Borja Jiménez, a corazón abierto con un toro de bandera de Fuente Ymbro
Con el mejor lote, de caudalosa casta uno, al que no terminó de gobernar, y de excelsa bravura otro, al que cuajó torero, sentido y de verdad, sale a hombros en su mano a mano con Luque, sin suerte después de entender perfecto a un primero que fue a más en su muleta
Así lo contamos en directo, toro a toro
![Encajado y profundo natural de Borja Jiménez al excepcional Tramposo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/20/BORJA5-R50EklTeYAkHDbsVzSp1MIJ-1200x840@diario_abc.jpg)
En hombros alzaron a un torero que se entregó de principio a fin. A corazón abierto Borja Jiménez, que cayó de pie en Vista Alegre. Porque cuando un tío ofrece todo lo que tiene –con sus distintas versiones–, no hay tendido que se resista. ... De visón y oro, como en su cita madrileña, se ganó el respeto de la afición bilbaína en una tarde a más. Si bien no terminó de gobernar al cuarto, el más encastado de la seria e interesantísima corrida de Fuente Ymbro –que rara vez decepciona con ese fondo de raza brava–, se desnudó en el sexto, al que le rebosaba la clase desde que su madre lo parió en San José del Valle, con un pitón izquierdo que derramaba las excelencias de la bravura. Pedía mando y caricias Tramposo, que así se llamaba.. Y así lo entendió el de Espartinas, sentido, hundido, toreando para el toro y para sí mismo. En calma, pero con el verbo querer imantado a su muleta como la estampita a la mesita de noche. Hubo una evolución inmensa ahora, transmutado en un torero pausado, con ese gusto que le fluía hasta detrás de la cadera y con ese sello que arrancaba oles como Lola las Flores. De consagración.
A la puerta de chiqueros se marchó para recibir al último, al igual que en los dos anteriores. Porque Borja no se guardó nada y, por no perdonar, no perdonó ni un quite. Lo que no tiene perdón es que pinchara a un ejemplar de tan lujosa clase y al que tan fantásticamente toreó. Pero ya se sabe que el mundo también se pone del revés, y ese borrón le privó de las dos orejas, que hubiesen rematado por todo lo alto su emocionante presentación.
Pero hablábamos de ese castaño último de un conjunto difícil de banderillear, en el que Juan Sierra se coronó con dos pares soberbios. Prendió luego Jiménez la chispa con un pendular, aunque fue el toreo despacioso y reunido el que desató un coro de «oooles». Bajo el sirimiri, cada vez más intenso. Qué excelente ritmo lucía Tramposo, con esa manera de colocar la cara, con ese galope que alegró en la distancia que pedía el toro. En los medios. Sonaba Gallito cuando Borja echó los vuelos al hocico y se abandonó asentadísmo, con la tela a rastras y encajando carteles de toros. Al natural. Para enmarcar en la eternidad de su medida y torera faena. Lástima el acero... Que contado está.
El sevillano se metió en el bolsillo al público, enloquecido hasta pedir el doble trofeo del cuarto, aunque Matías se mantuvo en su sitio y otorgó uno. Cierto es que el espadazo se lo merecía por sí solo. Pero no es menos cierto que, pese a tragar tela y a su firme disposición, no logró domeñar ni templar la embestida de Histérico, un fuenteymbro con muchísima importancia, un vendaval de casta, de imponente seriedad. Hubiese desbordado a más de uno y, quizá, no le hubiese venido mal un puyazo más fuerte y sacarlo más hacia el centro.
Cuerpo a tierra tuvo que echar en la portagayola a su primero y, de no ser por el quite de Varela, a estas horas estaría oliendo cloroformo en lugar de saboreando un triunfo clave en su vida. Listo anduvo con este escarbador y obediente animal –más despegado de tierra–, al que toreó poderoso y roto, con un zurdazo descomunal en el que crujían los riñones.
Pechos de culturista traía el número 69, tan cuajado como mermado de poder. Protestaron a Soplón, que así se llamaba. «¡Hay que devolver los inválidos!», «¡Esto no es Sevilla!», gritaban. Pero el palco lo mantuvo, a la postre con buen criterio, pues el toro criado en ‘Los Romerales’ escondía un fondo de casta extraordinario. Supo Daniel Luque profundizar en él y cuajó una faena de bandera. De las que marcan. A favor del toro lo hizo todo. Sin la muleta entera –Soplón le hizo un jirón– en una obra completa, sin una sola mácula. Ante tanta perfección no había rival que no se rindiera. Perdió pasos cuando era necesario, se plantó en una baldosa.... Lo convenció hasta el final, con naturales deletreados. Y se despojó en una luna de miel por luquecinas, creyendo, apostando por el enclasado Soplón. El de Gerena se tiró a matar, pero el resbalón de toro y de torero lo convirtió en un metisaca, que frenó un premio ganado con verdadera maestría. Con el vestido embadurnado de sangre –deberían darle el placer de limpiarlo a aquel de «¡arrímate!»–, saludó una gran ovación.
Quiso el destino que aquel primero fuese el animal de más clase del lote menos agraciado. Porque el quinto, sin estilo y a pechugazos, no regaló nada, y el tercero, de imponente velamen, se movió con la vista cruzada. Cómo sería Agualimpia que Iván García y Arruga pasaron las de Caín con los palos mientras el fuenteymbro desparramaba los ojos. Qué bien lo lidió Contreras y qué bien lo entendió el sevillano, que se lo trajinó por ambos pitones: a su aire y hacia fuerita en los inicios; apretándolo después cada vez más. Sorda su labor, pero muy meritoria, en un mano a mano en el que pintó verónica y media al ralentí y unas gaoneras de tremenda exposición. Sin embargo, la fortuna no estuvo de su lado en su regreso bilbaíno. Toda fue de Borja Jiménez, a corazón abierto.
Corridas Generales
- Plaza de toros de Vista Alegre. Martes, 20 de agosto de 2024. Tercer festejo de las Corridas Generales. Más de de 5.000 espectadores. Toros de Fuente Ymbro, serios, con fondo de casta –un torrente el 4º–, con mucha clase 1º y el excelente 6º; 3º y 5º, los peores.
- Daniel Luque, de nazareno y oro: estocada que sale al resbalar toro y torero (saludos); pinchazo, media caída atravesada (silencio); pinchazo y estocada desprendida y tendida (silencio).
- Borja Jiménez, de visón y oro: estocada recibiendo (oreja); estoconazo (oreja con petición y dos vueltas); pinchazo y estocada (oreja). Sale a hombros, pues el reglamento vasco lo permite con tres orejas, aunque no desorejara ninguno.
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