![Diego Urdiales en Dax](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/19/fe2de22d-141e-42bd-a17f-9a302fa65087-RyrmZfJbGt0kJZNgWmj2dCJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Después del éxito del encuentro entre las dos figuras consentidas de Dax, el 14 de agosto, llegó la cumbre al día siguiente, en gran parte gracias a la bravura de la corrida de Santiago Domecq - dos toros de vuelta al ruedo y uno de ... indulto - servida por las virtudes de los toreros: la conducción soberana de Perera en el primer toro, manifiesta en dos cambios de mano de libro, y el respeto por Clemente de la distancia que requería el astado para expresar su grandiosa acometividad y prestarse después a unas ligazones incansables, que cortaban la respiración. Delicado, sexto de reserva, sacado por la providencia, y el torero de Aquitania estuvieron a la altura el uno del otro. Por fin rugieron los oles del público y éste, puesto de pie bajo el impulso de la emoción, exigió el indulto.
La tarde del día 16 bajó de tono, por el juego desigual de los Victoriano del Río, y también por el efecto de la resaca. Sin embargo, merece ser destacada la labor muy seria, sin alardes, de Roca Rey, que logró mantener en su muleta, y tirar de él, a su segundo toro, tardo y reticente. Morenito de Aranda, por su parte, se consagró ante la afición de la ciudad landesa cortando una oreja en cada uno de sus toros y saliendo a hombros. Dispuesto a todo, desde la porta gayola de recibo hasta el estoconazo final, aprovechó la bravura y nobleza de su primero, que se arrancaba de largo al caballo y a los engaños, para torearle con temple y pulcritud. Su otro oponente fue un manso con casta, que huía del caballo, pero bajo el peto empujó como un desesperado hacia el centro para librarse del bulto, no queriendo ya salir. En la muleta, más que embestir pegaba arreones, que Morenito aguantó con torería, construyendo incluso con ellos varias series muy decorosamente ligadas, que levantaron los tendidos.
La tarde del 17 de agosto, algo lluviosa, ofreció bellos momentos, pero no pudo ser redondeada por los fallos con las espadas y por los toros de la Quinta, nobles, pero de juego variado. Diego Urdiales conmemoraba el 25 aniversario de su alternativa en esta plaza y fue homenajeado con la medalla de la villa. El diseño purísimo de sus verónicas y sus naturales, que florecieron poco a poco en su primer toro y compusieron una antología de este pase en el segundo, siendo profundos y llevados hasta el último punto, iluminaron su tarde, sin encontrar todo el eco que merecían por parte del público. Daniel Luque, en cambio, tuvo enseguida el personal de su parte por el manejo impecable de su capote. Destacaría unas chicuelinas con manos bajas, exquisitas, esbozadas y casi no rematadas, como si sobrara el último tramo. Con la muleta impuso su mando, privilegiando la verticalidad, ligando en redondo y templando, todo con fluidez, sin forzar nunca el gesto. El toro empleó su casta para defenderse, pero el torero lo volvió a recoger y a mecer.
Fernando Adrián se presentaba en esta plaza y hubiera entrado de lleno al no fallar con los aceros. En su muleta merecen ser anotados unos cites de largo - lo que requerían sus toros - y unos pases encadenados con empaque e intensidad.
La tarde de clausura, con el canto melancólico del adiós a la feria, entonado por las peñas en el ruedo y por toda la plaza, el Agur Jaunak, mantuvo su interés. Esto se debe a la estampa y al comportamiento de los toros de Pedraza de Yeltes, muy considerados por la afición del suroeste francés, buenos casi todos y el sexto de vuelta al ruedo. Esa tarde hubiera podido ser culminada por nuevas salidas a hombros si las espadas, una vez más, no hubieran fallado. Román tuvo una actuación muy sólida y dejó una gran impresión, y Adriano, muy solvente y entregado toda la tarde, hubiera cortado sendas orejas si hubiera acertado con el acero.
El balance es más que positivo: lleno absoluto en las cinco tardes, ocho salidas a hombros incluyendo los ganaderos, tres toros de vuelta y un indulto sin contar los aplausos en el arrastre. ¿Cuál es la receta de un éxito tan rotundo? Yo lo explicaría, esperando no pecar de chovinismo, por varios ingredientes que entran en la organización de las corridas en Francia. Una organización, en primer lugar, en manos de la afición local con el patrocinio del ayuntamiento. Es el caso en Dax de la comisión taurina, actuando sin fines lucrativos, que construye los carteles eligiendo los toros y los toreros en función de los gustos de la tierra, en contacto permanente con las peñas. Aquí se busca y se logra un equilibrio encomiable al hacer que los toreros esperados se midan con toros que reúnan las exigencias de la casta y las oportunidades de la bravura, superando la dicotomía reductora torismo-torerismo. En último lugar se procura mezclar en los carteles figuras consagradas y jóvenes promesas, o diestros a los que hay que brindar la posibilidad de recuperar su sitio. Componente imprescindible es el conjunto del público de la plaza, siempre muy atento, impaciente de disfrutar del espectáculo y de aplaudir los aciertos de lo que acontece en el ruedo, aunque a veces se equivoque. Nadie es perfecto en este mundo.
En la feria de Dax, este año, la ensaladilla ha sido bien alineada y ha reunido todos estos condimentos.
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