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Morante de la Puebla, en la muerte de Pepe Luis Vázquez: «Además de la amistad, le tuve una gran admiración»

Toreros y ganaderos lloran la muerte del último gran maestro del barrio de San Bernardo: Espartaco, Emilio Muñoz, Juan Ortega, Pablo Aguado, la familia Miura y Rocío de la Cámara hablan con ABC sobre la figura de Pepe Luis

El cielo en un cartuchito

Muere Pepe Luis Vázquez Silva a los 68 años en su finca 'El Canto' de Carmona

Morante de la Puebla y Pepe Luis Vázquez, en la placita de tientas de El Toruño J. M. Serrano
Jesús Bayort

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«Pepe Luis», «José Luis» o «José». Cada uno de sus amigos, que no eran pocos, lo llamaban de una manera. Pero todos coincidían en el fondo: un hombre bueno, sencillo, con gracia y sobrado de arte. Para torear y para afrontar la vida. Hay quienes con su voz quebrada al otro lado del teléfono no consiguen ocultar las lágrimas de su rostro. Como Eduardo Miura, que habla de «José Luis» como sólo se habla de quienes están entrelazados por lazos de sangre: «Pepe Luis padre fue el hermano que mi padre nunca tuvo». Zahariche está de luto, como lo está el Cortijo de la Sierra, casa ganadera de Rocío de la Cámara, también íntima del torero: «En estos momentos seguro que me diría: 'Rocío, así es la vida'».

A Morante de la Puebla le embarga el dolor. «La amistad se unió a la admiración que ya le tenía». El maestro recuerda cuánto le costó convencer a Pepe Luis para que regresara en aquel histórico 2017, el año de aquella cátedra granadina. «Íbamos al campo juntos y pasábamos casi todos los días juntos. Le ayudaba para que pudiera prepararse porque ya tenía una edad y llevaba mucho tiempo sin torear. Fueron meses muy bonitos y divertidos, tenía unos golpes muy sevillanos y ocurrentes». Para Morante, la muerte del torero de San Bernardo «es una pérdida muy sentida por la persona tan entrañable que era». «Me quedo con la satisfacción de haber tenido la suerte de compartir sus últimos carteles».

Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' estuvo esta semana con el maestro, con el que mantenía una estrecha relación: «Era una persona excepcional y un torero especial. Estar con él nos daba felicidad a todos». La gran figura de Espartinas recuerda el último festival que ambos compartieron en Aguascalientes (México). Lo pone como ejemplo para reflejar el cariño que todos le tenían: «En el sorteo, mi hijo me pidió que le cediera mi novillo a Pepe Luis, que era mucho más bonito que el suyo, porque sabía que el mío tendría muchas más posibilidades de triunfo. ¡Cómo sería de buena persona Pepe Luis para que un hijo le pidiera algo así a un padre!».

Emilio Muñoz lo define en muy pocas palabras: «José toreaba de la misma manera que él era: un hombre bueno. Y un torero extraordinario». A Juan Ortega le ha sorprendido la noticia volviendo de Santander, donde toreó este jueves. No olvida que su gran faena de la pasada Feria de Abril, la que lo consagró en la Maestranza, se la había brindado al torero de San Bernardo: «Aquella foto, que ya guardada como un tesoro, será aún más especial». Fue el hijo del Sócrates de San Bernardo al tendido del coso del Baratillo por invitación de Ortega, que lo recuerda como «una de las personas con más sensibilidad que he conocido: en todo, hasta para coger una copa y un tenedor». Las conversaciones de ambos se ajustaban «a los toros y a la vida». «Le oía hablar de flamenco, porque era un gran aficionado, pero conmigo sólo quería hablar de toros».

Pablo Aguado era otro de esos toreros cercanos a Pepe Luis, tan admirador del concepto que fluía de manera inexorable por la sangre de los Vázquez. Hablaron por última vez hace unos días, después de su enorme faena de Pamplona: «Estaba encantado y me dijo que vendría a El Puerto [Aguado torea este sábado la primera de sus dos corridas en la Plaza Real]». «He tenido la suerte de conocerlo desde niño, nuestra relación no era la habitual de torero a torero. Nos entendíamos con una mirada. Su muerte me ha dolido mucho».

Tan dolido como están los hermanos Miura, igual Antonio que Eduardo, o su sobrino Eduardo Dávila. Los Vázquez y los Miura eran más que amigos. El último tentadero de Pepe Luis fue este invierno en Zahariche, acompañado de sus hermanos. Todos sus hermanos. «Como pasó con su padre, aquí hacía casi todos los tentaderos. Tentaban becerras, novillos y hasta toros. José Luis era uno más de la familia: le gustaba la sencillez y jamás quiso llamar la atención», cuenta Eduardo. Su hermano Antonio recuerda que llevaban años, desde que Pepe Luis pasó el ictus, esperando el momento de poder encerrarle una becerra: «Ese día ya no nos lo borra nadie. Con una sola mano seguía toreando con la misma naturalidad, sin forzar la figura... toreaba como le salía del alma». Eduardo Dávila, que entrevistó por última vez a Pepe Luis para Onetoro, lo recuerda como alguien «puro y natural. Conocerlo como persona te hacía entenderlo como torero».

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