Victoria Luengo: «Ahora mismo, prefiero los personajes intensos a los felices»
La actriz mallorquina, que ha vivido un año profesionalmente excepcional, vuelve a Madrid con el monólogo 'Prima facie'
Vicky Luengo: «La emoción del actor está sobrevalorada»
![Victoria Luengo, en el Teatro Infanta Isabel](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/29/1485461813(1)-RpNEWtk7e9dtZN5P5wx1RaJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Hace un año que Victoria (antes Vicky) Luengo se metió por primera vez en la piel de Tessa, una implacable abogada especializada en la defensa de agresores sexuales a la que la vida le pone un desolador espejo frente a ella. Con casi cien ... funciones en la mochila, vuelve ahora a Madrid para ofrecer en el Teatro Infanta Isabel once representaciones. 'Prima facie', la obra de Suzie Miller, ha significado para la actriz mallorquina, sin duda, un antes y un después en su carrera y podría decirse que también en su vida. Toca hacer balance de este año transcurrido. «Tengo la sensación de que han transcurrido tres años, no solo uno, y al mismo tiempo de que todo ha pasado muy rápido. Me han pasado muchas cosas profesionalmente: además de 'Prima facie', se estrenó la serie 'Reina Roja' y he participado en la nueva película de Almodóvar, 'La habitación de al lado'». Ha sido, concluye, un año muy bonito, que ha empezado a disfrutar cuando ha podido empezar a hacer la función «con cierta paz y menos miedo».
¿Y ha tardado mucho en lograrlo?
Me sigue dando miedo salir al escenario, pero de un modo distinto. Ahora, por ejemplo, reestreno en Madrid y no estoy nada nerviosa. El año pasado, antes de estrenar, no podía comer; adelgacé un montón de kilos porque los nervios me cerraron el estómago. Ahora está el gusanillo y la inquietud, pero ya no le tengo miedo al monólogo.
¿Cómo cree que le ha influido esta función, tanto profesional como personalmente?
Como actriz me ha influido muchísimo. Al menos yo lo siento así, no sé como lo verán los demás. Para mí esta función ha supuesto un salto brutal, no tanto quizás por el resultado, sino por lo que ahora me atrevo a hacer. Tengo una actitud diferente a la hora de enfrentarme a otros proyectos. No sé si voy a hacer algo más difícil que 'Prima facie'; seguramente haré cosas mejores, pero no sé si tan difíciles. Ha sido la primera vez que he hecho un monólogo de una hora cuarenta minutos.
¡Y qué monólogo!
Además. Hay otras cosas que han cambiado. Soy muy exigente y perfeccionista. Siempre lo he sido, pero ahora me pillo. Antes, cuando veía alguno de mis trabajos, me torturaba y me castigaba. Pero ahora, gracias a 'Prima facie', se enciende una lucecilla que me dice que esto no es real y que me estoy tratando demasiado mal. He aprendido muchos recursos escénicos que antes no tenía; es un papel que como actriz/persona, que a veces es difícil de separar, me ha ayudado a superar muchos miedos en escena que tenía: el pánico escénico es algo que ocurre más a menudo de lo que decimos. Y este monólogo me ha ayudado a ver que puedo con ello, puedo sobrellevarlo. Y como mujer me ha impresionado mucho la cantidad de mujeres que están en la misma situación que Tessa. Me impresiona también cómo me ha sensibilizado con el asunto de las agresiones sexuales. Cuando veo una película, cuando escucho una noticia, cuando estoy en una conversación en la que se habla de esta temática, noto que tengo la piel muy fina ahora en relación a este tema. Haber vivido todos los días de mi vida durante las cien funciones -las cumpliré estos días en Madrid- ha hecho que mi cuerpo tenga registrado lo que le ocurre a mi personaje como una vivencia mía.
![La actriz, en un momento de 'Prima facie'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/29/MAS_5173-U27361830430YGw-760x427@diario_abc.jpg)
¿Siente que le ha hecho crecer como ser humano?
Muchísimo. Me ha hecho crecer en tolerancia, en comprensión, en conciencia sobre dónde vivimos, sobre quién somos y cómo actuamos. Me ha hecho crecer también en humildad y creo que esta obra me ha hecho más generosa también.
Su personaje sufre una gran transformación durante la obra, de abogada inflexible a víctima. ¿Hay días en que la quiera más que otros?
Sí, hay días en que en la primera parte aún me sorprende cayéndome mal. Y otros días en los que digo: 'Ah, no, tiene toda la razón'. Supongo que es como en la vida; un día te levantas y cuando te miras en el espejo te ves mejor o peor o te molestas más o menos a ti mismo. Pues con mi personaje me pasa igual.
