Julio Méndez, madera de torero
El extremeño protagoniza lo mejor de la tarde, y se clasifica a la final de mañana, junto a Álvaro Serrano, Pepe Burdiel, Simón Andreu, Javier Cuartero y Pedro Rufo
El Kilómetro Cero de las esperanzas taurinas
Julio Méndez fue el nombre propio de la segunda novillada del certamen Kilómetro Cero. Reaparecía de una cornada que sufrió en Ciudad Rodrigo hace tan solo quince días, y representaba a la Escuela de Badajoz, tierra de toreros, que muestra seguir teniendo una ... importante cantera. Le tocó en suerte el segundo de la tarde, un novillo de Ginés Bartolomé bien presentado, al que recibió a la verónica con mucho gusto y torería. Hizo una media de cartel y, tras un excelente quite por delantales, dejó su tarjeta de presentación.
El novillo cortó en banderillas y se lo puso difícil a los hombres de plata. Parecía sin definir e incierto, pero tras un vibrante inicio de rodillas en los mismos medios, toreando ya en redondo, se echó la muleta a la mano derecha y comenzó un festival del mejor toreo. Altura y distancia justas sacaron lo mejor de este novillo, que tenía bravura y emoción en la embestida. Todo lo pedía por abajo, y por abajo arrastró la muleta por los dos pitones. Tan a gusto estaba Méndez con el novillo dominado, que se confío y se llevó un revolcón, del que salió ileso. Cerró la faena con preciosos ayudados por alto y algún torero trincherazo. Una estocada delantera que retardó la muerte del animal, y el fallo del puntillero, enfriaron lo que hubiera sido un triunfo importante.
Volviendo al orden de lidia, el primero, de Hermanas Ortega, fue recibido a porta gayola por Jesús Yglesias, y colaboró en todo momento con la lidia que se le dio, demostrando nobleza y una movilidad que le llevó a aguantar un largo trasteo. Lo mejor que demostró el de la Escuela de Salamanca fue un buen concepto de toreo clásico y aseado manejo de la zurda, dejando alguna destacable tanda por el izquierdo. Fue una labor merecedora de un trofeo que, desgraciadamente, perdió con la tizona.
El tercero, también de Ginés Bartolomé, salió corretón y abantito, por lo que costó recogerlo con el capote a Sergio Rollón, con el que estuvo aseado. Más verde se le vio con la franela, iniciando por doblones sometedores a un novillo justito de fuerzas. A lo largo de un trasteo demasiado extenso, no acabaron entendiéndose ni novillo, ni novillero. Tampoco lo mejoró con el uso de los aceros.
Jairo López se fue a porta gayola a recibir al cuarto, de Hermanas Ortega. El novillo fue protestado durante el primer tercio por su trapío y su escasa fuerza. En el tercio de banderillas, que protagonizó el de la escuela de Anchuelo, se vino un poquito arriba, permitiendo a López lucirse con tres pares muy reunidos. Se agradece que en concursos de chavales de escuelas, alguno se anime a banderillear. La faena de muleta transcurrió sin emoción alguna, porque no la tenía el novillo, que no paró de mugir, y el joven novillero tampoco supo poner lo que le faltaba.
KILÓMETRO CERO
- Palacio de Vistalegre (Madrid). Sábado, 24 de febrero de 2024. Segunda novillada de Kilómetro Cero. Novillos de Hermanas Ortega (1º, 4º y 5º); y Ginés Bartolomé (2º, 3º y 6º).
- Jesús Yglesias , de blanco y oro. Pinchazo y estocada delantera y perpendicular (vuelta).
- Julio Méndez , de corinto y oro. Estocada delantera (oreja).
- Sergio Rollón , de grana y oro. Cuatro pinchazos y estocada trasera y caída (saludos).
- Jairo López , de azul marino y oro. Casi entera arriba tendida (vuelta).
- Rafael de la Cueva , de grana y oro. Estocada caída (saludos).
- Pedro Rufo , de purísima y oro. Tres pinchazos y golletazo (vuelta).
No levantaron la tarde el quinto, ni su matador. Muy justito de presencia y discontinuo en las embestidas, a veces haciendo hilo y otras parándose, todo envuelto de una sosería poco colaboradora. Rafael de la Cueva estuvo voluntarioso, alargando, tal vez en exceso, una tarea imposible. Entró a matar después de haber escuchado el primer aviso, dejando una estocada defectuosa.
Pedro Rufo, que debutaba de luces, recibió con buen toreo a la verónica al sexto novillo, de Ginés Bartolomé. El animal dio dos volteretas aparatosas durante la lidia, que tal vez lastraron su comportamiento posterior. A pesar de mostrarse desenvuelto con el manejo de la muleta y con la mente despejada, el lucimiento era complicado ya que le novillo embestía de manera discontinua, algo brutote, que le hacía, con la inercia, perder las manos constantemente. La ligazón era difícil, a pesar de lo cual, el pequeño de los Rufo dio una destacable tanda al natural. Lo peor, siguiendo la tónica de la tarde, vino con la espada.
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