástico. Les debo todo. Con la disciplina que me ponían los fisios, he podido llegar a este punto. Me han enseñado unos hábitos que no tenía.Mi equipo tiene que estar muy encima mío antes de la corrida para descargarme la rodilla, trabajarla y calentarla para evitar una recaída.
—Algunos toreros dicen que antes de torear no quieren ver a nadie y que el carácter brota a la mínima. ¿Con una lesión se vuelve uno más, digamos, 'insoportable'?
—Yo estaba insoportable. Por momentos, pensaba que era hasta bipolar porque un día era el más feliz del mundo, veía que iba avanzando, y al día siguiente no quería que me hablasen ni mis padres. Era algo raro, porque un día me levantaba con el pie izquierdo y decía: «No llego». Y ya estaba todo el día cabreado porque lo que quería era recuperarme y torear. Entonces, si ves que no llegas, ya se te viene un poco el mundo encima, y ya me fastidió bastante no estar en Valdemorillo. Valencia no me la podía perder por nada del mundo.
—¿Ha necesitado ayuda psicológica?
—No, gracias a Dios, no. Me considero una persona muy fuerte mentalmente y, simplemente, conectar con mi gente cercana y mi familia me vale. Yo me desahogo, digo lo que pienso y si alguno me tiene que decir algo, pues me lo dicen y ya está, ¿no?
—¿Lo toreros lloran?
—Yo creo que los toreros somos los que más lloramos. Por muchos motivos, por rabia, porque no salen las cosas, porque hay ciertos momentos en que estás más sensible. Y por más cosas que no sabría explicar, pero sí, yo he llorado y lloraré. No me importa. Cuando tienes un triunfo importante, te acuerdas mucho de lo que has pasado, de la gente que te ha ayudado, de la que ya no está, pero que siento conmigo y que sé que me ayudan. Y me emociono.
—¿De quién se acordó primero cuando obtuvo la oreja que le aupaba a hombros?
—De mi padre, que es el que lucha conmigo día a día; de mi apoderado, de mis amigos. De Floro, que estaba el tío feliz. Ellos luchan conmigo también en el día a día, no solo el de la corrida. A lo mejor hay gente que no sabe que llevamos preparándonos todo un año para una corrida, con muchos viajes, mucho campo, mucho esfuerzo económico para comprar toros y matarlos a puerta cerrada. Como cada uno lo pasa, nadie lo sabe. Pero el esfuerzo da sus frutos.
—Su mano más elogiada es la zurda, la de los los billetes. ¿Se vive bien o se sobrevive en el toreo?
—Yo no hago nada más que torear y vivo bien. Cuando uno es capaz de hacerle cosas importantes al toro, puede vivir de ello y muy bien.
—¿Otras aficiones?
—Me gusta mucho la caza, es mi vía de escape, un hobby que me encanta. Intento pasármelo lo mejor posible.
—¿Caprichoso?
—Sí, me gustan mucho los coches, me gusta todo lo caro. Me gusta venir vestido a una plaza de toros como Dios manda y para eso hay que ir para el toro... Los toreros, además de serlo, han de parecerlo. Yo no sé qué gusto tendré, pero, fuera del toro, soy un tío normal y, sobre todo, clásico. Por eso nunca me he hecho un vestido con bordados ni colores raros.
—¿Y en la escuela (en la no taurina) cómo era Tomás?
—Estudié hasta Bachillerato y a regañadientes. Decidí dedicarme al toro. Mi madre, que es profesora, intentó por activa y por pasiva que estudiase una carrera, pero imposible.
—¿Y las notas?
—Eran mejores en la escuela taurina...
—¿Ha visto 'Tardes de soledad'?
—Quiero ir a verla esta semana. Hasta ahora me ha sido imposible con la preparación. No me he movido del campo. Hay que agradecer a Roca que se haya prestado a hacer una película para que la gente vea cómo somos los toreros, personas normales que sufrimos, con puntos muy arriba, con puntos muy abajo, y que nos jugamos la vida de verdad. Aquí un toro te puede coger y sabe Dios lo que puede pasar. Yo se lo agradezco personalmente a Serra y Roca porque creo que la gente va a abrir un poco los ojos y se va a dar cuenta de que aquí no hay mentiras.
