La soledad de Juan Ortega
El diestro tiene un perfil muy particular y lo definen como un intelectual bohemio de fuertes convicciones tradicionales
El torero Juan Ortega y su novia se reconcilian tras plantarla en el altar

El diestro Juan Ortega, cuya fama por la huida de su propia boda supera con creces a la cosechada por los trofeos en el ruedo, se ha creado un personaje muy particular. Desde el inicio de su carrera como matador de toros, de forma tardía, se ha preocupado por vincular su figura más al ámbito intelectual que al mundo de la farándula. A diferencia de otros compañeros de profesión, Ortega se había mantenido, hasta el momento, al margen de la polémica, aunque su trayectoria ha sido, como poco, original.
El sevillano tuvo una alternativa muy particular, lo hizo con 24 años y apadrinado por Enrique Ponce en la plaza de toros de Pozoblanco, donde Paquirri perdió la vida. Ya para entonces se había graduado como ingeniero agrícola en Córdoba, ciudad en la que siguió con su formación en la tauromaquia tras pasar por la Escuela de Amate. A mitad de la pandemia, resurgió en una corrida en Linares, el coso donde murió otra leyenda del toreo, Manolete. Y triunfó. A raíz de ese éxito fue anunciado para tres carteles de la temporada 2021 en la Maestranza, pero finalmente no se pudieron celebrar por continuar aún las restricciones sanitarias. Ahí comienza a destacar como torero de corte clásico. Debutó como matador en el coso sevillano finalmente el 19 de septiembre de 2021.
Desde entonces Juan Ortega es una figura destacada en los carteles de las distintas temporadas. En este tiempo ha tenido un enorme interés por ser considerado como un intelectual, acercándose a reconocidos críticos y columnistas, algunos de ellos de ABC como José Peláez. Llamativo fue el acto de presentación en Madrid que organizó en el hotel Santo Mauro, de cinco estrellas, a modo de coloquio con el escritor Juan del Val y la periodista Isabel Forner el pasado octubre para la feria de San Isidro.
A Ortega le gusta visitar a los maestros del toreo como Rafael de Paula y Curro Romero, escucharlos y reflexionar. Y, sobre todo, le gusta estar en el campo, lo que le generó numerosas discusiones con la que hasta el sábado pasado era su pareja. Así se lo confesó a varios amigos a los que les llegó a decir que se sentía «asfixiado» en ciertos momentos de la relación. Es en el campo donde se ha refugiado estos días, según indican sus allegados, aunque no desvelan cuál ha sido realmente su destino.
El diestro es también profundamente religioso, de ahí que haya preferido suspender la boda a pocos minutos de celebrarse a sellar la unión en el altar sin estar seguro. Esas fuertes convicciones las han defendido estos días algunos conocidos como el propio Juan del Val, con el que ha entablado amistad recientemente y fue uno de los invitados al enlace. El escritor ha declarado ante los medios que «aquí en esta historia pueden hablar dos personas que son él y ella. Cuando hablen sabremos cosas. Mientras tanto, todos los demás podemos estar con ellos, porque los queremos, porque son amigos y simplemente valorar lo que yo destaco de él, que es una enorme integridad».
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