FERIA DE FALLAS
Valencia bendice a Jarocho, la sensación de una novillada de Fuente Ymbro de triunfo
El burgalés, con una notable proyección, se queda en el umbral de la puerta grande en su presentación en Valencia con un buen conjunto de Ricardo Gallardo que debió de arrastrarse con menos orejas; detalles caros de Zulueta y disposición del Niño de las Monjas
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Llegaba la gente con el runrún de Javier Zulueta y se topó con la gratísima sorpresa de Roberto Martín 'Jarocho'. Qué proyección la suya y qué dimensión más buena ofreció, de novillero en novillero, pero con una mente despejadísima, impropia de un chaval tan ... joven, de torero listo y que quiere torear por el palo clásico, buscando la colocación cabal. Y con un cañón como espada. En el umbral de la puerta grande se quedó en su presentación fallera después de cortar una oreja a su primero y de que el palco no atendiera la petición en el quinto -a ver si la presidencia sigue tan exquisita con la llegada de las figuras-, el más manso de una interesante y noble novillada de Fuente Ymbro, a la que le colgaban las orejas. El acero se llevó el premio del Niño de las Monjas, dispuestísimo y mucho más centrado en una tarde en la que Zulueta dejó su sello de naturalidad y cadencia en la segunda novillada picada de su vida, en la que lo que se intuyó -y con lo ya hecho en Olivenza- fue más de lo que realmente este jueves se vio.
Frente a la puerta de chiqueros se postró el torero con más madres, El Niño de las Monjas. Tuvo que aguantar de rodillas mientras el novillo llegaba andando para después manejar con variedad el capote. Manso el comportamiento de Vinazo, huido y sin emplearse en el peto ni en la lidia. Jordi Pérez brindó a su plaza y comenzó con listeza por abajo. Muy dispuesto, le buscó las vueltas, aprovechando la obediencia del animal. Una tanda más en corto, atacándolo, trepó especialmente al tendido, que se calentó más con la espaldina. Todo lo dio el torero del Hogar de San José de la Montaña hasta el arrimón final. A la madre Elisa, la mejor apoderada de Jordi, le dolieron tanto los pinchazos como al novillero, que tuvo que conformarse con una ovación.
Debutaba en Valencia Jarocho, un novillero en novillero -qué bendición-, un todoterreno en cada tercio. Dos largas cambiadas fueron su tarjeta de bienvenida, seguidas con lances rodilla en tierra. Sorprendió con los palos en un tercer par en el que clavó en toda la cara, de añejo aroma. A por todas, se echó de hinojos en un emotivo inicio que hizo que sonara pronto la música. Muy capaz con la muleta, caló en los tendidos con un animal que, sin ser dechado de clase, se movió y transmitió. Con exigencias. Ilusionante el debut del burgalés, con el punto álgido de un cambio de mano y un pase de pecho con sello propio. Las manoletinas pusieron el broche antes de hundir un espadazo.
Cuello para embestir traía el tercero, el de mejor son y clase. Le correspondió a Javier Zulueta, la gran sorpresa de Olivenza, que ya desde el prólogo genuflexo puso sobre el tapete valenciano el mimo de sus yemas. Había brindado a El Soro, que le correspondió con una ovacionada diana floreada de corneta. Le echaba los vuelos al hocico, queriendo llevarlo muy enganchadito y templado por el zurdo en una labor desigual. Cuando cambió a la derecha -aunque su mano dorada es la otra-, logró la serie de más redondez y conexión. Qué torero el cierre a dos manos, por ayudados.
Feria de Fallas
- Plaza de toros de Valencia. Jueves, 14 de marzo de 2024. Tercera de feria. Un cuarto de entrada. Novillos de Fuente Ymbro, de buenas hechuras y buen juego, nobles y con opciones de triunfo.
- El Niño de las Monjas, de blanco y plata. Pinchazo hondo atravesado, otro pinchazo y estocada. Aviso (saludos). En el cuarto, pinchazo, estocada perpendicular y descabellos. Dos avisos (silencio).
- Jarocho, de nazareno y oro. Estocada (oreja). En el quinto, estocada algo defectuosa. Aviso (petición de oreja y vuelta al ruedo).
- Javier Zulueta. de celeste y oro. Cuatro pinchazos y descabello. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (palmas de despedida).
Muy vibrante el arranque con un pendular de rodillas, seguido a una ligada ronda, del Niño de las Monjas al cuarto. Pronto estalló la música en una faena en la que de nuevo se le vio su entrega en una faena en la que destacaron unos muletazos en los que corrió la mano sin atosigarlo tanto, pues a veces invadió demasiado el terreno del toro. El acero le jugó una mala pasada y se quedó en el umbral de los tres avisos.
Manseó de lo lindo el quinto, en el que Jarocho cuajó con garbo un gran tercio de banderillas, de dentro hacia fuera, que era lo que pedía el animal. Con la cabeza despejada siempre, el novillero de la Huerta del Rey construyó una faena en la que aprovechó con listeza las arrancadas del fuenteymbro, que sólo quería tablas y huir de la pelea. Muy por encima Jarocho, que se tiró de nuevo a matar con rectitud.
Muchos menos ritmo que su anterior tercero tuvo el sexto, con el que Zulueta sólo pudo dejar detalles de su clase y concepto.
La tarde se la llevó de calle Jarocho, bendecido por Valencia.
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