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Semana Santa de Sevilla

el momento de la verdad

Un premio ya para el don divino del gafe que sigue a Morante

Ese jartible aguafiestas merece odas y monumentos; merece la instauración del Premio al Gafe. Y cuando lo reciba le jalearemos hasta que, como tarareó aquel, «nos duelan los pies de tanto aplaudir»

El Cid y el Dorado de lo clásico

Natural de Morante a Carasucia ARJONA
Rosario Pérez

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Hay un seguidor de Morante que tropieza sobre sus propios pies, que rompe los zapatos hasta caminando descalzo y que en cada primera cita pronuncia la frase más inoportuna: «No eres tú, soy yo». A Morante le persigue un gafe al que más que ... machacar habrá que celebrar para no retorcernos en nuestra propia rabia. Qué arte, qué don divino, qué habilidad innata. Tiene querencia por el de La Puebla como el antitaurino holandés errante. Y cada vez que acude a una plaza al sevillano no le embiste ni el carretón y, si le embiste con clasecita uno, como ese Carasucia cuarto, se deja su fuelle en varas (no se puede zurrar así una corrida de Alcurrucén tan rica de belleza como pobre de casta y fondo). El innombrable se quedó en su casa el día del rabo. ¡El colmo del gafe! El de las pipas se le puso ayer delante mientras el torero deletreaba un cartel diestro y dos naturales de lenta pureza y, para más inri, se perdió aquel 21 de mayo madrileño en que Morante desveló el misterio de la verónica. ¡Qué macacoa la suya!

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