el var del tendido
¡Yo estuve ahí! (…pero lo veré luego)
Los eventos públicos ya no se viven, se graban y se comparten en redes sociales
Daniel Luque, capaz de sacar faena a los bueyes de Florito

Desde que los móviles se convirtieron en almacenes de recuerdos en vídeo, ya pocos asisten a un espectáculo con la intención de dejarse sorprender y emocionarse con lo que sucede en el escenario (en este caso, la arena de Las Ventas). Parece que ahora es más importante alardear en redes sociales de que se estuvo ahí, quizá con la suerte de que resulte una histórica para poder sacar pecho, que guardar en la memoria todos los detalles que sólo el ojo humano puede captar. Más aún, si esos recuerdos van conectados directamente con un ASMR, algo que no se puede alcanzar viendo un vídeo en el móvil.
Pero, ¿qué es un ASMR? Me lo explicó Emilia, mi vecina de localidad, una joven aficionada colombiana que sabe de todo. «Técnicamente, es una Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma», dijo. Y aclaró, «mejor dicho, es un orgasmo cerebral, ¿si me entiendes? Es ese cosquilleo que te entra en el cuerpo cuando Morante da una de esas verónicas que estamos esperando, por ejemplo».
Y es verdad, eso sólo se consigue cuando conectas tus sentidos con lo que estás viviendo y te desconectas de la red. Mucho más, si se trata de un arte efímero como el del toreo. Por eso se llenan las plazas, como hoy en Madrid, que volvió a agotar sus localidades. Lo otro sólo sirve para decir «Yo estuve allí», aunque nunca se hayan enterado muy bien de lo que pasó y, seguramente, jamás vuelvan a ver el video que grabaron.
Entonces, Sebastián Castella tumbó al tercero de un espadazo para cortar una oreja y un aficionado de los tendidos altos del 2, mientras sacaba el móvil para grabar la vuelta al ruedo del francés, aseguró en voz alta «¡entrará en la Beneficencia!» Pero no es verdad, porque el francés, aunque sea hasta ahora el triunfador más sólido del abono, torea ese mismo día en Istres y el cartel de una de las corridas más importantes de la temporada, a falta de dos días para que termine la feria, sigue abierto, aunque se prevé la presencia de Emilio de Justo y Fernando Adrián. Así, una puerta grande de Paco Ureña en el mano a mano del domingo le pondría automáticamente en el cartel.
De pronto, después de que Uceda Leal paseó la oreja del cuarto, los móviles volvieron a salir de los bolsillos apuntando a la arena. Morante se preparaba para recibir al quinto, había silencio y se alcanzaba a escuchar el «pin» electrónico que anunciaba el comienzo de la grabación. Duraron poco los teléfonos en lo alto, lo mismo que las voces del siete tardaron en salir protestando la falta de fuerza del toro y los vecinos del palco, apartando el gintonic de su boca, en maldecir la poca fortuna de José Antonio en los sorteos madrileños. «¡Si es que no puede ser, no le ha embestido ni uno!», se enfadaban.
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Lamentablemente, aquella verónica de Morante, la del ASMR, nunca llegó. Pero sí que tuvimos un momento de escalofriante estremecimiento, cuando el sexto elevó a Castella entre los pitones con una violencia tremenda. Entonces, afortunadamente, nadie tenía el móvil en la mano.
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