El tesoro del denario «de los idus de marzo» reencontrado 300 años después
El Museo Arqueológico Nacional identifica en un trabajo detectivesco un conjunto de monedas romanas halladas en Ontígola en 1733
Los falsos que son historia del Museo Arqueológico Nacional
![Denario republicano «de los idus de marzo» del tesoro de Ontígola.](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/idus_20231127092503-RAbkMG2GxjINPILKltnP2aL-1200x840@abc.jpg)
«Guárdate de los idus de marzo». La famosa advertencia no libró a Julio César del trágico final que le aguardaba el 15 de marzo del año 44 a.C. Bruto, uno de los últimos en apuñalarlo y a quien el dictador romano le ... dijo aquello de «¿Y tú, Bruto?» en la tragedia de Shakespeare, celebró el magnicidio con una de las monedas más codiciadas del mundo desde hace siglos. Todo coleccionista que se preciara quería hacerse con uno de estos denarios con el rostro de Bruto en su cara o anverso y los puñales del asesinato y el gorro de la libertad en su reverso. De ahí que haya sido una de las piezas más falsificadas desde el siglo XVIII hasta hoy. En el Museo Arqueológico Nacional (MAN) guardan una moneda forrada, que es un falso de época, y ahora conocen con certeza la autenticidad de otra de su colección porque han logrado confirmar su procedencia: el tesoro de Ontígola.
«Ya no queda ninguna duda», asegura Paloma Otero, la conservadora jefe del Departamento de Numismática y Medallística del MAN quien, cual Sherlock Holmes, ha desentrañado este misterio con tesón y una pizca de suerte.
Del tesoro descubierto en terrenos de esta localidad toledana solo existía una referencia en un antiguo inventario que mencionaba el ingreso de «115 medallas de plata, que se hallaron en Hontígola junto a Aranjuez el año de 1733« (sic) en la Real Librería Pública, la antecesora del MAN.
Con el paso del tiempo, los traslados a distintas sedes hasta su mudanza al actual edificio de la calle Serrano de Madrid y las vicisitudes históricas que obligaron a recoger de forma apresurada las colecciones, como la Guerra de la Independencia o la más reciente Guerra Civil, las monedas se subsumieron entre los fondos generales, perdiendo toda referencia sobre su procedencia. Trescientos años después, y gracias a las investigaciones de Otero, se han identificado con seguridad 38 denarios del tesoro de Ontígola, entre ellos, el «de los idus de marzo» acuñado en el 43-42 a.C.
El de Ontígola no es el primer tesoro del que se tenga noticia que llegó a la Real Librería, pues el de El Helechar o Castuera recaló en 1716, pero es el ingreso más antiguo que han podido identificar, al menos en parte, en los actuales fondos del museo. «Del de Castuera no hemos encontrado ningún documento que nos permita averiguar exactamente qué monedas lo componían. El de Ontígola ha sido una suerte», comenta Otero a ABC en el búnker del museo donde se guardan las monedas no expuestas.
Tres manuscritos enlazados
Sobre una de las mesas de trabajo, muestra un catálogo ricamente encuadernado en tafilete rojo dorado con cenefas y el escudo grande de la monarquía hispánica, con el escusón de los Borbones en el centro y rodeado por el Toisón. Para Otero era evidente que esa 'Descripción y Explicación de las Monedas de Plata que el Reverentísimo Padre Guillermo Clarke Confesor del Rey N.S. dio a Don Blas Antonio Nasarre Bibliotecario Mayor de su Majestad para colocarlas en la Real Librería' se refería a un conjunto monetario entregado en época de Felipe V, pero hasta ahora había sido imposible identificar de cuál se trataba.
El manuscrito sin fecha describe 133 denarios republicanos y del primer periodo julio-claudio -115 de la institución antecesora del MAN y otros 18 de particulares- a lo largo de 53 páginas de factura impecable, sin las correcciones o apuntes propios de los inventarios de trabajo. Su contenido excede además al de un catálogo común. Su autor, probablemente un escribiente profesional al dictado, reseñó en la columna de la izquierda las características de cada moneda y a su lado incluyó un erudito comentario sobre la misma.
![Imagen principal - Blas Antonio Nasarre confeccionó para Felipe V este lujoso inventario del tesoro con sus eruditos comentarios](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/FB-FA00723-ID005-U66743103738VVC-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Blas Antonio Nasarre confeccionó para Felipe V este lujoso inventario del tesoro con sus eruditos comentarios](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/FA00723-ID011-U71443232375umv-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Blas Antonio Nasarre confeccionó para Felipe V este lujoso inventario del tesoro con sus eruditos comentarios](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/FB-FA00723-ID001-U45725777365KdG-278x329@abc.jpg)
Aunque el catálogo no indica la procedencia de los denarios, Otero recordó esas 115 monedas cuando consultó un inventario de la Real Biblioteca de Madrid de 1743 que se conserva en la British Library de Londres. El documento fue realizado ante la llegada de un anticuario extrajero nombrado por el Rey, el jesuita francés Alejandro Javier Panel, y en él se indica que en el monetario 9, en las tablas primera y segunda, se registraban «estas 115 medallas de plata, que se hallaron en Hontígola junto a Aranjuez el año de 1733 (sic)». El escrito recoge que fueron entregadas a la Real Biblioteca por el padre Clarke, su director, también citado en la 'Descripción', y añade que «el bibliotecario mayor (Blas Antonio Nasarre) las puso en orden, las explicó, y escribió acerca de ellas un libro, que dedicó al Rey«.
