Y los ultras antirroquistas se marcharon felices de Colmenar
En medio de un enrarecido ambiente y con Francisco de Manuel como triunfador en el mejor sexto de una mansa corrida, el peruano pasea una oreja con protestas; Almeida, aclamado por el público, se lleva una ola de ovaciones
El triunfo de Castella y Talavante en la Corredera

Un baño de ovaciones se llevó José Luis Martínez-Almeida a su llegada a la Corredera. Acompañado de su pareja, Teresa Urquijo y Moreno, saludó a los acomodadores y a los del tendido, a los de barrera y contrabarrera. Y en uno bajo, pegado a ... la reja de sol y sombra, presenció el espectáculo. Enrarecido el ambiente, con un sector minoritario pero gritón en contra de Roca Rey. Como si los tentáculos de los anti-Roca de Las Ventas se hubiesen extendido hasta Colmenar para atizar al peruano. «Los mediocres se van felices hoy, pero qué buen torero es. Si fuese un torero de los 70, no podría salir a la calle», decía José Carlos Arévalo.
Contentos se marcharon los ultras antirroquistas: ni la plaza se llenó (cinco mil personas se citaron en un martes laborable, que no son pocas ya con unos apurando los últimos resquicios de sol y playa y otros de regreso a sus puestos de trabajo) ni se marchó a hombros, aunque cortase una oreja... Entre protestas.
El triunfador fue Francisco de Manuel, que desorejó al de mayor transmisión y más fondo del decepcionante conjunto ganadero. En el broche arregló la tarde con una entonadísima faena: notables muletazos, buena estructura, listo epílogo y estoconazo. Las dos orejas de la puerta grande fueron del torero que Colmenar ha adoptado como suyo.
Alguno quería sacar también a hombros a Almeida, que hizo un brindis manolito en mano. Más que los espadas (hasta que llegó lo del sexto) conectó con el público. Con permiso de Juan Carlos Rey, que sopló dos grandes pares al contado último, Alcahuete de nombre.
La corrida había arrancado con un corretón primero, que se pegó también unas cuantas carreras en la lidia. Metió la cara Divertido en el prólogo de faena, aunque se puso escarbador y con esa tendencia mansita. Reacio a embestir, obedeció a derechas y se quedó más corto y probón por el zurdo, por donde el alicantino aligeró. Con el castaño aculado en tablas, lo mató con habilidad pero feamente.
Se mosqueó un sector por la agradable cara del segundo. «¡Toro, toro!», gritaban. Otro manso era este Emperador, con el que se las veía el Rey, que ya desde la apertura se puso a mandar. Fuera de las rayas, le concedió distancia en la media altura. Asentado. Templado. Toreando a favor del zacarías, que acudía con clasecita, mejor en sus manos. Menos ritmo tenía por el zurdo, por donde terminó sometiéndolo pese al viento. Como haría también en el sentido de las agujas del reloj, milimétrico. Pero el ambiente estaba crispado por esas voces que sacudían al resto de la plaza. Roca, a lo suyo, se metió entre los pitones con el rival ya desfondado. Se cayó la espada y se enfrió la petición, aunque el palco la estimó suficiente y le entregó la oreja entre la división.
Guapas hechuras y otro aire traía el tercero, al que Francisco de Manuel ahogó demasiado. Dispuesto anduvo pero sin apenas decir nada, aunque el arrimón calentó algo. Entró a matar con la muleta muerta, pinchó y saludó una ovación.
Feria de Colmenar Viejo
- Plaza de toros de la Corredera. Martes, 29 de agosto de 2023. Última corrida. Cinco mil espectadores. Toros de Zacarías Moreno, correctos de presencia -bajó el 2º-, mansos en general; destacó el 6º.
- José María Manzanares, de azul marino y oro. Estocada enhebrada y estocada caída (silencio). En el cuarto, siete pinchazos y estocada (silencio).
- Roca Rey, de noche y oro. Estocada caída (oreja). En el quinto, pinchazo y bajonazo (pitos).
- Francisco de Manuel, de esmeralda y oro. Pinchazo y media tendida (saludos). En el sexto, estocada (dos orejas).
Un vendaval se levantó en el cuarto, tan rebrincado. Se movía la muleta XL de Manzanares, difícil de domeñar por el viento y, por lo tanto, imposible para corregir defectos del deslucido animal. Se justificó el alicantino, al que pedían que matara pronto a Ceniciento. De pinchaúvas con el acero
Descompuesto y geniudo el quinto, con el que Roca no anduvo nada cómodo y al que despachó en los bajos. La sonrisa de los ultras anti crecía...
Andando se marchó el peruano mientras a De Manuel lo aupaban en volandas.
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