Jarocho: «Gracias a la entrega, pude terminar toreando al sexto despacio»
ABC entrevista al novillero, tras desorejar ayer al sexto de la tarde, en la tarde más completa de lo que llevamos de ciclo isidril
Jarocho o cómo cambiar la vida por naturales

Volvía el miércoles por la mañana Jarocho a Las Ventas, ahora de paisano. La tarde anterior había sido fría y desapacible, pero nadie se quejaba del tiempo, a la salida de la plaza. Sólo se hablaba de la exigente e interesante novillada de Fuente ... Ymbro, de lo bien que habían respondido los tres novilleros, cada uno en su concepto, y del primer triunfador de San Isidro a pie: Jarocho. A base de buenas maneras, despaciosos naturales, cada uno más templado que el anterior, y un espadazo, el novillero reventó la Monumental madrileña. Debutaba en Madrid con una tranquilidad impropia de su edad, demostrando tener claridad de ideas y temple, dentro y fuera de los ruedos. Dos pañuelos asomaron del palco, y salió con las dos orejas en las manos en una multitudinaria puerta grande. Todos sus compañeros de la Escuela Yiyo bajaron a acompañarle, formando una inmensa chavalada.
Desde que llegó al hotel, el teléfono no paró de sonar. Le costó conciliar el sueño después de lo vivido, y se levantó temprano, porque aquí no se puede parar. Sabe que ha despertado la ilusión de muchos aficionados, y que la exigencia será cada vez mayor, porque ya ha demostrado de lo que es capaz. Su padre le acompaña en la entrevista. Si ya ser torero es complicado, ver a un hijo debe suponer un orgullo, pero a la vez un mal trago. Aunque Jarocho tiene clara una cosa: cuando se enfunda el vestido, deja de ser padre, para ser torero, y exige a Jarochito como al que más.
-¿Cómo vivió la tarde?
- Con mucha emoción. Desde que llegué a la plaza y la vi, me impresionó mucho, sobre todo ver tanta gente. Sentí el cariño de la afición al bajar de la furgoneta, me deseaban suerte. Luego, cuando llegué al patio de cuadrillas, se hizo larga la espera hasta que sonaron clarines y timbales, pero fue muy bonito todo. Con respecto a la corrida, fue una tarde muy importante. Poder sentir ese olé de Madrid es lo más grande que hay, y lo disfruté mucho. ¡Y con ese bonito desenlace, como fue la puerta grande, que fue mágica! Nunca había vivido ni sentido nada parecido.
-Debutar en Madrid y desorejar un novillo no es tarea fácil.
-Es toda una incógnita saber cómo vas a estar. Te presentas ante la plaza más importante del mundo, en la feria más importante del mundo como es San Isidro, y uno llega con dudas, en cómo va a calar tu concepto en la afición, cómo se va a dar una tarde tan importante, ver si vas a saber responder a las adversidades o no venirte abajo. Pero fue una tarde bonita de principio a fin.
-Bueno, fue bonita gracias a su capacidad, porque el novillo tenía guasa por el derecho, y al final acabó yendo largo por el izquierdo, gracias a su buen hacer. Hábleme de esa faena a Iluminado.
-El segundo novillo no fue fácil. Ya lo marcó desde el capote, y yo sabía que tenía que pasar algo. Mis compañeros habían puntuado anteriormente, habían echado una gran tarde los dos, y yo no me podía quedar atrás. Tenía que hacer algo, y me mentalicé para ello. En el comienzo de faena, el novillo mostró sus dificultades, yo creo que la gente las pudo ver. Y luego sí es verdad que acabó sacando un fondo bueno, sobre todo por el pitón izquierdo. Ahí pude disfrutarlo mucho y pegarle muletazos buenos, como siento, y la gente lo supo captar y se emocionó conmigo en la faena. Al principio, yo pensé que iba a ser otro tipo de trasteo, más de apretar, y que pasara lo que tuviera que pasar. No me imaginaba ese desenlace artístico, toreando tan despacio.
-Brindó esa faena a Fernando Robleño y Sergio Aguilar, sus maestros de la Escuela, a los que abrazó emocionado al asomar los dos pañuelos blancos del palco.
-Estoy muy agradecido a la Escuela por todo lo que han hecho por mí, tanto el año pasado como este año, hasta el día de hoy. Gracias a ellos he podido ir al campo, que no es fácil, y gracias ello he podido evolucionar, crecer como torero en el invierno. Los consejos que me han dado en todo momento desde que me he anuncié en los carteles creo que han sido fundamentales para la tarde de ayer. Aparte de grandes maestros, son grandes personas. Siempre los he admirado mucho por lo grandes toreros que son. Fue bonito brindar una faena tan trascendental a dos personas tan importantes para mí.
-Actualmente le apodera la Escuela, pero seguro que muchos apoderados se han fijado en usted. ¿Va a cambiar de mentores?
-La Escuela no dura para toda la vida. Ojalá pudiéramos estar respaldados por las Escuelas siempre, pero ahora toca mirar hacia delante, intentar buscar a alguien adecuado, y que, de la mano de un apoderado, pueda seguir toreando, evolucionando; porque, a día de hoy, es imprescindible tener un apoderado. Yo nunca he tenido uno, y espero que, tras lo de ayer, me pueda salir alguno.
-¿Qué sintió al ver a sus compañeros sacándole en hombros?
-El momento en el que me cogen a hombros y miro alrededor y veo toda esa gente, mis amigos del pueblo, todos los alumnos de la escuela, que la verdad que son unos fenómenos y me apoyaron un montón, fue súper bonito. Ver esas caras de felicidad saltando y gritando, me emocionó todavía mucho más. Fue muy especial poder cruzar la puerta grande a hombros con tanto cariño al rededor. Eso yo creo que es lo más bonito que hay, ser capaz de emocionar a la gente, toreando.
-¿Motiva o presiona tener a su padre a su lado?
-Mi padre me dice la verdad en todo momento. Es un privilegio que pueda venir en mi cuadrilla, ya que quiere lo mejor para mí, en ningún momento me engaña, siempre me dice la verdad. Es algo especial el poder llevar a un padre, que es matador de toros, en la cuadrilla. Espero que pueda seguir a mi lado muchos años más.
-Ya en Valencia destacó, ayer triunfó en Las Ventas. Además está anunciado en el Circuito de Novilladas de Madrid. Cuando termine San Isidro, hay otra novillada de triunfadores... ¿Qué espera de la temporada?
-Espero disfrutar cada tarde, seguir evolucionando. Seguir creciendo como torero, ahondando en mi concepto, en el toreo que me llena, y en ser capaz de emocionar a la gente cada tarde. Y por supuesto, poder ir a grandes plazas, grandes ferias, que también es otra manera de evolucionar y crecer.
Un niño que entró a la plaza de Las Ventas envuelto en el capote del maestro Fandiño, al que tantas veces acompañara su padre, salió convertido en héroe por la calle Alcalá. Seguro que el León de Orduña sonrío complacido desde arriba.
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