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Los menores podrán ir a los toros en Baleares acompañados de un adulto

El Parlamento balear, con los votos de PP y Vox, levanta la prohibición aprobada por Armengol en 2017 entre las críticas de los partidos de izquierda de querer «traumatizar a los niños de por vida»

La propuesta del PP sobre los niños y los toros en Baleares

Plaza de toros de Palma de Mallorca, conocida como Coliseo balear EFE
Mayte Amorós

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Baleares levanta el veto a los menores para que puedan ir a los toros. Tras siete años de prohibición, el Parlamento balear, con los votos del PP y Vox, aprueba definitivamente cambiar la ley de regulación de las corridas de toros y de protección de los animales, aprobada por el anterior gobierno de la socialista Francina Armengol, que impedía que «los menores de edad asistieran a las plazas de toros cuando se celebraran espectáculos taurinos». A partir de ahora, los menores de 16 podrán ir acompañados de un adulto. Se mantiene la obligación de que haya carteles visibles que adviertan de que el espectáculo puede herir la sensibilidad a los espectadores.

La actual normativa autonómica, aprobada en 2017 por el PSOE, los nacionalistas de Més y Podemos, consideraba una infracción que los menores de 18 años acudieran a los festejos taurinos.

Siete años después, Vox propone modificar parcialmente este artículo 12 para levantar totalmente la prohibición a los menores, pero manteniendo la obligación de instalar dentro y fuera de la plaza de toros y en un lugar visible un cartel que advierta de que el espectáculo puede herir la sensibilidad de los espectadores.

El 4 de junio, el pleno del Parlamento tomó en consideración esta propuesta. El PP añadió una transacción para matizar que los menores pudieran acudir con la condición de que lo hagan en compañía de un mayor de edad. Y hoy ha salido adelante entre los reproches de los partidos de izquierda, que acusan a PP y Vox de desproteger el bienestar de los menores y «traumatizar a los niños de por vida» permitiendo que vean este espectáculo «violento».

El PP de Marga Prohens anunció que votaría a favor de esta propuesta, ya que formaba parte de los acuerdos de investidura con Vox, concretamente en el punto 41 de las 110 medidas. Vox rompió este acuerdo de gobernabilidad en todas las regiones gobernadas por el PP este verano y Prohens dijo que a partir de entonces su única hoja de ruta sería el programa del PP. Tras negociar punto por punto, la líder popular ha salvado esta iniciativa como gesto con su exsocio ante la inminente aprobación de los presupuestos de 2025. Los populares dan una de cal y otra de arena, tras tumbar la Oficina de Libertad Lingüística de Vox y el pin parental.

En 2017, el gobierno de izquierdas presidido por Francina Armengol- con los votos en contra del PP y Ciudadanos-, aprobó la llamada ley de 'toros a la balear', una normativa que mutilaba la esencia de la Fiesta de los toros. Entre otros puntos polémicos, prohibía matar al toro en el ruedo y usar banderillas o puyas. Además, limitaba a un máximo de tres el número de toros que se podían lidiar en cada espectáculo.

Posteriormente el Tribunal Constitucional suspendió de forma cautelar los preceptos más polémicos tras admitir a trámite el recurso del Gobierno de España. El ejecutivo de Mariano Rajoy alegó que el Parlamento balear no tenía competencias para aprobar esta ley que, además, incumplía determinados preceptos de leyes estatales sobre patrimonio inmaterial y tauromaquia.

Reacciones

La modificación legal de la ley este martes en el Parlamento balear ha salido adelante entre las críticas de la izquierda. La diputada socialista Irantzu Fernández ha acusado al PP de «entregarse» a Vox y adoptar su «ideario folclórico» hasta el punto de «hipotecar el bienestar mental de los menores» y no «protegerlos» de la tauromaquia, «a cambio de lograr el apoyo de Vox para aprobar los presupuestos autonómicos».

La diputada ecosoberanista de Més per Mallorca Marta Carrió ha rechazado los argumentos del PP en defensa de la libertad de los padres argumentando que «nadie aceptaría que un padre diera vino a su hijo porque es amante de las viñas, que le dejara fumar porque no cree en teorías que dicen que el tabaco es dañino, que le dejara jugar a las máquinas tragaperras o le permitiera consumir pornografía como la mejor manera de aprender educación sexual».

La portavoz de Unidas Podemos, Cristina Gómez, ha llamado la atención sobre la incoherencia que supone mantener las alertas de que los espectáculos hieren la sensibilidad y se siga defendiendo la presencia de menores. «Cualquier persona que aprecia un animal no va a ver cómo lo matan. Es de Perogrullo», ha añadido.

Por parte de Més per Menorca, Joana Gomila ha lamentado que el PP da luz verde a «otra de las obsesiones de Vox», en este caso la tauromaquia. «Ahora que su pacto está roto, son libres de no hacerlo. Ay, no, que todavía les quedan los Presupuestos y ya saben cómo se las gastan», ha criticado.

El diputado de Vox Sergio Rodríguez se ha referido a las contribuciones de la tauromaquia al mundo del arte, la moda o la literatura para añadir que la tauromaquia es por ley patrimonio cultural de España. «Quieren negar a los menores el acceso a la cultura», ha añadido Rodríguez, que ha criticado que la izquierda pida la presencia de la directora de la Oficina de la Infancia y la Adolescencia de Baleares, cuando lo rechazaron para que se pronunciara sobre los casos de abusos sexuales a menores tuteladas. «Si limitan la tauromaquia a la tortura de un animal es que no entienden nada», ha defendido.

La diputada del PP Cristina Gil ha defendido que los «toros son cultura por mucho que diga Urtasun», en alusión al ministro de Cultura. E incluso debería estar «subvencionada» con el bono joven. «¿O es que hay una cultura de pata negra y de segunda división y lo eligen ustedes?», se ha preguntado.

Gil ha criticado que a los partidos de izquierda les parezca bien que menores tomen decisiones en materia de sexualidad, vida o para colgar fotos de su vida privada en redes sociales, pero no que puedan acudir a las corridas de toros.

Para el PP, la desaparición de la tauromaquia supondría una triple pérdida ecológica, económica y cultural, y defiende «que no se imponga, pero que tampoco se prohíba», ha concluido.

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