Solamente media entrada

Aquel entrañable Chofre se llenaba, a pesar de las miradas al cielo negro y el riesgo constante del sirimiri, cuando había grandes carteles (el último reunió nada menos que a Aparicio, Litri y Ordóñez). Ahora, el comodísimo Illumbe no reúne a más de dos tercios de entrada, generosamente contados, a pesar de que el tiempo es bueno; la Semana Grande, concurridísima y tranquila; los carteles, atractivos...

¿Cuál es la causa? ¿La crisis económica? Que se lo pregunten a los dueños de los restaurantes donostiarras, abarrotados. ¿La falta de ganas de divertirse? Miren a los cientos de personas que hacían cola, en La Concha, para un concurso de tortillas de patatas, con Arzak en el jurado, o a los miles que se agolpan todas las noches para contemplar los fuegos artificiales en la bahía... ¿La falta de turismo? Los hoteles están llenos y saludo a gente que viene a los toros desde Madrid, Bilbao, Santander, Barcelona, Alicante, Francia, El Puerto de Santa María...

Me temo que la causa está en la interrupción. Si no me equivoco, el Chofre cerró en 1973, Illumbe abrió en 1998. 26 años sin toros son muchos años: una generación entera perdida para esta afición. Muchos jóvenes donostiarras han crecido en la cultura de los deportes rurales vascos, la piragua o los «pintxos» mucho más que en la del toro bravo. Eso es difícil de recuperar. Encima, un antitaurino vasco compara a Jesulín con los terroristas: ¡Hombre!...

Pienso también en Barcelona. Aunque el PP consiguiera derogar la prohibición de las corridas —cosa bastante problemática— , muchísimos jóvenes catalanes ven ya la Fiesta como algo lejano...

La clave está en la escuela, en la educación. (¡Qué disparate se hizo al ceder las competencias educativas a las Comunidades Autónomas!: ahí se rompió toda nuestra base común). Y, también, en una Televisión Española que, desde la llegada al poder de Rodríguez Zapatero, no emite corridas de toros...

Con estos pensamientos poco alegres me voy para Illumbe...