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ABC Cultural

Martín Burgos y Diego Ventura, por la Puerta del Príncipe

SEVILLA. Dos torbellinos en el ruedo. Uno, Martín Burgos, con un ímpetu arrollador. Otro, Diego Ventura, que a la juventud que posee ha añadido una madurez profesional que ha atemperado su toreo. El primero, que se presentaba en el coso del Baratillo, derrochó entusiasmo en todo momento. El segundo, ya curtido en plazas de responsabilidad, mostró ayer su cara más clásica dentro de su espectacularidad. Y junto a ellos, no se olvide, una gran faena también de Andy Cartagena, que perdió la Puerta del Príncipe por el mal manejo de las armas toricidas. Hay que apresurarse a escribir que la plaza registró una gran entrada. La mejor de estos tres días. Tienen tirón, y mucho, los rejones. Es verdad que es otro tipo de público pero, al fin y al cabo, público aficionado a los toros y a los caballos.

Joao Moura anduvo, además de fácil, centrado y certero. Pinchó antes de dejar un rejón trasero y dio la vuelta.

Leonardo Hernández se encontró con un astado que, de salida, tuvo muchos pies, aunque tuvo que bregar lo suyo para que no se le fuese a tablas. El triunfador de la pasada Feria de Abril volvió a demostrar su magisterio si bien en esta ocasión su quehacer tuvo altibajos. Más parado de salida fue el que le correspondió en suerte al jerezano Luis Domecq. Cumplió con las de castigo y el mérito principal de su labor estuvo en llegarle muy de cerca a un toro algo quedado.

A por todas, desde el principio, salió Raúl Martín Burgos. Tuvo el toro más colaborador, acometiendo con vibración y persiguiendo las cabalgaduras. Ello permitió que el madrileño se explayase en las banderillas a una mano, espectaculares en preparación y ejecución, astas y las «rosas» también al violín. Un pinchazo precedió a un rejonazo del que murió el toro de forma espectacular. Petición mayoritaria de las dos orejas. A una gran altura rayó también Andy Cartagena, que estuvo eficaz con los rejones de castigo y con mucha precisión en las banderillas a una mano. Al igual que Ventura, se ha atemperado y está en un momento de madurez francamente bueno. Junto a Martín Burgos, Diego Ventura volvió a dar una gran tarde.

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