Crítica de ópera
'Mitridate', o cómo hacer arte del oficio
El domingo se estrenó la producción realizada en colaboración con Frankfurt, Barcelona y Nápoles, y que en Madrid llega con dos repartos para diez representaciones
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Ópera
'Mitridate, re di Ponto'
- Música Wolfgang Amadeus Mozart
- Libreto Vittorio Amedeo Cigna-Santi
- Reparto Juan Francisco Gatell, Sara Blanch, Elsa Dreisig, Franco Fagioli, Marina Monzó, Juan Sancho, Franko Klisovic
- Dirección de escena y dramaturgia Claus Guth
- Dirección musical Ivor Bolton
- Escenografía Christian Schmidt
- Vestuario Ursula Kudrna
- Coreografía Sommer Ulrickson
- Lugar Teatro de la Zarzuela
- Fecha 23 de marzo
Basta escuchar 'Mitridate, re di Ponto' para entender la reacción de la 'prima donna' Antonia Bernasconi, quien aceptó estrenar la ópera de Mozart con la condición de que su parte fuera compuesta por el más experimentado Gasparini, pero que cambió de opinión en ... cuanto vio la partitura de aquel joven de catorce años. Bernasconi comprendió el talento que se encerraba en una obra digna de un compositor decididamente genial, aunque acabara de aprender los códigos de la ópera seria.
Las razones de Bernasconi siguen vivas y de ahí que 'Mitridate' pueda verse ahora en el Teatro Real, asumiendo las muchas dificultades que más allá de la indiscutible calidad de la obra incorpora este «arrebato» de inspiración. El domingo se estrenó la producción realizada en colaboración con Frankfurt, Barcelona y Nápoles, y que en Madrid llega con dos repartos para diez representaciones. Ivor Bolton es el responsable musical, Claus Guth el director de escena, y en el primer elenco se reúne un grupo de intérpretes capaces de resolver las artimañas que Mozart, musicalmente voraz, introdujo en la partitura.
Esto es especialmente significativo en el papel de Aspasia, que tanto entusiasmó a Bernasconi, y que ahora Sara Blanch resuelve con una autoridad indiscutible. La primera aria, apenas ha terminado la obertura, es ya una revelación. Impecable, segura y resuelta en la coloratura. Pero la cuestión no es solo de acción sino de intención y para ello está 'Nel grave tormento', en el final de la primera parte, dicha de manera arrolladora mientras surge un profundo debate afectivo. O la música fúnebre de 'Pallid'ombre, che scorgete' sobre la que pivota el último acto, tan cargada de gravedad. Blanch se une a Elsa Dreisig y a Marina Monzó en la conformación de un trío femenino protagonista que merece la pena escuchar. La primera defendiendo a Sifare con peso y personalidad, maneras delicadas y encanto en el aria 'Lungi da te, mio bene', indiscutible número con trompa obligada que Jorge Monte de Fez interpretó con legitimidad desde el escenario. Monzó aportando gusto, sutiles inflexiones y una calidad vocal y humana que ponen a Ismene en una dimensión muy elevada.
Sucede particularmente en 'In faccia all'oggeto', en el primer acto, que se interpreta en la versión final con una instrumentación que aligera la densidad de la partitura original. Al margen de la cuidadosa interpretación vocal, el aria sirve de punto de inflexión al recolocar una orquesta que llegaba desajustada y sucia, y que salió de ahí mucho más compacta y entrañable. Sin duda, con margen para penetrar en otros matices. El aria final de Aspasia es un buen ejemplo por la sutileza que requiere, pero, salvado el detalle, la continuidad, el buen pulso y la cordialidad en el acompañamiento dominaron la vivaz interpretación dirigida por Bolton. Y junto al trío protagonista está el contratenor Franco Fagioli salvando su parte con volumen moderado y suficiencia en el registro agudo, particularmente en la endiablada aria final 'Già dagli occhi il velo è tolto' que cantó con perspicacia. Juan Francisco Gatell ejecuta con bravura, coraje, decisión y buen 'fiato' el papel de Mitridate, no menos tramposo.
Porque Mozart se debió divertir poniendo cepos en 'Mitridate', lo que a su manera significaba convertir el oficio en arte. También se nota que Claus Guth ha disfrutado explicando escénicamente la obra. La robustez de su trabajo es indiscutible, la calidad del acabado extraordinaria, la lectura que propone muy coherente, y todo ello a partir de un vademécum de consabidas soluciones escénicas que aquí se ordenan con sensatez. La historia de 'Mitridate' se explica con claridad y amenidad en el contexto de una familia que vive la realidad de sus miserias cotidianas pero que también se expone a las consecuencias de su propio ánimo. El juego entre lo veraz y lo imaginado implica un doble escenario que gira permitiendo que el salón se convierta en un espacio desnudo en el que surgen duplicaciones de personajes, sombras y el presagio de la muerte. Coincidiendo con 'Mitridate', Ivor Bolton deja la titularidad del Real. Es una estupenda despedida para un músico que ha defendido en Madrid repertorios muy distintos. Y no han sido sus mayores éxitos aquellos títulos de los que se dice especialista.
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