'Prima facie' le ha valido varios premios, no sé cómo le influyen...
De manera positiva. No trabajo para ganar premios, sería una fuente de infelicidad y de aburrimiento; no es una meta en el ambiente creativo de ningún tipo. Pero no le voy a negar que me ponen contenta; me hacen sentir muy agradecida e ilusionada. Los que te dan los compañeros, me provocan, además, una alegría añadida. Los premios no son algo muy importante, pero afectan positivamente, claro.
En etapas como esta, ¿se corre el riesgo de separar los pies del suelo?
Puede ocurrir, pero le diré, con toda sinceridad, que no he corrido ese peligro. Yo no siento con la misma intensidad que los demás lo que estoy viviendo. Lo he hablado algunas veces con mi terapeuta y con amigas que me dicen que estoy en un momento increíble. Y yo lo sé, no es falsa modestia, no soy necia, sé perfectamente dónde estoy. Y lo agradezco, pero tengo puesto el centro de mi atención en otra cosa, no he visto ese peligro. Sí que lo sentí cuando estrené 'Antidisturbios' hace cuatro años. Para mí fue como salir del cascarón, y ahí sí que me sentí rara porque me vi muy pendiente de la opinión externa, de lo que decían de mí; pero me pillé enseguida y dije: así no puedo estar. No es sano y además creo que mata lo creativo: tomar demasiada conciencia de una misma mata a la actriz, te hace peor actriz, así que intento no mirarme mucho; hacerlo es inevitable, porque mi trabajo es estar de cara al público, pero lo hago sin querer.
«Cuando estrené 'Antidisturbios' me sentí rara porque me vi muy pendiente de la opinión externa, de lo que decían de mí; pero me pillé enseguida y dije: así no puedo estar. No es sano y además creo que mata lo creativo: tomar demasiada conciencia de una misma mata a la actriz, te hace peor actriz, así que intento no mirarme mucho»
¿Qué es lo más bonito que le han dicho durante este recorrido de 'Prima facie?
Sin duda, lo que me dijo una chica que vino a ver la función en Barcelona porque se la había recomendado su terapeuta después de haber sufrido una agresión sexual; me dijo que desde ese momento mi cara iba a estar siempre en su mente durante su proceso de recuperación, que iba a asociarla a su recuperación emocional y de su cuerpo roto; fue precioso.
En esos momentos se reafirma en que ha elegido bien la carrera...
En esos momentos es cuando entiendes mejor por qué te dedicas a esto. Lo entiendo en dos momentos realmente: cuando estoy sobre el escenario y logro entrar en la obra -hay veces en que no lo consigo, y es muy duro-. Pero cuando lo hago son momentos que me conectan directamente a la Victoria que tenía 13 años y se apuntó a teatro, y hacía 'Sueño de una noche de verano' en el instituto; me conecta con esa emoción y me hace querer dedicarme a esto. También lo entiendo cuando siento que mi trabajo y que el teatro, como arte, puede cambiar la conciencia o el pensamiento crítico de una persona, incluso llegarle a sanar algo.
Dice que le cuesta entrar en el personaje algún día. ¿Y salir de él?
Ya no; antes me costaba mucho, pero ahora no. Gente muy cercana a mí que ha visto la obra varias veces se asombra cuando salgo y digo de ir a tomar algo, porque antes no podía. Por desgracia el cuerpo se acostumbra a todo; estoy contenta en esta obra, porque si no quizás no hubiera podido hacerla durante tanto tiempo, pero creo de verdad que sería más bonito poder mantener la mirada de asombro y la curiosidad de las cosas.
Pero con este personaje sería quizás peligroso, a lo mejor ni usted se soportaría a usted misma de lo mal que estaría. Meterse en la tragedia de un personaje así debe de ser insoportable.
Lo es. Hemos hecho cuatro semanas en Barcelona y me dije: nunca más. No puedo hacer este monólogo tanto tiempo seguido, mi cuerpo no lo aguanta. A pesar de llevar casi un año, en la tercera semana de funciones en Barcelona ya estaba mal: tenía ansiedad, me despertaba por las noches... así que decidí que puedo hacer diez funciones más o menos seguidas, pero cuatro semanas no.
«Cuando estoy sobre el escenario y logro entrar en la obra es un momento que me conecta directamente a la Victoria que tenía 13 años y se apuntó a teatro, y hacía 'Sueño de una noche de verano' con sus colegas en el instituto; me conecta con esa emoción y me hace querer dedicarme a esto»
¿Y tiene más ganas de soltarla o de seguir con ella?
