TEATRO
'La gran cacería', el insomnio de Juan Mayorga
FESTIVAL DE OTOÑO
En el marco de la 41ª edición del Festival de Otoño, sube hoy y mañana a las tablas de la Sala Cuarta Pared de Madrid esta potente pieza que firma y dirige el dramaturgo y académico
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«Aspiro a convertir cualquiera de mis obras en un lugar de peligro. El teatro debe ser catástrofe, no significa esto que deba ser terrible, significa que el espectador, cuando salga de una obra, no debe ser el mismo que entró. Como espectador no ... te puede suceder algo más brutal que el hecho de decir ante lo que está sucediendo en el escenario ‘ese personaje soy yo’, aunque ese personaje física o sexualmente no tenga nada que ver con uno», afirma Juan Mayorga. Sin duda, este anhelo que marca la producción del dramaturgo, docente, académico y director de escena, está muy presente en su último montaje, ‘La gran cacería’, que firma y dirige, y llega los días 17 y 18 a las tablas de la Sala Cuarta Pared, en el marco de la 41ª edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid —una cita imprescindible para los amantes de las artes escénicas—, producido por el madrileño Teatro del Barrio.
Cuenta el Premio Princesa de Asturias que la chispa para ‘La gran cacería’ le surgió en una noche de insomnio en un viaje en barco con su familia en el que regresaban de Sicilia. A partir de ahí, años de trabajo para enlazar —y lo consigue de manera magistral— los múltiples escenarios, tiempos y cuestiones que jalonan la obra. Precisamente su protagonista es también un pasajero insomne que en el camarote de una travesía similar a la que realizó Mayorga reflexiona y se interpela, y nos interpela, a modo de ritornelo: «¿Sabemos que nos quita el sueño? ¿De verdad alguien puede dormir tranquilo?». Un interrogante que, explica el dramaturgo madrileño, recobra el que Walter Benjamin —el filósofo alemán es gran referente de Mayorga— lanzó en los oscuros años treinta europeos del pasado siglo en una misiva a un amigo.
El protagonista de ‘La gran cacería’, está leyendo ‘Viaje a Italia’, de Goethe, que le despierta numerosas preguntas: «Goethe no visitó la catedral de Monreale. Lo leí sin darle importancia, pero hoy, después de haber entrado en ese lugar, me resulta incomprensible. ¿Será eso lo que no me deja dormir? Cada noche, la víspera de visitar un sitio, he leído las páginas correspondientes de 'Viaje a Italia', que Goethe publicó 30 años después de su aventura. ¿Quizá sí visitó la catedral y luego lo olvidó? No lo creo. Al partir hacia Italia, una madrugada de septiembre, con pasaporte falso porque no quería ser identificado como el autor de ‘Werther’, su propósito era —al menos eso expone 30 años después— ‘conocerse a sí mismo en relación con los objetos’. Entró en relación con muchos durante aquellos 20 meses decisivos para que su espíritu se transformara, y con su espíritu el de Europa».
La inmigración a Europa, el Mare Nostrum como tumba, atraviesa la obra, pero sin discurso simplificador
Esa Europa a la que hoy llegan miles y miles de inmigrantes huyendo de la miseria y la violencia que asolan sus países y buscando un futuro mejor, que no pocas veces el Viejo Continente les niega. Este asunto atraviesa la obra, con ese Mare Nostrum —como lo llamaron los romanos, nos recuerda el personaje de la pieza—, cuna de una excepcional civilización, pero también hoy tumba de no pocos de esos inmigrantes. Pero Juan Mayorga no propone el tema como un discurso simplificador y meramente asertivo, pues el dramaturgo madrileño nunca cae en el teatro como púlpito, sino que siempre recalca su condición de conflicto. Así lo comprobamos en todas sus obras, como en ‘La lengua en pedazos’, cuya versión cinematográfica, ‘Teresa’, dirigida por Paula Ortiz, llega a los cines este próximo 24 de noviembre.
El personaje de ‘La gran cacería’ evoca varios mosaicos, como los que reflejan el episodio bíblico del arca de Noé, y apunta: «Yahveh dijo a Noé: ‘He hallado que sólo tú eres justo en tu generación. Entra ya en el arca, y todos estos contigo. Luego haré llover sobre la tierra durante 40 días y 40 noches’. Y se rompieron todas las fuentes del gran abismo y las compuertas del cielo se abrieron y descargó la lluvia sobre la tierra 40 días y 40 noches».
Y, sobre todo, rememora el de título homónimo al de la pieza, ubicado en la villa de Casale: «Lo que representa ‘La gran cacería’ es la captura en África y Asia de fieras que luego se exhibirán en los circos del Imperio. ‘La gran cacería’ expresa la potencia de Roma». Y le llama la atención la figura de un hombre que amenaza a otro con un látigo. Y, sobrepasando el tiempo, ese látigo le lleva a acordarse de un momento especialmente siniestro, cuando en los campos de concentración nazis el látigo era llamado ‘el traductor’, pues su lenguaje lo entendían todos.
«¿Sabemos que nos quita el sueño?¿De verdad alguien puede dormir tranquilo?», nos interpela el protagonista de la pieza
Un extraordinario mosaico es esta pieza de Juan Mayorga, por donde aparece también, entre otras alusiones, la dialéctica del amo y el esclavo y el Segismundo de ‘La vida es sueño’, de Calderón de la Barca, autor muy querido por el director del Teatro de la Abadía. En el último tramo de la obra, asistimos al simulacro al que el capitán del navío conmina a los pasajeros, abriéndose nuevas vías en el puzle.
En esta parte, desde el patio de butacas saltan a escena el actor Francisco Reyes y la actriz Ana Lischinsky, que ahora acompañan a Will Keen, sobre quien recae el peso de la representación. Will Keen es un actor británico muy relacionado profesional y personalmente con España y con absoluto dominio de nuestro idioma, que ha trabajado bajo la batuta de Declan Donnellan, Peter Hall, y Michael Attenborough, entre otros grandes directores de la escena actual, y con míticas compañías como la Royal Shakespeare Company. En ‘La gran cacería’, Keen sale más que airoso del reto, con una interpretación en estado de gracia y con numerosos recursos del teatro físico.
La iluminación de Pedro Yagüe, el espacio sonoro de Nacho Bilbao, la escenografía y vestuario de Elisa Sanz contribuyen a un montaje que esperemos se recupere pronto en alguna otra sala para que muchos más espectadores puedan disfrutarlo.
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