Borja Jiménez encuentra apoderado y fecha para confirmar su alternativa
El matador de toros de Espartinas, que acaba de anunciar su apoderamiento con Julián Guerra, confirmará la alternativa el próximo Domingo de Resurrección
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![Borja Jiménez, junto al pasaje de la calle Circo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/02/02/borja-jimenez-maestranza-Reax7FWWDUCJggNehGlqwAM-1200x840@abc.jpg)
Vanessa Gómez, magnífica fotógrafa de ABC, eligió este punto de la calle Circo como el encuadre más idóneo para inmortalizar el encuentro con Borja Jiménez. Podría haber apuntado hacia la Puerta del Príncipe, hacia el patio de cuadrillas o hacia la puerta ... de arrastre. Pero eligió este sitio. Sin lugar a dudas, el más acertado de todos. Ella, movida exclusivamente por su criterio fotográfico, desconocía que sobre ese pasaje se ubica el despacho de Ramón Valencia, empresario de la Plaza de Toros de la Maestranza. A la que Borja Jiménez, lógicamente, desea regresar.
En esa primera planta de las oficinas de Pagés está la llave que tanto busca el de Espartinas. La del portón de la calle Iris, por donde quiere volver a subir vestido de torero como aquel Domingo de Resurrección de 2015 cuando Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' lo doctoró en tauromaquia. Casualmente, misma fecha en la que ahora, ocho años después, confirmará su alternativa. Será el próximo 9 de abril, Domingo de Pascua, cuando debute como matador de toros en la monumental de Las Ventas.
El año de su vida
Su carrera ha dado un giro de 180 grados: de haber coqueteado en el curso previo a la pandemia con un posible abandono a encontrarse frente a la parada de un tren de alta velocidad. Como dirían los más antiguos de su mundillo, debe subirse «por lo civil o por lo criminal». La temporada se le plantea especialmente halagüeña: no le faltan tentaderos, está anunciado en un festival en Constantina y en una corrida en Cantillana, formará parte del elenco de matadores de la Copa Chenel que se organiza en la Comunidad de Madrid, confirmará su doctorado el Domingo de Resurrección y quién sabe si también estará en el coso del Baratillo. Si no aprovecha este rebufo, como también dirían los atávicos, «será para matarlo».
Se muestra exultante, a la vez que comprometido. Está vareado, como si no hubiera probado un mantecado. Sus manos se ven secas y agrietadas, señal del frío que llevará pasado en el campo charro junto al matador de toros y apoderado Julián Guerra. Resulta curioso cómo la relación entre ambos ha arrancado con el orden de los factores invertido: primero le ha conseguido contratos y después han anunciado su compromiso. En lugar de promesas, fechas. Una raya en el agua para un torero en su situación. Borja no es ajeno a la severa fama que acompaña al nuevo mentor, al que considera «un hombre apasionado que te ayuda a crecer».
El salmantino ha apoderado —entre otros— a Jiménez Fortes, López Simón, Miguel Abellán y Pepe Moral. Un taurino controvertido al que muchos tildan de 'exprimidor' de toreros. Otros lo ven como el responsable de que estos alcanzasen sus mayores cotas profesionales. Para Borja, «Julián es tan exigente que te saca tu máximo rendimiento, aunque resulte muy difícil aguantarle el ritmo». Partidarios y detractores coinciden en que es un 'enfermo' del toreo. «Tiene estudiado y analizado a todos los toreros y ganaderos. No es ningún loco; al revés, es un grandioso profesional».
El impulso de la pandemia
La carrera del menor de los Jiménez se podría ilustrar con un electrocardiograma. Conoce todos los picos profesionales, desde los bajos del precipicio hasta la cimeros de la Puerta del Príncipe. Cree que artísticamente hay pocas semejanzas con aquel novillero triunfalista: «Había más ambición que profundidad. Me respaldaban los triunfos, pero necesitaba parar para evolucionar en mi concepto». Reconoce que estuvo a punto de colgar el vestido de luces cuando pasaron varios años sin que el teléfono sonara. Paradójicamente, la pandemia le dio un impulso. Junto a su hermano Javier no dejó de torear toros a puerta cerrada. «Se corrió la voz de que competíamos como si estuviéramos en una plaza y no dejaban de llamarnos. Hacíamos dos y tres tentaderos de machos todas las semanas. Aquello me oxigenó, me ayudó a seguir adelante». Al contrario de lo que pueda parecer —por tratarse del menor—, no considera que la trayectoria paralela con su hermano le haya perjudicado: «Al revés, siento que siempre me ha beneficiado».
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