Condenan al Servicio Andaluz de Salud por la asistencia a un banderillero que perdió una pierna: «No han explicado su tardanza»
El algabeño perdió su pierna izquierda tras pasar doce horas sin riego sanguíneo por una luxación de rodilla tras la cogida de un novillo en Peal de Becerro (Jaén)
El SAS deberá indemnizar al subalterno con 50.000 euros por una demora injustificada de tres horas
![José Manuel Soto, con muletas, en el festival benéfico que unos meses después de la amputación le organizaron en La Algaba](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/22/raul-doblado-foto-RsxiqVVhyc8JMacRmqqeYcL-1200x840@diario_abc.jpg)
Han pasado ocho años desde que el banderillero algabeño José Manuel Soto enfundó por última vez el terno de luces. Fue en Peal de Becerro, un pequeño pueblo de Jaén en el que sufrió una grave cogida como antesala de una ... acumulación de desgracias y negligencias finalmente culminadas con la amputación de su pierna izquierda. Ahora, tras un largo litigio, el Servicio Andaluz de Salud deberá indemnizarle con 50.000 euros por la demora en los traslados entre hospitales y su asistencia médica, pasando más de trece horas desde que el torero fue prendido por el tercer novillo del festejo, provocándole una luxación en su rodilla que le cortó el flujo sanguíneo, hasta que a las nueve de la mañana siguiente se le realizó la cirugía de by-pass.
El percance se produjo mientras el subalterno algabeño realizaba la función auxiliadora de sus compañeros en el tercio de banderillas. Fue el tercer eral (novillo de dos años) de la ganadería de Los Ronceles el que hizo caso omiso a los engaños, estampándolo contra la barrera de la plaza de toros portátil de Peal de Becerro. Tras el grave accidente, y sin una enfermería en el coso taurino, el banderillero fue atendido por el médico privado del festejo en el interior de la ambulancia, quien le diagnosticó «un traumatismo en la rodilla izquierda, con posible fractura, luxación y afectación vascular distal». A pesar de esta certera valoración, la empresa organizadora –según consta en la sentencia– decidió trasladarlo al Hospital de Úbeda, sin medios para tratar una lesión de tal envergadura. En el centro hospitalario ubetense ingresó a las 21.20 horas, donde la limitación de profesionales y medios impidió que se lograse la reducción de la luxación, siendo derivado de urgencia al Hospital de Jaén, al que llegó a las 00.09 horas, según consta en el expediente administrativo.
En la clínica jienense fue llevado «de inmediato» al quirófano de traumatología, desde donde fue requerida la presencia de un cirujano vascular, quien, «sobre la una de la mañana», decidió que el paciente fuera remitido al quirófano de cirugía vascular, que se encontraba en otro centro hospitalario de la misma ciudad. Habían pasado yamás de cinco horas desde el percance y la luxación seguía impidiendo el riego sanguíneo. Llegados a este punto, el juez de la Sala 10 de lo Contencioso-Administrativo de Sevilla pone especial énfasis en sus conclusiones: aunque el banderillero recibió el alta de traumatología a la 1.40 horas para ser trasladado, su entrada en el centro de cirugía vascular («a escasos minutos») no se produjo hasta las 4.42 horas. Habían pasado ya casi nueve horas desde el accidente.
Sin sensibilidad en los dedos
Tal y como consta en el informe del cirujano vascular, cuya primera intervención se inicia a las 5.07 horas, «a la llegada, el enfermo no tiene sensibilidad en dedos ni puede moverlos». Tras no responder la pierna y mostrar la arteriografía la severidad de la lesión vascular, con trombosis y sin respuestas positivas de esa primera operación, finalmente se le realizó una cirugía de by-pass a las nueve de la mañana.
La postrer novillada de José Manuel Soto fue el 20 de agosto de 2016; la intervención quirúrgica esencial se realizó durante la mañana del 21 de agosto, la segunda fasciotomía fue el día 22 de agosto y, finalmente, el día 26 de agosto se procedió a amputarle la pierna izquierda.
La denuncia presentada por el banderillero, representado durante este largo proceso judicial por el abogado sevillano Joaquín Moeckel, sostenía que «la actuación de los servicios sanitarios del SAS no fue la correcta», ya que la demora en la intervención que requería podría estar detrás de la amputación de su pierna izquierda, perdiendo unas horas claves para recuperar el riego sanguíneo.
Joaquín Moeckel advirtió en su demanda que la actuación fue tardía, trasladado en un primer momento a un centro que no tenía medios para tratar la lesión (Úbeda) y nuevamente retrasados sus desplazamientos entre los servicios de Traumatología y Cirugía Vascular, una demora que la parte demandante cifra en un total de 12 horas hasta que se por fin se le realizó la intervención necesaria para tratar de salvar su pierna.
El SAS no da explicaciones
Según hace constar el juez en la sentencia, el SAS no ha dado explicación alguna del porqué del retraso de casi dos horas entre el alta del área de Traumatología del Hospital de Jaén y su ingreso en el Servicio de Cirugía Vascular, «cuando en pocos minutos se realiza el trayecto de un centro a otro». «Ni lo ha explicado ni consta en la historia clínica el motivo de que se demorara el traslado», señala el juez.
Sentados todos los antecedentes, el magistrado considera que la lesión era grave y la curación ni siquiera estaba garantizada con una intervención inmediata. A pesar de ello, cuestiona que la empresa taurina organizadora del evento lo trasladase a Úbeda en vez de al Hospital de Jaén («en ello se perdió la mitad del tiempo») y achaca al SAS la demora de casi tres horas entre los dos traslados de Úbeda a Jaén y de un servicio sanitario a otro, señalando en el cómputo global que «la decisión de la organización tiene mayor incidencia en el desenlace final».
En consecuencia, el juez considera que las probabilidades de curación rondarían el 50 por ciento en el supuesto de haber recibido una asistencia en un plazo razonable. Dada la evidente gravedad de la secuela sufrida, y pese a oponer el SAS a la reclamación alegando inexistencia de nexo causal entre la asistencia y el daño producido, el juez lo condena a indemnizar al banderillero con 50.000 euros.
El letrado Joaquín Moeckel señala que, aunque «ha merecido la pena» este largo proceso, «desearía que la Administración pública no obligase a las personas a pleitear de esta manera cuando está más que demostrado que se han equivocado».
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