Esta decisiva pista encajaba además con una comunicación interna de 1736 que entró en juego en la investigación. En esta carta conservada en la Biblioteca Nacional de España, Nasarre mencionaba que iba a enviar a Felipe V una descripción y explicación que había realizado de unas monedas de plata entregadas por el padre Clarke para que «viese el aprecio que hacía de ellas» y el monarca pudiera valorar su trabajo.
Nasarre preparó, por tanto, el lujoso catálogo de tafilete rojo en 1736, receloso ante la incorporación del anticuario francés Paul Lucas como experto numismático para ocuparse del Monetario de la Librería. «Nasarre era un erudito de la época, muy conocido y que no tenía mala fama como investigador, pero sí por su personalidad porque debía ser muy pagado de sí mismo y quiso demostrar al rey que no hacía falta que vinieran extranjeros a hacer el trabajo», explica Otero.
«Siempre estuvo ahí»
Una vez conectados los tres documentos y con la descripción de las piezas realizada por Nasarre, Otero se dispuso a identificar las monedas entre los fondos generales del MAN. Una tarea nada fácil porque hubo que observar una a una todas las que custodian de la misma serie y ver cuáles podrían cuadrar con la descripción del siglo XVIII.
El tesoro abarca un amplio arco cronológico, desde ocho ejemplares del siglo II a. C. a las más modernas, acuñadas en tiempos del emperador Tiberio. Salvo un denario de Juba I de Numidia emitido en la antigua Utica (África), el resto son emisiones romanas que pudieron llegar a la Península con militares o veteranos de guerra puesto que se agrupan especialmente en torno a las guerras sertorianas, el enfrentamiento de César con Pompeyo y las luchas que siguieron al asesinato de César hasta la victoria de Octavio Augusto.
![Algunas de las monedas identificadas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/20230928_165605-U84258276078KGb-624x350@abc.jpg)
La conservadora se acerca a uno de los armarios, donde se guardan las más de 8.000 fechadas en la República Romana, y extrae una bandeja identificada como 'Ontígola'. La deja sobre la mesa, junto al catálogo antiguo, y relata cómo fue localizando hasta 38 denarios gracias a que tienen algún defecto que las distingue de las demás del mismo tipo. El resto, por el momento, no ha sido posible diferenciarlas. «Hay otras 11 dudosas que creemos que son, pero si no estás seguro es peor falsear», dice la experta, que ha dado a conocer sus pesquisas en un artículo del último boletín del MAN titulado 'Ontígola, 1733: el tesoro que siempre estuvo ahí'.
![Imagen principal - Monedas pintadas con números, uno de los monetarios antiguos y la moneda con concreciones](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/20230928_175208-U11684711417sgh-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Monedas pintadas con números, uno de los monetarios antiguos y la moneda con concreciones](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/20230928_173353-U48087331263YxO-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Monedas pintadas con números, uno de los monetarios antiguos y la moneda con concreciones](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/27/20230928_165752-U45730224842iok-278x329@abc.jpg)
Las monedas son el único material arqueológico que no se sigla. Los datos se anotan bajo cada pieza, en la bandeja que las cobija. Sin embargo, al contemplar las piezas físicamente han descubierto que en el pasado pintaron unos números sobre algunas. «Sabemos que el padre Panel escribía en las monedas, porque se le reconoce muy bien la letra y a veces ponía 'double' si estaba repetida, y había otro anticuario de finales del XVIII y principios del XIX que repintaba las monedas cuando no las veía bien», comenta. En el tesoro de Ontígola se han encontrado tres monedas pintadas con el mismo número con que constan en el catálogo de Nasarre. El resto debió de pasar por algún tratamiento de limpieza, que borró esta información.
Afortunadamente tampoco no limpiaron uno de los denarios que aún conserva unas concreciones verdes reveladoras del contenedor donde fueron ocultadas. «Que tenga una mancha de este tipo nos indica que estuvo en contacto con algún objeto de cobre y como conocemos otros tesoros romanos que estuvieron contenidos en vasijas metálicas, es posible que tenga algo que ver«, explica la conservadora, que justo en esos días prepara el traslado de otro.
Antes de abandonar el búnker, la experta en numismática se acerca a otro extremo de la mesa donde ha dejado unos monetarios antiguos, como los que en el siglo XVIII cobijarían el tesoro de Ontígola. «Tienen toda la pinta de ser contemporáneas porque por entonces las monedas se exhibían en cartones de tafilete rojo con dorados», comenta mientras da la vuelta a uno de ellos y abre de nuevo el catálogo de 1736. Sorprendentemente, el papel de aguas de su reverso y de las guardas del libro es idéntico.
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