las ventas
La corrida de las grandes emociones de San Isidro
Adrián sale a hombros, Saldívar se deja matar y Lorenzo cae herido en un corridón de Santiago Domecq que vendió cara su vida y con un Contento de magnífica bravura
La Puerta Grande y la maldición de México

Inolvidable tarde de toros y toreros. La tarde de las grandes emociones con un corridón de Santiago Domecq que rebosaba casta y un ejemplar bravísimo que aún se está resistiendo a morir. Qué bella es la muerte del tótem sagrado: Contento se llamaba el ... ejemplar de entrega superlativa dentro de un enrazado conjunto, que se posiciona como claro triunfador de San Isidro. Contento era su bautismo y contento salió el gentío. Con sus temperamentales exigencias, embistieron seis de seis. «¡Enhorabuena, ganadero!», gritaba Madrid. Y eso en la capital son palabras mayores. Pletórico se marchó Fernando Adrián, que soñó la Puerta Grande, la abrió y su nombre suena ya con fuerza para la Beneficencia. Fue un triunfo que no a todos convenció, pero la mayoría lanzó laureles a aquel torero que se aupaba en volandas camino de la gloria.
Suelto había salido este quinto, que no quería peto, tónica de un encierro que fue a más en la muleta. Porque la casta siempre crece. Brindó Adrián a la afición y se plantó de hinojos con el pase cambiado, pero fueron los naturales los que desataron los oles de la hondura. Cómo embestía Contento, incansable y profundo. Se abandonó el discípulo de la escuela de El Juli en series largas y ligadas. Hubo algunas rotundas, con cambios de mano inmensos. Bramaba Madrid con el toreo y con el toro. Grandioso este Contento y sensacional ese epílogo por doblones. Muy bien anduvo el torero para lo poco placeado que está. Tan caliente se encontraba el tendido que ni el metisaca (¡en la otrora exigente primera plaza del mundo!) le privó de la oreja. Aplaudía emocionado el matador a Contento, que se ganó los honores de la vuelta al ruedo en el arrastre.
Media Puerta Grande había conseguido ya en el segundo, una pintura ensabanada y botinera, estrechita de sienes. Brindó a su madre, que vio cómo su hijo se la jugaba desde los pendulares a los naturales. Pedía distancia Costurero, pues en las cercanías protestaba y le faltaba ritmo. Con sus defectos y virtudes fue un animal de enorme interés, en el que Adrián anduvo asentado y queriendo. Sin pestañear se siguió la obra hasta las bernadinas finales. Aunque la petición no fue abrumadora, el palco le concedió la oreja u orejita.
La faena de torero macho tuvo apellido mexicano, Saldívar. Retumbó la voltereta en el mismísimo platillo. Nada más ponerse con el capote a la espalda se le vio cogido. Y no le perdonó Manosfinas. Brutal el impacto: como para partirlo en dos, con el pitón en el fajín verde. El valiente ni se miró y siguió con un quite por chicuelinas. Empujó en varas el toro criado en Garcisobaco, muy fiero en la muleta. De rodillas prologó Arturo en los medios con un pendular. Le concedió distancia luego, le bajó la mano y toreó con pasmosa verdad. Qué aplomo y qué derechazos al ralentí dibujó en un palmo de terreno. Varios sustos se llevó, hasta acabar completamente abandonado, con la testosterona rociando la arena, incluso ya atropellando la razón con ese aguante a puro huevo. Lástima que la espada cayese trasera y el premio quedase en rácanos saludos para tan bravo torero. Porque se dejó matar con un Manosfinas que vendió cara su vida.
De fea presencia y descompuesto viaje el cuarto, a la defensiva. Difícil parecía estructurar faena, pero la encomiable actitud de Saldívar hizo que este Sensible fuera a más en sus manos, con un fondo que pocos habían adivinado. Había que rendirse ante esa firmeza, tan poco valorada por el público, que dedicó tres palmas al torero mientras al toro le tributaban fuertes aplausos.
Feria de San Isidro
- Monumental de las Ventas. Miércoles, 31 de mayo de 2023. Decimonovena corrida. Dieciocho mil espectadores. Toros de Santiago Domecq, desiguales dentro de su seriedad, encastados con distintos matices de exigencias y entrega; vuelta al ruedo para el bravo 5º.
- Arturo Saldívar, de carmelita y oro. Estocada trasera desprendida (saludos). En el cuarto, estocada desprendida (tibias palmas).
- Fernando Adrián, de blanco y oro. Estocada caída (oreja con protestas). En el quinto, metisaca en los bajos y estocada (oreja).
- Álvaro Lorenzo, de gris plomo y oro. Pinchazo, estocada y descabello. Aviso (silencio). En el sexto, estocada. Aviso (petición y vuelta).
Aunque sin tanta transmisión, también sacó su fondo el lote de Álvaro Lorenzo, correcto en su impecable técnica. Pedazo de lidia se marcó Curro Javier -se desmonteró con Raúl Ruiz -al sexto, que prendió en el segundo pase al toledano. Con una cornada de quince centímetros en el muslo y la cara barnizada de sangre por una herida en el mentón, se mantuvo en el redondel hasta desgranar fenomenales tandas. Lorenzo paseó el anillo antes de pasar a la enfermería. Al otro lado, Adrián y el mayoral, que saludó una ovación, tocaban el cielo de Madrid. Qué Contento corridón. Con sus distintos matices, ¡seis de seis! Y con apellido Domecq. Anda con la fecha tapada de la feria...
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