—Los galardones a esta película han sido una bofetada al ministro de Cultura. ¿Qué le parecen la decisiones del señor Urtasun?
—Si digo lo que pienso, lo mismo me denuncian. No tiene ni pies ni cabeza, la verdad. El día que entregaron el premio Nacional de Tauromaquia, Andrés (Roca Rey) dijo algo así como «ministro, aquí estamos». Y aquí estamos. No nos vamos a dejar ganar la pelea y creo que su decisión ha tenido un efecto rebote. Ahora todavía tenemos mucho más partidarios, la gente se ha puesto mucho más a favor; gente famosa que no daba la cara ahora se quita la máscara y dice: «Aquí estoy» Y eso es lo que tenemos que hacer, estamos en un mundo libre. Yo creo que ahora están interesando los toros más que nunca.
—¿Se puede llegar a figura habiendo nacido en Pepino?
—Espero que sí. Mi pueblo es muy taurino. Y espero y deseo que Pepino pueda tener una figura del toreo.
—¿Algún contacto en su familia con el toreo?
—Bueno, lo más cercano es que mi padre es carnicero y recogía los toros de las plazas de toros.Yo lo acompañaba, pero a mí lo que me gustaba era jugar al fútbol, como al 95% de los niños de hoy en día. Me empezó a picar el gusanillo y con 14 años toreé una becerrita en una fiesta y dije: «Jo, esto a mí me gusta, voy a probar». Y me apunté a la escuela de Toledo sin haber cogido un capote en mi vida.
—¿Y ahora qué?
—Voy a intentar por todos los medios posicionarme de verdad, que no se pueda dar una feria sin mi nombre, es decir, que se tenga que contar conmigo. Ahora me toca a mí tirar para delante.
—Cuenta con el respaldo de la principal empresa, la de Las Ventas, y el que dicen que manda más en los toros, Florito. ¿Es imposible ir por el camino independiente?
—No creo que sea difícil. Al final, cuando una persona en la plaza sale con decisión y y triunfa, no quedan más narices a la a las empresas que contratarlo. Tú terminas siendo el dueño de tu carrera. Está claro que primero tienes que tener las oportunidades y no dejarlas escapar. El que tiene la última palabra soy yo con la muleta y la espada.
—Estamos en la tierra castigada por la dana. ¿Cómo ha visto el trato del Gobierno a los afectados?
—A lo mejor me meto en un charco que no debo, pero no muy bien, creo que ha ido la cosa muy tarde y muy despacio. Esta gente necesitaba ayuda pronto y de verdad.
—Han llegado antes los festivales taurinos que algunas ayudas...
—Se ha visto la parte solidaria de este mundo del toro, como el que organiza en mayo Manzanares. Todo lo que se haga por esta gente que ha salido tan perjudicada es poco.
Durante la entrevista, en una de las nayas de la plaza de toros (cómo no, está lloviendo), se encuentra presente Hugo, el hijo adolescente de nuestro compañero Mikel Ponce. Le preguntamos al torero cómo animaría al chaval a ir a los toros.
—Yo animo a todos los jóvenes a que vengan a las plazas de toros porque es una experiencia única. Creo que ahora estamos atravesando un momento en el que la juventud va mucho a los toros y ojalá que esto siga. Para eso también creo que es importante que sigan saliendo toreros jóvenes y que ese público joven se sienta un poco identificado con nosotros.
Hugo lo mira fijamente y le lanza la última pregunta:
—¿Pasa miedo?
—Yo paso mucho miedo antes de antes de salir a la plaza, pues uno tiene muchas dudas, no sabe si va a ser capaz de estar bien, de estar a la altura; no sabes si tus compañeros te van a avasallar. Pero luego tú traes una preparación muy muy muy grande y, cuando de verdad quieres algo, al final lo consigues. Cuando sale el toro, te olvidas de todo. Y lo único que te importa es cuajarlo. Te animo a que vengas.
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