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ABC Cultural

Final de Feria

SERRANO ARCE

ANDRÉS AMORÓS

SANTANDER

Con cierta pena llegamos al final de la Feria de Santiago en Santander, una Feria que cualquiera definiría como muy agradable, por reunir una serie de alicientes.

Lo más grato: comprobar cómo se llena todas las tardes una Plaza preciosa, coqueta, cuidada, llena de banderas españolas (pero con asientos incómodos para las dimensiones del español actual). La política de apoyo a la Fiesta del Ayuntamiento ha producido buenos frutos, también para el turismo. La estupenda afición de Santander puede simbolizarse en la Peña Félix Rodríguez, con su certamen de relatos taurinos, y el Aula Cultural La Venencia, con sus antologías poéticas.

Es bueno que llenen la Plaza con su alegría las Peñas y que sepan respetar el trascurso de la lidia. Deben subir el criterio de exigencia y no valorar tanto los alardes pueblerinos. (Muy mal la Presidencia, con dos fallos garrafales: una segunda oreja a Cayetano que nadie pedía y una devolución de Palha incomprensible).

Los carteles han sido mejores que los resultados artísticos. Eso habla del momento actual de ganaderías y figuras, con una sima especial en la corrida de El Ventorrillo. Curiosamente, pocos recuerdan ahora a los diestros que cortaron dos orejas, Rubén Pinar y Cayetano. Al pasar los días, crece el recuerdo de la gran técnica de El Juli , del gesto y la estética de Leandro. No están en su mejor momento figuras como Castella y Perera.Triunfan sin discusión dos grandes rejoneadores, Hermoso de Mendoza y Ventura.

Los toros de Victorino han salido encastados, con raza y movilidad; los peores, 4º y 6º. Si aciertan con la espada, le cortan una oreja a los tres primeros. Sólo Ferrera lo logra en el quinto.

El Fundi hace toda su primera faena por la izquierda. Algunos naturales son buenos pero no acaba de confiarse. Pierde la oreja por el descabello.

El cuarto es peor, con arreones y coladas. El Fundi le da la adecuada lidia de castigo, aunque no agrade al público.

Fererra calienta al público con vibrantes pares de banderillas. El quiebro por dentro suscita un clamor. Faena ardorosa, emocionante, que no remata con la espada.

Vuelve a brilllar en banderillas en el quinto, rebrincado, con alarde de facultades. Con agilidad y listeza, va esquivando las coladas y logra que el toro se vaya entregando. Aunque la estocada es baja, corta la oreja y le piden la segunda.

El sexto no tiene un pase y El Cid hace lo que debe, lo machetea. En el tercero, consigue grandes naturales, a cambio de una aparatosa voltereta. La espada le impide cortar la oreja pero le he visto recuperado, con mayor seguridad.

Concluyo con el poeta santanderino Gerardo Diego: «Soto de Rojas iba a los toros. Como iba Góngora, como iba Lope. ¿Cómo no, siendo español y poeta?» Para entenderlo, basta con tener sensibilidad y sentirse español.

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