'La del manojo de rosas' o el milagro vital de la Zarzuela

Mucho tiene que decir sobre esta cercanía el propio sainete de Ramos de Castro y Cuadrado Carreño, con música rutilante y sabia de Sorozábal, pues en él se cruzan conversaciones humildes con algunas más ilustradas en referencia a la actualidad, rica, fascinante e ilusionante de 1934. Cuando los autores lo escribieron, solo tuvieron que mirar a su alrededor y testificarlo. En un ambiente en el que lo castizo convivía con la modernidad, en el que el ingenio cobraba dimensiones muy diversas y la ilusión alumbraba cualquier proyecto vital, la sospecha de la guerra que vino a hundir al país en una plomiza monotonía, era un runrún ahora suena altisonante. Porque, con independencia de que anunciase la calamidad, en esa calle abunda la bondad, que cae con la misma parsimonia que la lluvia tras la que se transparenta alguna escena.

Este detalle abunda en la calidad cinematográfica de la producción: en su afán fotográfico que dispersa el foco a distintos puntos del escenario distinguiendo entre lo interior y lo de fuera, lo principal y lo complementario, en la vistosidad de sus conjuntos, en el gesto y en el ritmo que adopta cada escena. 'La del manojo de rosas' es un conjuro teatral cuya fórmula actualiza la vieja idea de que los tragos amargos solo caben en el sainete como estrategia narrativa antes de la felicidad final, cuando todo desemboca en el acuerdo.

En su día, Sagi redescubrió la obra al público de la Zarzuela. Hoy, sigue sorprendiéndolo, por la inmediatez de su visualidad y por su capacidad para interpretar con honradez las claves más ocultas del género. Si el trabajo de los autores es un ejemplo de síntesis literaria y musical, la lectura de Sagi es un ejemplo de clarividencia que solo necesita intérpretes capaces de estimularlo.

En esta reposición, la Zarzuela presenta dos repartos. Ante el primero todo transcurre con la normalidad propia de un teatro de repertorio. Dirige la directora musical Alondra de la Parra, que se presenta por primera vez en este foso poniendo orden a elementos muy diversos. Tiempo habrá para encontrar el punto de emotividad que a 'La del manojo de rosas' le viene de fábrica. En el día de la primera representación, el pasado miércoles, importó más lo general que el detalle, y, por eso, el comentario a la salida se centraba en todo aquello que se había visto: en ese resplandor de clarividencia que en su día puso al sainete en una posición innovadora y que, en un prodigioso salto de treinta y cuatro años, aún lo mantiene vigente.

Las funciones de 'La del manojo de rosas' se dedican a Miguel Ángel Gómez Martínez quien fue director musical de este teatro y director de orquesta en la reposición del título en 2013.