FERIA DE OTOÑO
Roca Rey vuelve a nacer en la más durísima tarde de soledad: cornada de 30 centímetros
Con la plaza convertida en un campo de batalla, sufre una terrorífica cogida en la seria y complicada corrida de Fuente Ymbro
Albert Serra: «Es tanta la verdad que no se puede ser torero y actor al mismo tiempo»
![Roca Rey, prendido por la chaquetilla por el segundo toro de Fuente Ymbro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/06/roca7-RnN4YgGap2CiyKGwCWq60aK-1200x840@diario_abc.jpg)
Andrés Roca Rey volvió a nacer en el más duro campo de batalla. Por los toros y por el público, dividido en dos bandos, con amplia mayoría de los que coreaban al peruano. Fue la más cruda 'Tarde de soledad', la última de ... su temporada. Las cámaras de Albert Serra, el cineasta que ahora mira a la cara del toro –que no es otra que la de la vida – con una Concha de Oro, se hubiesen acercado más que nunca a la muerte. Terrorífica la cogida: Soplón prendió al peruano por la chaquetilla, a la altura de la hombrera, mientras los pitones volaban por el pecho y la nuca, por el corazón y la cabeza. Si no se la arrancó, fue porque hay un Dios. El grito de horror, ese «aaay» sin fronteras –el miedo no las conoce–, era un coro aterrado que tardará en desaparecer de las entrañas. Asustados aún, temblorosos, los aficionados leían el parte en la ventanilla de la enfermería: Soplón le perdonó en la zona alta de su cuerpo, pero no en la media y, cuando lo izó por los aires, le propinó una cornada de dos trayectorias que afectaba al muslo y el glúteo.
No fue solo la carne abierta, sino la bilis que se vertía desde el sector más intransigente, que perdió el respeto a un hombre mientras se jugaba las femorales frente a un animal cada vez más orientado. No vamos a descubrir ahora su poca simpatía hacia el mandamás, pero el ambiente se cargó cada vez de mayor hostilidad, como si los cañonazos no los disparase solo Soplón, sino también una parte del 6 y del 7. Con mucho ruido, con las venas hinchadas, con la atmósfera tan caldeada que el resto de la plaza, al unísono, se alzó contra ellos al grito de un «¡fuera, fuera!» de elevados decibelios.
Espeluznante la cogida sufrida por 𝗥𝗢𝗖𝗔 𝗥𝗘𝗬 con el primero de su lote de Fuente Ymbro.#LasVentas #FeriadeOtoño2024 pic.twitter.com/u3KvG9IfP3
— Plaza de Las Ventas (@LasVentas) October 6, 2024
Curiosamente, el percance sobrevino cuando Roca toreaba con abrumador asiento, en una tanda diestra de zapatillas de plomo y de superior gobierno, pero en el remate de pecho Soplón lo cazó con toda su violencia cinqueña recién cumplida. Nada por alto quería esta prenda, que se había arrancado como un obús al caballo de Sergio Molina, que aguantó toreramente. Luego hubo cierto desorden y comenzó a hervir la división antes del brindis. De rodillas se echó en la arena. Por delante y por detrás. A esas alturas nadie dudaba de que allí se viviría un encuentro a sangre y fuego, de toma y daca. Mando y dominio exigía. Y así fue la apuesta del limeño, con el compás abierto, con el toque y la muleta poderosa, con el aguante de las miradas de Soplón, que en nada se parecía al que indultó Finito de idéntico nombre. No tardarían mucho en recriminarle la colocación los mismos que luego lamentaban no poder verlo en el segundo de su lote (el peor, por cierto). Se prendían las luces de los focos y la mecha de la gresca aumentaba. Eran las siete menos diez cuando Andrés regresaba a la vida. Para contarlo en primera persona. Dividida entonces en dos bandos la grada, Roca se perfiló para matar: pinchó, pero igual dio. La oreja iba herrada en su verdad de torero y también como bofetada a quienes lo increpaban. Con el trofeo conquistado en aquella guerra, emprendió por su propio pie el camino de la enfermería. Como desnortado, como grogui, cojeando ostensiblemente. ¡Qué paliza!
Feria de Otoño
- Monumental de las Ventas. Domingo, 6 de octubre de 2024. Sexta y última corrida. Cartel de 'No hay billetes'. Toros de Fuente Ymbro, tremendamente serios y musculados, duros, con peligro, muy exigentes y complicados.
- Paco Ureña, de rosa y oro: estocada defectuosa y dos descabellos (ovación tras aviso); estocada caída (saludos); pinchazo y estocada baja (ovación de despedida).
- Andrés Roca Rey, de caldero y oro: pinchazo y estocada (oreja tras dos avisos). Pasa a la enfermería.
- Víctor Hernández, de blanco y oro: estocada tendida (oreja tras aviso); metisaca, pinchazo y estocada (saludos).
- Parte médico: Andrés Roca Rey fue operado en la enfermería de la Monumental de «una cornada, de pronóstico grave, en la cara posterior del tercio proximal del muslo derecho, con dos trayectorias, una hacia delante de 15 centímetros, que produce destrozos en músculos isquiotibiales y contusiona el nervio ciático, y otra hacia dentro de 15 centímetros, que produce destrozos en el músculo del glúteo mayor».
Nunca más saldría del hule, donde tendrían que operarlo con anestesia general. Allí pudieron acabar los otros dos matadores y Valladar en una tarde en la que se sucedieron los milagros. Mano a mano se quedaron en el ruedo Paco Ureña, meritísimo con su entrega descarnada y dos naturales soberbios, y Víctor Hernández, que puntuó con una imagen de formidable serenidad, buen toreo y un valor para competir en los circuitos grandes. Y no frente a cualquier conjunto: anda que se alivió la máxima figura... Serísima la de Fuente Ymbro, más propia de Pamplona, muy dura y con tremendas complicaciones, con toros orientados y con un peligro que recordó a las alimañas de la A que coronará la temporada venteña.
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