¿Le soy sincera? Tengo más ganas de soltarla, pero solo porque son muchas funciones, mucho tiempo... Aún a día de hoy descubro cosas de la función, aún me asombra que sigamos llenando el teatro. Eso me asombra, me hace ilusión y entonces digo: ¡Venga! Vivo en contradicción con esta función, porque por un lado tengo muchas ganas de dejar de hacerla, y por otro lado cuando la hago después de varios días sin hacerla digo: ¡Qué suerte, la haría toda la vida! Es una contradicción, pero creo que como todo lo bueno se tiene que poner el fin, no dejarla morir.
Durante este año ha estrenado la serie 'Reina roja', en la que interpretaba a otra mujer también atormentada, aunque muy distinta... No sé si en la película de Almodóvar también tiene un papel de estas características.
No puedo contar nada; hago un papel pequeño, pero sí, también es una persona que sufre bastante, digamos.
¿Y tiene ganas de escapar de este tipo de personajes?
Sí las tengo, lo que ocurre es que lo que me llega son personajes asi; no sé si es porque me ven en este registro determinado. Yo también elijo personajes que tienen 'intensidad'. Quizás si tengo suerte y todo me va bien, dentro de cinco años le pueda decir que me ha apetecido hacer otras cosas y he podido hacerlas. Pero en el momento en el que estoy, si recibo dos personajes, y me parece que uno de ellos tiene una gran complejidad y que supone meterme en unas emociones oscuras complejas y profundas, seguro que me atrae más que hacer a una persona feliz. Insisto: ahora mismo; no sé, a lo mejor soy un poco masoquista, pero me atrae más.
Suelen ser personajes más retadores para un intérprete: más contradictorios, con más aristas.
Normalmente, donde más se avanza es en las dudas, en las preguntas, en los miedos de uno. Los personajes me han aparecido en momentos en los que he podido aprender mucho de ellos. Supongo que ahora que me siento enérgica y que no tengo hijos, tengo mucho tiempo para dedicar a esto y para arremangarme. Me apetece entrar en esas complejidades y en esos mundos que, seguramente, son más oscuros que otros personajes más luminosos.
¿Nota que ahora le llegan más ofertas de trabajo?
-Sí, empezó a ocurrir desde que hice 'Antidisturbios', pero a raíz de la película 'Suro' ya empecé a notarlo más. Es una suerte, es de los mayores privilegios que hay en esta profesión. Es el mayor premio: que te lleguen opciones, que puedas elegir.
«El miedo a que no suene el teléfono nunca se pierde, porque piensas que a lo mejor este trabajo no te va a salir bien, o que a la gente no le va a gustar... Como en la vida, cuanto más tienes más miedo a perderlo»
¿Ha perdido ya el miedo a que no suene el teléfono?
Eso nunca se pierde, porque piensas que a lo mejor este trabajo no te va a salir bien, o que a la gente no le va a gustar... Como en la vida, cuanto más tienes más miedo a perderlo. Cuando llegué a Madrid desde Barcelona no sabía quién era ninguno de los periodistas o los críticos de Madrid y no me generaba ninguna presión como sí la veía en otros compañeros. Pero según vas construyendo una trayectoria sí te pones una presión que, además, la gente no te pone; piensas en ti mismo más que los demás. A ellos les da igual lo que yo haga después de 'Prima facie', pero yo le estoy dando vueltas ya. Te das una importancia que no la necesitas.
Pero con un matiz... Seguramente, ahora el público mirará con más interés la siguiente función que haga.
Eso es bonito, porque te hace darte cuenta de que muchas veces uno mismo se trata peor de lo que lo hacen los demás. La gente te ve con mucha más belleza y generosidad que tú mismo. Por eso creo que tenemos que tratarnos como lo haríamos con un amigo. Nos tratamos muy mal y nos exigimos cosas que los demás no nos exigen.
Y por último, una curiosidad. Ha pasado de ser Vicky Luengo a ser Victoria Luengo. ¿Por qué el cambio?
No es un cambio de nombre. Con catorce años empecé a firmar como Vicky. Vicky es un nombre que me encanta, yo me presento como Vicky muchas veces cuando conozco a alguien y mis amigos me llaman así. No es ese problema. Vicky era un nombre que yo elegí de adolescente y cuando tuve que elegir nombre artístico con catorce años, Victoria me parecía muy grande y elegí Vicky. Pero no sé si cuando tenga cincuenta años me voy a ver identificada con el 'Vicky Luengo'. Y cuando firmo una película o veo un cartel de teatro siento que Victoria es un nombre con el que me identifico más. Pero el que quiera que me llame Vicky. Ahora, en las firmas de mis trabajos quiero que mi nombre sea Victoria. Le ocurre a más gente. Ha llegado un momento en el que he querido dejar el diminutivo para la vida privada y firmar con mi nombre: Victoria.
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