Emilio de Justo: «Lo último que debe dar un torero es pena»
El extremeño, triunfador de lo que va de temporada, torea hoy en Leganés y ha entrado por la vía de la sustitución en el San Isidro de Vistalegre
Emilio de Justo
Torea como vive, torea como siente. A compás. Y lo hace con la humildad de un grande, aunque no se le trate como tal. Su nombre lleva escritos los triunfos de esta atípica temporada, a pesar de que en los despachos se empeñen en ningunear ... las glorias de Emilio de Justo.
—¿De qué sirven las orejas y la verdad?
—Al final, cuando los resultados son buenos, el premio va llegando, tarde más o tarde menos. Lo que me preocupa es seguir por ese camino, tener mucha fe en mí mismo, ser capaz de mantener este nivel. Y con la ilusión de que, poco a poco, las plazas grandes se vayan abriendo, porque ahí es donde se marca la diferencia.
—Ha entrado en el San Isidro de Vistalegre por la vía de la sustitución, en el puesto de Antonio Ferrera. ¿Le duele no haber estado anunciado de primeras?
—Siempre duele no estar en una gran feria. Se han programado carteles muy importantes, de mucho interés para el aficionado y a cualquier torero le apetece estar en una feria tan bonita. Entrar es una recompensa a este inicio tan importante de temporada y voy con muchas ganas. Espero estar a la altura de una sustitución como la de Antonio Ferrera, un torero al que admiro mucho. Ha quedado un cartel muy bonito para el aficionado. Ojalá se cumplan las expectativas.
—Torea este domingo en la primera feria de la Comunidad de Madrid, la de Leganés. ¿Ha costado mucho esta vuelta?
—Llevábamos más de un año sin que en esta Comunidad se pudieran dar toros. El año pasado incluso se llegó a suspender algún festejo el día antes. Ese gran festival en Las Ventas fue una alegría para todos.
—¿Le hubiese gustado estar en ese festejo?
—Me hubiera encantado. Era un festival con las máximas figuras en la capital de España, en la capital universal del toro. Fue una tarde muy emotiva. Aunque no pude estar presente, sí la disfruté mucho como aficionado por televisión.
«Entrar en Vistalegre es una recompensa a este inicio tan importante de temporada»
—¿Se ve anunciado este año en la Monumental?
—Aún no se sabe nada con seguridad. Hay mucha incertidumbre. Si todo va bien, la intención de empresa y Comunidad parece que es organizar más festejos. Yo tengo fe e ilusión en que haya toros a partir del verano y también estamos ilusionados con que la Feria de Otoño sea algo grande y especial. Siento la necesidad y esas ganas de poder torear en Madrid.
—Son muchos sus partidarios, pero ¿se siente respetado por los que manejan los hilos de la Fiesta?
—Estoy muy agradecido a la afición, y siempre es bonito que la gente te quiera ver, porque eso da moral y responsabilidad para no defraudar. En el terreno de los despachos y los empresarios, no soy dueño de ello ni tengo la capacidad de dominarlo. Lo que debo hacer es tratar de dar lo mejor de mí para que vaya viniendo esa recompensa. Estoy convencido de que en el toreo siempre hay justicia. Tarde o temprano, llega.
—A algunos les tarda más que a otros.
—Pues sí. Las circunstancias de cada persona y cada torero son distintas. Yo he vivido la dureza del toreo, pero no creo que haya habido ninguna injusticia; al revés, creo que se ha hecho justicia a toda la dedicación que le he puesto a mi profesión y a toda una vida de entrega al toreo. Poco a poco, las cosas han cambiado a mejor. Cuando las cosas estaban mal, quizá gran parte de culpa era mía por no estar a la altura, por no tener la suficiente madurez. Ahora estoy tranquilo y sigo preparándome para que sea una temporada trampolín que me sitúe en el sitio que sueño en el toreo.
«Yo he vivido la dureza del toreo, pero no creo que haya habido ninguna injusticia; al revés, creo que se ha hecho justicia a toda mi dedicación»
—No le gusta quejarse ni echar balones fuera.
