Éxito de la confirmación del español Antonio Barrera en La México

Siguen menudeando los éxitos en la temporada 2001-2002 en la Monumental Plaza México, con el triunfo del mexicano Alfredo Gutiérrez y el español Antonio Barrera, que cortaron dos y una orejas, respectivamente.
En la misma corrida, el también mexicano Miguel Espinosa «Armillita», con un lote malo, sólo cumplió sin excelencias. En tarde nublada, con poco aire y un cuarto de entrada (unas 10.000 personas), se lidiaron seis ejemplares de De Santiago, bien presentados, de los que el primero, tercero y quinto fueron magníficos, manso el sexto, áspero el segundo, y se paró en el tercio final el cuarto del festejo.
ÁSPERO
Armillita no tuvo manera de lucir sus buenas calidades y su clase. Su primer toro, áspero, con un derrote muy seco no le permitió destacar. Mató de pinchazo y estocada. Palmas tibias. El cuarto sólo tuvo seis muletazos, se paró y el diestro hizo el esfuerzo sin el reconocimiento del escaso público. Pitos al toro y al torero.
LOTE EXCELENTE
Gutiérrez, en cambio, tuvo un lote excelente. El chamaco supo aprovecharlo. En el primero trasteó bien con el capote y realizó faena no muy limpia, con destellos y una estocada que le significó una oreja. Mejor estuvo en el quinto, con el capote, banderillas y un trasteo que resultó el mejor estructurado de la tarde, con series bien logradas y eslabonadas. Partió en dos al toro con gran estocada, orejas con petición de otra.
Barrera cayó de pie. Es un torero valiente que no escatima esfuerzo, que salió a por el éxito y lo logró claramente. No es un torero de corte ortodoxo, pero impresiona. En su primero, elaboró un trasteo de altibajos. Mató con pinchazo hondo y dos descabellos, y se anotó una vuelta al ruedo.
Con el sexto, manso, Barrera se puso en el sitio, logrando interesar profundamente al público por su aguante. Dos avisos de tiempo, pinchazo al citar a recibir y estocada y una oreja.
Salieron a hombros Alfredo Gutiérrez y Barrera, y se desmonteró el peón José Antonio Contreras, siendo ovacionado Beto Preciado, que bregó como un maestro, y el picador Efrén Acosta, que picó al cuarto como mandan los cánones.
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