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David Galván, el único que no se aburrió (y no nos aburrió) en la mansada

El gaditano firma la faena más bella con Rizoso, el mejor toro de la mansa corrida de Alcurrucén

Hasta que llegó el tsunami de la izquierda de Talavante con un torazo de casi 700 kilos

David Galván, en el epílogo de faena a Rizoso Plaza 1
Rosario Pérez

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Pongan a David Galván en las ferias de norte y sur, señores empresarios. Inyecten aire limpio al escalafón. Con más de una década de alternativa cuenta el gaditano, pero cuando su figura apareció un halo de frescura impregnó la arena. Qué buen torero, capaz ... de llenar el escenario, capaz de difuminar una desbravada corrida –que no de taparla, eso no lo hubiese logrado ni Joselito resucitado–, y de que se hable de más de su preciosista obra que del petardo ganadero. «¡Sálvese quien pueda!», gritaron. Y allí el que se salvaba era un tío que había entrado por la vía de la sustitución –en el puesto de Manzanares, aquejado de una neumonía vírica– después de su grandiosa faena con la corrida del Torero. Sin ser de la plenitud que aquella, otra vez dejó una ilusionantísima imagen con el mejor toro, el único que se salvó del conjunto de Alcurrucén, en el que entraron dos del Cortijillo, aunque, a la postre, sólo se lidiaría uno al asomar el pañuelo verde ya en el primer capítulo del largo y aburrido espectáculo: de bostezo en bostezo.

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