FERIA DE BURGOS
La absurda psicosis del indulto: Vendijoso, el único potable de una mala corrida de Juan Pedro
Emilio de Justo logra los máximos trofeos tras una faena encajada y de relajo
Enrique Ponce regresa a la feria que se quedó sin verlo por su retirada en 2021
Cuando las corridas empiezan con reconocimientos, entrega de premios y demás, hay que cruzar los dedos. Y así comenzó la tercera de San Pedro. Juan Pedro Domecq recogió el premio al toro más bravo del año pasado, aquel Rencoroso indultado por Daniel Luque, mientras ... que Ponce recibía los parabienes de la empresa y de las peñas. Que si su debut en el 91, sus nueve puertas grandes, las casi treinta orejas y no sé cuántos rabos. Mucho por delante y poco por detrás, pues el ganadero no apechó con una corrida que recordara, al menos en las formas, a aquella apoteosis del 23.
La corrida fue a trancas y barrancas, es decir, de mal en peor. Los juampedros por no lucir no lucían ni estampa. Dónde está el prurito ganadero de traer una corrida pareja y bien presentada para cumplir con esta afición que hace un año lo subió a los altares. Mucha desigualdad, con diferencias de más de cien kilos de unos a otros, con un segundo que más que juampedro era un juampedrito, un zapato no, un patuco.
Pero dicen que todo está bien si bien acaba, y al final, en sexto lugar salió Vendijoso con sus 545 kilos y más ganas de embestir que sus hermanos. Lo hacía con alegría y su matador, Emilio de Justo, estuvo acertado. Comenzó la faena de muleta de rodillas en los medios de forma rutilante y siguió toreando encajado por el pitón derecho. No le sobraba la fortaleza al astado y el extremeño jugó con los tiempos y las distancias para torear relajado en una faena que fue a más ante un buen toro. Cuando lo llevó por el derecho con la muleta sin ayuda comenzaron a sonar algunos pitos pidiendo el indulto. La buena gente en fiestas se contagió y cuando se disponía a entrar a matar la plaza era un barullo. Muchos a favor, pero también aficionados cabales que se echaban las manos a la cabeza ante lo que se presumía. Y llegó. El presidente no quiso, o no pudo, aguantar la presión y sobre la balconada asomó el pañuelo naranja que indultó a Vendijoso.
En el callejón todos contentos, con Juan Pedro saliendo al ruedo a recibir el abrazo de Emilio de Justo, al que le entregaron los máximos trofeos, simbólicos, eso sí. Ya nadie se acordaba de la impropia corrida que había traído a Burgos, en la fachada y después en su comportamiento con toros ayunos de casta y de empuje.
Nadie sabe a quién beneficia esta sicosis del indulto. A la verdad de la Fiesta no, pues para que un presidente saque el pañuelo naranja es necesario que un toro bravo, bravo, haya peleado con casta y embestido con todas las bendiciones del legado de su sangre. Todo lo demás es una parafernalia de la que se está abusando demasiado en aras a no se sabe bien qué intereses.
Y hasta llegar al sexto y su celebrado indulto, hubo que pasar un quinario con cinco toros ante los que se estrellaron Enrique Ponce recibido y despedido con cariño y Daniel Luque. Los dos lo intentaron frente a astados con escaso fuste y nula entrega que no les permitieron más que despacharlos con dignidad y poca brillantez. Y eso que Luque hasta se llevó una facilona oreja del quinto por una faena con ganas en la que se justificó plenamente y estuvo por encima de su enemigo. Rencoroso se llamaba, como el indultado del año pasado, pero que se parecía tan poco…
FERIA DE BURGOS
- Plaza del Coliseum. Lunes, 1 de julio de 2024. Tercera de feria. Casi lleno. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, desiguales y descastados, excepto el buen sexto que fue indultado.
- Enrique Ponce, de negro y oro. Tres pinchazos y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada. Aviso (ovación).
- Daniel Luque, de verde y oro. Estocada (ovación tras petición). En el quinto, estocada (una oreja).
- Emilio de Justo, de azul y oro. Pinchazo y estocada (oreja). En el sexto, máximos trofeos simbólicos. Salió a hombros con el ganadero y el mayoral.
Por su parte, Emilio de Justo se llevó el mejor lote, con un tercero al que toreó bien de capa y en una faena de muleta en la que le sacó todo el partido en un tono de sobriedad ante un toro al que le costaba repetir las embestidas, y al que le recetó un final con más alegrías que le valió para pasear un trofeo. Con el sexto, ya está dicho, bien hasta esa absurda sicosis del indulto. Con todo ofreció una excelente dimensión de torero en sazón.
Al final, torero y ganadero a hombros, con el mayoral de Juan Pedro incluido, para que nada faltara en el final festivo.
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