Fue tarde en Swift, en Morante y en calor
Otro José Antonio, Camacho, sí le puso memoria histórica de gloria a un calor que hacía sudar las axilas y las pezuñas
Talavante corta una oreja a Rebeco, el toro de mas peso de la feria con 672 kilos
![El extorero Ortega Cano junto a su hija Gloria Camila](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/29/ortega-cano-gloria-camila-keVH-U602576538649hxB-1200x840@diario_abc.jpg)
El corro habitual, un reventa ronco y con muletas anunciaba que «para hoy» e inquirió al arriba firmante con un «¿qué buscas?». A «mi difunto padre», se le respondió. Las escasas sombras de la calle de Alcalá era un cazar huríes, la sombra buena la ... daba el famoso bosquecillo. «Mucha expectación», y a pesar de Taylor, estaba allí sonriente, enjuto y hablado Ortega Cano. Gloria Camila, por su parte, llegó en un Range Rover, sin posar con su acompañante. Mientras, un doble de Sergio Ramos, todo embutido en tatuajes, se fotografiaba con el maestro murciano. Y la Virgen del Rocío del retrovisor de Gloria Camila se movía a razón de quienes usaban el vehículo como apoyo. Un 'simpecado' de improviso. A Nacho Abad, también a la sombrita, lo entrevistaban para la televisión. Iba elegante con el lógico sombrero y en zapatillas a juego. Justo a su lado pasaron Manolo Sanchís, reclamado al grito de «capitán», junto a Juan del Val. Una dupla asidua de Lucio y sus secretos.
Antonio Miguel Carmona se tocaba los bolsillos, la barbilla. Miraba y conversaba a la vez con esa habilidad de los pilotos y de los caballos de rejoneo, y el rictus le cambió cuando llegó Yolanda Font, presentada al cronista. La multitud renqueaba en el paseíllo de la Puerta de Arrastre, intentando una foto con un famoso, que también eso justifica el abono. Y algún famoso en busca de foto. Templando el tiempo.
A José Antonio Camacho se le preguntó por un «Talavante de mi vida». Sonrió como sonreía Caminero en las concentraciones: silente y murmurando para los adentros. Pasar, haciendo fortunas y novedades, pasó Luis Miguel 'el chatarrero'. También se divisó a María Dolores de Cospedal. O a Andrés Calamaro, que le puso hispanidad a la plaza; él, el mejor embajador de la Fiesta. Desde Ushuaia a Filipinas.
En el paseíllo real, ya había que cuidarse de los soponcios. Salió Valedor, el primero de Morante, un castaño bragado. Y ruidos, murmullos. Murmullos tras la media; «eso en Sevilla». A «ver si le da vergüenza». Aun con eso, el lleno era absoluto. De conocidos e ignotos. Se escuchaban oles sureños, al lado un «ya está, ya ha terminado cuando 'JAMdLP' enganchaba algo de muleta llamando al fiasco. La disparidad es eso. El toro es el de la jet, del de las marismas y del pitido. Pitidos que llegaban al hipotálamo y que ya, con la espada, fue un ciscarse en Morante. Con igual o más fuerza que hace unos días, el pitar, al ministro Urtasun. Los gritos de fuera dolían, pero los tendidos mandan. Porque un 'juanpedro' siempre llama. Llama hasta la inspiración: «Fúmate un Cohiba y a tomar por...»
A Talavante, con el capote, el público se le volcaba a ratos anunciando la postrera oreja. Cambiaban las caras, de rojas y naranjas y al revés, y una gaviota casi rasante distraía mínimamente el callejón. En los corrillos del mingitorio, entre escupitajos piorreicos y una boina Elósegui a lo Montero Glez, se podía palpar el ambiente de la plaza. En la que a ratos se reconciliaba España. Se reconciliaba Aguado. También a ratos.
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