Toros
175 años de historia de Miura: el secreto de una tradición ganadera
Los ganaderos celebran los 175 años del legendario hierro en un tentadero a campo abierto con los toreros Eduardo Dávila Miura y Pepe Luis Vázquez
El campo amanece en calma como cada mañana. Hace un sol de justicia y el solano sopla con fuerza. El ganado bravo no entiende de efemérides, pero es un día grande en la ganadería de Miura. La familia ganadera celebra el 175 aniversario del hierro de la mejor forma que se puede festejar el misterio de la bravura. Un tentadero a campo abierto nos espera al final del corredor de gravilla que da acceso a Los Gallos. Desde la puerta es un kilómetro y medio que nos sumerge en la magia de una finca mítica . El cortijo queda a la derecha. Al final del camino todo está en su sitio. Un grupo de prestigiosos vaqueros y garrochistas a caballo nos da la bienvenida. Entre ellos los ganaderos, Antonio y Eduardo Miura junto a su hijo Eduardo. Les acompañan Álvaro Domecq , con sus sobrinos y Juan Cid , entre otros. No faltan el picador y un perro que sigue atento a las monturas.
A pie están preparados los toreros Eduardo Dávila Miura y Pepe Luis Vázquez . El sobrino de los ganaderos, vestido de corto, tiene una cita importante con sus toros el 11 de junio en Madrid. Pepe Luis, que derrocha torería vestido con su «chamarreta», también ha vuelto a los ruedos este año. Nadie mejor que ellos conoce el ganado que van a tentar.
Contemplar esta faena tradicional, el acoso y derribo de las vacas en el campo es un privilegio de una belleza inigualable . Es, además, un día histórico. Nadie ha querido perderse este acontecimiento. Desde tierras salmantinas y otros lugares de la geografía han venido ganaderos y amigos de la familia. Entre ellos José Murube , Aurora Algarra , el conde de la Maza, Ignacio Sánchez-Ybargüen, Javier Buendía, Santiago León, Felipe Morenés, Borja Domecq y el duque de Alba .

La primera vaca llega al galope con los garrochistas que le quitan la querencia. Eduardo coge el capote y la lleva al caballo de picar. Pepe Luis toma la muleta. Molesta el aire. Antonio y Eduardo Miura montan con la libreta en la mano, apuntando cada detalle. Así hasta cinco becerras. Son nobles y se dejan torear . Repiten en el peto, acuden a los engaños. Embisten con clase. «Le voy a dar una tanda más», dice Eduardo. «Me voy a reservar para la otra», responde Pepe Luis con una de las becerras a la que está haciendo faena un Dávila Miura muy dispuesto y preparado para lo que viene.
Tras el tentadero llega el momento de intercambiar impresiones con los protagonistas. Dávila Miura es el primero en valorar la jornada. «Para mí ha sido un día muy bonito desde que esta mañana salí de mi casa», relata. «Es emocionante porque yo he vivido esto mucho. Me he acordado de mi abuelo con el que tenía una relación especial y tuve la suerte de disfrutarlo mucho tiempo. También tengo bastante trato con mis tíos y sé el esfuerzo y el trabajo que supone, la dedicación que tienen. Viven por y para la ganadería, con mi primo Eduardo. Poder estar aquí es muy bonito. Cuando hice lo de Sevilla y Pamplona, les dije que estas fechas hay que celebrarlas y valorarlas , aunque no seamos los más dados a estas cosas hay que disfrutarlas». A poco más de un mes de torear en Las Ventas, el torero habla de lo que siente: «Es una fecha muy importante pero mucho más en lo personal que en lo profesional».
Un reto que afronta cuando cumple veinte años de alternativa. «Las cosas en la vida pasan una vez, que esta ganadería cumpla 175 años, que yo sea matador de toros y que esté con edad para hacerlo. Las cosas saldrán mejor o peor pero las dos veces anteriores sabía que estaba capacitado. Luego sale el toro y la suerte influye pero hay que aprovechar las oportunidades».
De la misma forma, Pepe Luis valoraba su participación en el tentadero. «Para mí es muy bonito y hermoso estar en esta celebración tan importante de una de las ganaderías señeras del mundo taurino y sobre todo el haber pertenecido a esta casa prácticamente desde que me inicié. Ya mi padre se llevó aquí toda la vida y era íntimo de todos ellos, desde los abuelos y los bisabuelos de los actuales ganaderos, por eso es un gran honor y una satisfacción muy grande ».
Sobre su vuelta a los ruedos el pasado 11 de marzo en Illescas que continuará en Granada y El Puerto de Santa María, argumentó que «ya puestos da igual una que dos y como no salió mal y me encontré bien me ilusiona y me da vida poder torear estas dos corridas ». Una ilusión que se le vio en el tentadero del que habló con sinceridad: «A campo abierto y como haga viento cuesta trabajo torear, además del terreno que resbala pero esta becerrita ha sido buena y me he podido quedar quieto tres o cuatro veces».

El ganadero Eduardo Miura se mostraba más agradecido que orgulloso de poder compartir este día de campo. «No me gusta presumir pero creo que de 175 años llevamos 150 en el pelotón delantero y no es fácil». Una trayectoria en la que ha sido fiel a un concepto. «Es el estilo que aprendí de mi padre y que él aprendió de su tío, es el que intentamos marcar manteniendo nuestro toro pero pensando que hay que evolucionar . La Fiesta de los toros no tiene nada que ver con la de hace cien años, si hoy en día se lidiaran aquellas corridas de toros no se entendería. La prueba está en las becerras que han salido aquí que más o menos es lo que todo el mundo busca, a veces lo consigues y otras veces no».
La celebración continúa en Zahariche. Las dos calaveras de vacas que te reciben en la entrada junto a las cinco letras de Miura te preparan para conocer y percibir la historia que está más allá de la cancela. Las estampas que hemos contemplado en el tentadero están presentes en esta casa que es un auténtico museo . Un azulejo en el patio reproduce la misma imagen que se conserva en un cuadro que hay en uno de los salones principales: Antonio Miura y Manuel «El Alegre» acosando en la Isla en el año 1905.
En dos salones se custodian recuerdos familiares, pinturas, carteles -el más antiguo uno del 29 de abril de 1855 de la plaza de toros de Sevilla- y cabezas de toros desde el siglo XIX. Toros lidiados por Joselito el Gallo o las de los primeros becerros herrados por los actuales ganaderos. El de Antonio lo lidió Antonio Bienvenida y el de Eduardo, Pepe Luis. Son 175 años de una historia de leyenda que quiere seguir escribiendo páginas de gloria.
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