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EL MOMENTO DE LA VERDAD

Última hora: ¡A Juan Ortega le dan un aviso en el primer muletazo!

El trianero cortó dos orejas, pero no toreó para la Puerta del Príncipe: Ortega detuvo el mundo y toreó para el arte. Para la más Bella de las Artes. Y ahí nos rendimos todos

¡Cómo no lo van a temer!

Juan Ortega y la belleza de un pase de pecho rodilla en tierra efe
Rosario Pérez

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Contaban a la salida de la plaza aquello que decían de Curro. De otro modo: «¿Te has enterado de la última hora? A Ortega le han dado un aviso en el primer muletazo». Y no cabía mayor piropo. La leyenda del tiempo se había ... rendido ya a su capote: aquellas tafalleras se peinaban con una categoría inusual, con una armonía descomunal. Un quite para acunar duermevelas, para mecer el llanto del recién nacido. Ocurrió en el primer toro de Luque, un matador intratable que se inventaría luego una oreja. Los triunfos llegaron en los finales de una corrida de Domingo Hernández que no acaparará ningún premio ni por bonita ni por su bravura. Pero el sexto, cuatreño y de expresivas hechuras, brindó las embestidas que Juan soñaba. O quizá era Florentino el que soñaba con las caricias de Ortega. Sevilla era un crescendo de emociones mientras un torero desafiaba los códigos de algo superior al temple. Aquello era otra cosa. Un compás de fragua en erupción, de leña siempre en la candela de la torería.

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