La bravura al revés en la goyesca del Dos de Mayo
Uceda y Robleño se estrella contra la mansada de Valdefresno y pinchan un posible premio de los dos toros de más opciones
«Ojalá salga la afición toreando por la calle de Alcalá»

Tocaba una de mansos el Dos de Mayo en Las Ventas. Mansos sin discusión, solemnes como el Himno Nacional que estrenó la Goyesca, aunque alguno acudió con su aquel al peto, metió la cara en las telas y ofreció ciertas opciones en una tarde ... que se adentró en el sopor. Huía la emoción como huían los de Valdefresno ante la mirada de la multitud: qué gran entrada.
Ya el que abrió plaza fue fiel a su estirpe y buscó sus querencias. En el lado opuesto le planteó con inteligencia la faena Uceda Leal, elegante y clásico como siempre. Pronto se puso a torear, que Cantarero poseía una nobleza que quiso aprovechar el de Usera. Pero cuando echaba los vuelos a izquierdas, el valdefresno dijo que nones. Hasta el umbral del 9 se tuvo que marchar para robarle una tanda con el poso que da la veteranía. La noticia vino con el fallo a espadas del agente 007 del toreo.
Hizo honor a su nombre Dudaguapo, con hechuras para embestir. Humilló en el capote de Robleño, pero acusó su mermada fortaleza y, para más inri, se pegó un volteretón de órdago. No tardó en asomar el pañuelo verde. Hecho cuesta arriba estaba el aleonado sobrero de Pereda, que andaba de costado. Para Isabel Díaz Ayuso, con un guiño de torería en su hombrera, fue el brindis. Estalló entonces una ovación, aunque la monumental se la había llevado ya la presidenta cuando apareció por el callejón entre piropos y palmas rotas. Con la montera en las manos de Ayuso, Fernando descorchó la obra en la mismísima Puerta Grande, pero este Pastueño era más de enfermería que de pórticos triunfales. Cómo iba a descolgar con ese esqueleto y esa alzada. Sobresalía su testa por la del pequeño gigante madrileño, que se entregó más que el toro. De pasar un trago en medio de aquel peligro silencioso hasta que lo pregonó. Parecía algo mejor por el zurdo, aunque este castaño, camino de los seis años, no descolgó ni por equivocación, tan engallado y revolviéndose cada vez más. Con descaro. Miedo daba la suerte final, pues nada ayudó Pastueño.
De la gloriosa reata del tabaco era el tercero, Pitillero, que no agradó al personal. Distraído, se marchó al burladero de los monosabios hasta que Serrano lo corrió para atrás en su sabia lidia. En el territorio de los areneros hubo de prologar Uceda con un toro en constante huida. Manso con avaricia. O bravo al revés, que escribió Joaquín Vidal en una mansada de Sepúlveda del otro siglo. Hizo bien en abreviar el matador, que lo cazó con mucha habilidad al hilo de las tablas. Tanto maldecía un partidario al rival, que prometió dejar el fumeque. La promesa sería para hoy, porque de ayer apuró hasta las colillas.
Tras aquel infumable Pitillero la esperanza de la familia del tabaco se depositaba en Cigarrero, otro toro que se desentendió de los capotes. Y eso que de vez en cuando colocaba la cara. Se adivinaba que el izquierdo era el mejor lado, y por ahí se centró de primeras Robleño. Transmitía este exigente valdefresno, al que presentó las telas con el pecho por delante hasta dibujar naturales de peso. Su paciencia y su técnica no fueron baldías: en el regreso al otro pitón se habían limado defectos. Cosas también de este encaste tan cambiante: ahora la embestida relucía a estribor. Porque fue precisamente por el derecho, mediada la labor, cuando se abandonó y creció. Relajado entre trincheras y cambios de mano que presentían el premio por una faena a más. Pero en la última calada, la de la hora final, se atascó y Cigarrero se arrastró intacto.
Las Ventas
- Monumental de Madrid. Martes, 2 de mayo de 2023. Corrida goyesca Más de 18.000 personas. Toros de Valdefresno y José Luis Pereda (2º bis, complicado), mansos; con clasecita el 1º y con transmisión el 4º.
- Uceda Leal, de rosa e hilo negro. Dos pinchazos y estocada trasera y atravesada (saludos). En el tercero, estocada (silencio). En quinto, estocada (silencio).
- Fernando Robleño, de blanco e hilo negro. Dos pinchazos y estocada caída. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo, otro hondo y estocada corta. Aviso (saludos). En el sexto, gran estocada (palmas).
Costoso fue el tercio de banderillas con Yegüesero I, que así se llamaba el quinto. Los optimistas lo veían bonito y confiaban en que el colorado embestiría. Los otros no apostaban ni un real por aquel búfalo del Serengueti. Y ni un pase tuvo. Por si no había bastante con el anterior, hubo doble ración de bautismo en el sexto, aunque la ración buena fue la de Sánchez y Revuelta a los palos. De sombrerazo. Como Yegüesero II iba con cierto son al trapo, la esperanza de la afición no se perdía... Pero este Valdefresno no quería nada. Media plaza se recorrió Robleño con un toro en constante huida. La bravura al revés.
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