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César Rincón y la historia de su primera vez al lado de Paco Camino

Cuando la gran figura de Colombia era un niño, que el maestro de Camas el que invitó a torear en un tentadero al que acudió con su padre

La figura de las doce Puertas Grandes

César Rincón, de niño, en el primer tentadero de su vida junto a Paco Camino ARCHIVO CÉSAR RINCÓN
Rosario Pérez

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Julio ha sido un mes durísimo para la familia del toro. De muerte en muerte. César Rincón lo sabe. César Rincón lo ha sufrido en su verano más doloroso: hace menos de una semana despedía a su padre, Gonzalo, y ahora dice adiós a Paco Camino, el torero de su primera vez. «La primera vez que toreé en mi vida, como maletilla, fue en un tentadero en la Nacional, la ganadería de Fernando Reyes. Fui con mi papá, llevaba mi espadita de madera. Y el maestro dijo: 'Venga, que salga el niño'. Y como la inocencia es atrevida salí. Fue un momento mágico. Yo tendría doce años y nos hicimos una foto, que es una de mis preferidas».

Esa fotografía se sitúa en uno de los lugares de honor de su finca. Y estuvo a punto de repertirse en su alternativa. Paco Camino iba a ser el padrino del César del toreo, pero un percance se lo impidió. «Fue por cuestión de ocho días, que era cuando iban programando los Lozano los carteles en Bogotá. Me hacía ilusión que fuese mi padrino, ya que estaba esa cosita de mi primera vez con el maestro en el campo, eso que nunca se olvida. Como tampoco olvidaré mi alternativa, que fue un cartel precioso».

Ya luego no podrían compartir cartel: «Yo, claro, empiezo a triunfar más tarde. Le tenía una admiración profunda. Luego, la historia es tan linda que volvió para dar la alternativa a su hijo». Y se refiere a su dimensión: «Era el Niño Sabio de Camas, con esa facilidad, con esa competencia con grandiosos toreros como El Viti, Antonio Ordóñez, Curro Romero... En aquella época era un ídolo para muchos niños, como ahora lo puede ser Andrés Roca Rey. O Morante. Deja una huella indeleble».

«Está siendo una época muy dura». Al luto por su padre, don Gonzalo, se suma el de la estocada a la Fiesta Brava en su Colombia. «No podemos continuar dormidos, no podemos dejar que muera nuestra cultura».

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