SAN FERMÍN
Del «Puta España» al exagerado botín de orejas y al pobre de los de las pancartas: ganó la «Puta Selección»
Jesús Enrique Colombo abre una generosa puerta grande y Manuel Escribano logra un trofeo en una interminable y difícil miurada en la que la afición se quedó sin ver al esperado Tahonero, de histórico bautismo; sorda y profesional tarde de Ferrera, con sentido de la lidia y la medida
Estos ha sido todos los carteles de San Fermín 2024

Si usted, amable lector, mira la ficha, pensará que la corrida ha sido excepcional, con una puerta grande de tres orejas que no se hubiesen concedido ni en una plaza de talanqueras. Tres trofeos se embolsó Jesús Enrique Colombo después de una parafernalia con ... las peñas que rozaba ya lo esperpéntico. Buscar la conexión con los tendidos es de listos e imprescindible en Pamplona, pero ya tanta mirada, tanta vuelta al ruedo con los palos, eso es ya pesadez. Y en la vida se puede ser de todo menos eso. No se daba cuenta el venezolano de que la gente quería irse a ver la final de la Eurocopa. «¡Que juega España!», se atrevió a decir uno. ¿Ha dicho España?
«Puta selección. Puta España». Dos pancartas gigantes, rodeadas de ikurriñas, se habían desplegado antes del paseíllo en el tendido 5 y 6 por una panda de indeseables, por cachorros abertzales. Aplaudían en su zona, pero tanto en sol como en sombra se llevaron una pitada de órdago. «¿Nadie se atreve a expulsarlos de la plaza?», se preguntaban en la andanada. Uno lo definía en lenguaje llano, más o menos así: hay distintos rangos de tontos y sinvergüenzas; para los que tocan el rabo a las vacas de la mañana, salen rápidos otros mozos para correrlos a gorrazos y la Policía se los lleva con rapidez. Pero ahí se quedaron los de las pancartas, que se llevaron su ración de «¡tooontos, tooontos!», los únicos que empañaron el fenomenal ambiente en una miurada interminable. Seria, dura, sin humillar, sin apenas casta ni entrega. De pundonor, y algo más, tiró la terna, en la que anduvo formidable el único que no paseó trofeo alguno: Antonio Ferrera.

Precisamente, después del despliegue de los provocadores, por decirlo finamente –y no me vengan ahora con monsergas de libertad de expresión en función de para quién vaya el ‘puta’–, la cosa se puso seria cuando salió el primer miura. Un toro con aires de ‘Bos taurus primigenius’, con esa cabeza que metió en el burladero buscando a Murillo, el hombre de plata con el que quería jugar a la ‘KissCam’ matinal, la parte más guasona antes de los encierros. Parecía en los inicios que iba y venía sin maldad, pero pronto aprendió, sin regalar nada. El que regaló unos naturales relajados fue Ferrera, que anduvo muy profesional y meritorio. Hasta aprovechar con inteligencia la arrancada del miura para darle matarile.
Tuvo el extremeño un sentido de la lidia y de la medida superiores toda la tarde, con su personal manera de estar, que es la suya y, además, muy torera. Pendiente de todo, de lo del ruedo, claro, y no de las gradas. Firmó otra entonada actuación en el cuarto, en el dejó un quite a pies juntos con su aquel. Ningún paraíso prometía, pero lo probó por ambos pitones, enseñó lo poco que tenía y ofreció la más acertada de las lidias, con doblones rodilla en tierra de castigo que no tuvieron parangón en la corrida de la que hablamos, con el hierro y el material que había enfrente. Sorda su tarde, con ese sentido de la medida que agradecieron los cabales.
En la decepcionante miurada para muchos –para otros tuvo interés, porque allí se estaba en tensión con las complicaciones–, la decepción mayor fue cuando el segundo se partió un pitón al estrellarse contra el burladero de capotes. Lo había esperado Manuel Escribano en chiqueros, por donde salió un miura imponente, el de más bellísima estampa, el que había causado furor en los Corrales del Gas, el que todo el mundo quería ver. Y al que nadie vio. Se llamaba Tahonero, como el del histórico indulto... Ninguno saldría ayer así.
Tremendo el rebote de Escribano, que, cosa rara, ni se fue a portagayola. Y más mosqueo aún cuando vio el comportamiento imposible de Sabanito, un sobrero de Cebada candidato a peor toro de la feria y con el que Ferrera, en su papel de director, puso orden para lidiarlo por abajo. Compartió el sevillano los palos con Colombo en un tercio jaleadísimo por esos recortes finales –que tiemble El Peque–. Dispuesto empezó de rodillas para trajinarse con solvencia al animal, que le envió algún recadito a la cadera y le sacó el aire en la estocada.
Regresó a la puerta de toriles para saludar al quinto, que pasó de Manuel. Y con coraje le tiraría luego dos largas en el tercio. Menos peso y amplia cara traía Dobladores, con el que expuso de verdad en un par al quiebro por los adentros. No parecía un pendular el inicio más apropiado, pero quiso dar fiesta en medio de un ruido ensordecedor de las peñas. Mermado de empuje, pero noblón, el torero lo hizo todo a favor del toro, consintiéndolo, muy centrado en una faena coronada con manoletinas y una estocada que le entregaron un generoso trofeo.
Feria del Toro
- Monumental de Pamplona. Domingo, 14 de julio de 2024. Décima y última corrida. 'No hay billetes'. Toros de Miura y un sobrero de Cebada Gago (2º bis, el peor y más mansurrón, sustituto de uno que se partió un pitón), serios, con muchas complicaciones dentro de su justa casta; con su carbón el 6º.
- Antonio Ferrera, de fucsia y oro: estocada atravesada y dos descabellos (silencio); estocada caída (silencio).
- Manuel Escribano, de de grana y oro: estocada tendida y cuatro descabellos (silencio); estocada desprendida (oreja).
- Jesús Enrique Colombo, de noche y oro: estocada baja (oreja); estocada (dos orejas). Sale a hombros.
Más lo había sido el que cortó Jesús Enrique Colombo a un tercero sin recorrido y de corto viaje, en el que hubo mucho guiño a las peñas. Otras dos excesivas se embolsó del sexto, el más cuajado y con más carbón, en una faena sin apenas recuerdo, con pasajes dispuestos y un espadazo. Y (casi) todos contentos: salida a hombros.
La fiesta siguió hasta el ‘Pobre de mí’. Pobre de aquellos de las pancartas: ganó la «Puta España», ganó la «Puta Selección». Y marcó uno de Pamplona, capital de Navarra, ciudad de... ¡España, España!
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