'La madre de Frankenstein', historias de la Historia
Blanca Portillo y Pablo Derqui son dos actores supremos; llenan de verdad cada sílaba y cada gesto para completar una interpretación magnética
'La madre de Frankenstein', retrato de un manicomio llamado España

Crítica de teatro
'La madre de Frankenstein'
- Texto Almudena Grandes
- Adaptación Anna Maria Ricart
- Dirección Carme Portaceli
- Escenografía Paco Azorín y Alessandro Arcangeli
- Iluminación David Picazo
- Vestuario Carlota Ferrer
- Coreografía y movimiento Ferrán Ricart
- Audiovisuales Miquel Àngel Raió
- Música y espacio sonoro Jordi Collet
- Intérpretes Ferran Carvajal, Jordi Collet, Pablo Derqui, David Fernández «Fabu», Gabriela Flores, Belén Ponce de León, Blanca Portillo, Macarena Sanz y José Troncoso.
- Lugar Teatro María Guerrero, Madrid
Que las entradas para todas las funciones de 'La madre de Frankenstein' se agotaran antes incluso de que la obra levantara el telón significa, es una verdad de Perogrullo, que ha despertado el interés del público. Hay muchos elementos que lo explican. Por una parte, el hecho de que sea una adaptación de una novela de Almudena Grandes, autora con un alto número de fieles y simpatía mediática, y cuyo reciente fallecimiento ha supuesto un gran impacto -su imagen se proyecta al final de la función-. Por otro, la presencia de Blanca Portillo, un gran imán para el público teatrero -con toda la razón-, en el reparto, junto a otros actores excelentes como Pablo Derqui. Y, claro, el sello de calidad que anuncian siempre las producciones del Centro Dramático Nacional.
'La madre de Frankenstein' viaja a la España de los años cincuenta del siglo pasado; una España evidentemente negra, con las heridas de la guerra civil muy recientes aún. En el manicomio de mujeres de Ciempozuelos está Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer que casi literalmente 'fabricó' y 'moldeó' a su hija Hildegart, a la que mató porque no respondió a sus expectativas - «lo que he hecho es lo que hace un artista que descubre que se ha equivocado, destruye su obra para empezar de nuevo», dice Aurora en la obra-. La historia de esta mujer se entrecruza con la de Germán, un psiquiatra que vuelve del exilio y acepta un puesto en el citado manicomio para poder tratarla. Almudena Grandes mezcla las historias de un personaje real y un personaje ficticio para realizar su particular retrato de aquellos años; un retrato legítimamente maniqueo y escorado -es una novela, no un libro de Historia-, que pone el foco en aquello que le interesa para justificar su particular punto de vista.
Anna Maria Ricart ha sido la encargada de trasladar el caudal narrativo de Almudena Grandes, 560 páginas, a escena. El resultado es una función de cerca de cuatro horas, en la que se quieren contar muchas historias que no hacen sino entorpecer la columna vertebral de la narración (hay dos o tres escenas alargadas innecesariamente, y alguna de ellas fácilmente prescindible). Lo que funciona en las páginas de una novela no lo hace necesariamente en un escenario.
'La madre de Frankenstein' es, en cualquier caso, un magnífico espectáculo, dirigido con pulso y mucho mimo por Carme Portaceli, que se advierte en detalles como la actitud marcadamente distinta de Aurora según el momento que atraviese, y que se envuelve en un sugerente entorno escénico. Blanca Portillo y Pablo Derqui son dos actores supremos; llenan de verdad cada sílaba y cada gesto para completar una interpretación magnética. El resto del reparto también merece el sobresaliente, en una función de tremenda exigencia actoral.
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