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ABC Cultural

El Cid: «Quería llevarme el Premio Taurino de ABC por su calidad y su grandeza»

Lo más granado del mundo del toro se citó en una cena de gala para premiar el clasicismo y la gran faena de la Feria de Otoño del torero de Salteras

El Cid: «Quería llevarme el Premio Taurino de ABC por su calidad y su grandeza» ángel de Antonio

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El calendario parecía marcar el 4 de octubre. La emoción. La torería. La medida de los tiempos. El clasicismo. La naturalidad. Todo de la mano de Manuel Jesús «El Cid », que recogió en una inolvidable velada el VI Premio Taurino de ABC «por la nueva ilusión que logró suscitar en el público en el Otoño madrileño y por su trayectoria de torería clásica». La Biblioteca de ABC parecía el Metro de Ventas en hora punta. No cabía ni una divisa.

El planeta del toro –toreros, ganaderos y empresarios–, el mundo de la cultura y la política y lo más granado de la afición se dieron cita en el ya conocido como «Cavia de los toros». Se respiraba el cidianismo y se cantaban sus gestas y glorias, como resaltó la presidenta-editora de ABC, Catalina Luca de Tena, al enmarcar sus dos Puertas Grandes venteñas, las cuatro del Príncipe y la legendaria de su encerronacon seis victorinos en Bilbao. «Hay que recordar –prosiguió– que la espada le ha privado en Madrid de cuatro salidas a hombros por cuatro faenas apoteósicas: la de “Guitarrero”, de Hernández Pla; la de “Guitarra”, de Alcurrucén; la del toro colorado de El Pilar, y la faena al toro “Verbenero”, de Victoriano del Río , la pasada Feria de Otoño, de la que nuestro crítico, Andrés Amorós , destacó “tres series de naturales de categoría: temple, sabor, ritmo, cadencia”. Lo propio de un gran torero».

Extremada pureza

Los merecidos elogios continuaron con Ana Botella, encargada de entregar el prestigioso galardón al torero de Salteras. La alcaldesa de Madrid destacó la «extremada pureza» de una obra de «exquisita factura, plagada de momentos bellísimos».

Era la hora de El Cid, que sorprendió con un discurso fluido, sin alharacas, sin más papeles a la vista que los de su yo más íntimo. Al natural, «como debe fluir el toreo, sin violencias y espontáneamente, porque todo lo preparado es artificioso», como escribió otrora Corrochano.

El maestro abrió faena rememorando a los suyos, «a las gentes que están y las que no lo están en cuerpo pero sí en alma, porque han sido pilares en mi vida personal y en mi carrera». La emotividad se contagió en el apoderado Santi Ellauri, testigo directo de una carrera en la que nunca nadie le regaló nada. «En mi trayectoria ha habido momentos buenos, malos y regulares, pero lo más importante es que después de diez años de alternativa el aficionado aún tiene ilusión por ver a El Cid», glosó.

Su Madrid

No faltó el verbo agradecido a Madrid, su Madrid, la plaza que lo ha visto « nacer, desarrollar y crecer ; gracias por ese empuje que me ha dado cuando me ha hecho falta y por las exigencias que me ha pedido cuando me las ha tenido que pedir». El matador de Salteras confesó su sueño de ganar este trofeo: «Cuando lo recibió Sebastián Castella, yo estaba sentado de invitado y me dije interiormente: “Me gustaría llevarme el premio del ABC por la importancia que tiene, por la calidad de su jurado y sobre todo por la grandeza con que se da”».

De remate, una cita genial de Juan Belmonte : «Llega un aficionado y le dice: “Maestro, andan diciendo por ahí que usted es muy clásico”. Y le respondió Belmonte: “Pues si dicen que soy clásico, eso es bueno, porque lo clásico no pasa de moda”». Como el clasicismo de El Cid, que nunca muere.

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