—Nunca, no tengo motivos. Creo que lo último que debe dar un torero es pena. Eso es algo que no puede permitirse. Al revés, es mejor dar envidia que pena.
—¿El mejor apoderado es el propio torero?
—Ese dicho tiene gran parte de razón. Lo comparto mucho: dar motivos en la plaza para que el apoderado tenga facilidades en los despachos.
—¿Le está permitido retrasar la pierna o esconderse tras la mata?
—Ahora mismo estoy en una situación en la que eso no me lo puedo permitir y mi mente piensa en positivo, trato de no dar motivos para que pase eso. Todos los toreros somos humanos y no se puede estar al cien por cien todas la tardes. Ni hay que endiosarse y creerse el mejor torero cuando las cosas salen bien, ni hundir el barco si ruedan mal. Hay que mantener una mentalidad equilibrada. Las tardes malas ayudan a crecer.
—¿Cómo se logra ese equilibrio?
—Lo da el paso de los años, la madurez del hombre. De novillero y en los primeros años de matador lo ves todo muy bonito y, a la vez, con términos equivocados. Cuando ya vas teniendo experiencia y poso, eres realista.
—¿Los toreros valoran la vida?
—Mucho, cada día más. Estamos exponiendo nuestra vida cada tarde, y si no somos capaces de valorarla, ¿qué hacemos en la tierra?
—¿En qué le ha cambiado la pandemia?
—Estamos acostumbrados a vivir muy deprisa. Ahora valoro más cada detalle, cada tarde que me visto de luces.
—¿Nunca se pierde la pureza si se lleva dentro de verdad?
—Eso lo dijo Camarón, alguien a quien admiro muchísimo. Cuando uno lleva cosas de verdad que sacar, eso nunca se pierde. Lo que lleva uno dentro en cualquier momento puede salir. El toreo es una fiesta a la que la gente va con mucha alegría, gente predispuesta a disfrutar de una obra de arte. Pero también vivimos momentos de mucha dureza y tenemos nuestras luchas interiores.
—Decía también Camarón que era más duro que el acero, que antes roto que doblado. ¿Alguna vez se ha rendido Emilio de Justo?
—De momento, no, y quizá haya pasado por instantes en los que rendirse era lo fácil y coherente. Me gusta ponerme retos a mí mismo, y sigo por ese camino.
—¿El estado de ánimo perfecto para torear?
—El estado más indicado es estar tranquilo, pero sobre todo la felicidad interior para sacar delante del toro lo que uno siente. Siempre se ha dicho que no hay nada más transparente que el traje de luces.
—Ha matado todo tipo de ganaderías. ¿Alguna que quiera catar y aún no haya podido?
—No, porque soy partidario de la variedad de encastes y no tengo una ganadería favorita. Me gusta interpretar el toreo con todo tipo de toros y es cierto que para estar en esos grandes carteles y en las grandes ferias, parece que hay ganaderías predilectas de las figuras que todos querríamos matar. He demostrado con otro tipo de hierros mi capacidad y por qué no seguir haciéndolo.
«El Gobierno actual es el más antitaurino que he conocido. Todo lo que nos han puesto han sido trabas»
—¿El triunfo es el dinero o compartir cartel con las figuras?
—Creo que va unido. Lo primero es compartir tardes con las figuras, en los carteles redondos, donde está toda esa categoría. El dinero va de la mano, es clave alcanzar el sueño de ser figura.
—¿Siente que el Gobierno trata a los toreros como verdaderos artistas?
—No, al revés. El Gobierno actual es el más antitaurino que he conocido. Todo lo que ha puesto al toreo han sido trabas. No han tenido la sensibilidad para darse cuenta de que la Fiesta es cultura, para cuidarla, y darse cuenta de que ha marcado una época y la marcará, como el flamenco.
—¿Le fastidia la politización del toreo?
—Mucho. Cuando era niño, veía una consideración y un respeto por parte de todos los partidos, de derecha e izquierda. Añoro mucho ese trato.