'Firmamento': la imaginación que danza desde el pasado
Marcos Morau pone sobre las tablas la biografía cultural del adolescente que fue para crear un homenaje a la naturaleza y al sentido de la imaginación
El Ballet Nacional en otra dimensión
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Crítica de teatro
'Firmamento'
- Idea y dirección Marcos Morau
- Texto Carmina S. Belday y Pablo Gisbert
- Coreografía Marcos Morau e intérpretes
- Dramaturgia Mònica Almirall y Roberto Fratini
- Escenografía Max Glaenzel
- Vestuario Silvia Delagneau
- Iluminación Bernat Jansà
- Intérpretes Àngela Boix, Jon López, Núria Navarra, Lorena Nogal, Marina Rodríguez y Shay Partush
- Lugar Teatro Conde Duque, Madrid
La Veronal vuelve a sumergirnos en un proceso ritual del que es imposible salir indemne. Marcos Morau, en efecto, pone sobre las tablas la biografía cultural del adolescente que fue para crear un homenaje a la naturaleza y al sentido de la imaginación. ... Morau crea el autorretrato de sus gustos y el retrato de una generación que se reivindicó en el anime y en la ciencia ficción como modo de construir toda una educación estética, una sensibilidad. También bucea en esa tierra de nadie que es la adolescencia donde los miedos conviven con los mitos y las pérdidas con los descubrimientos.
Si para David Lynch todo sucede en nuestra cabeza, en 'Firmamento' todo sucede en los ojos y en la mente de una chica que está viendo una película o una representación teatral y donde el ajuste de cuentas entre ficción, fantasía y realidad desembocan en un trauma que atraviesa todas sus visiones. Extraordinarias son las mutaciones del espacio escénico, las coreografías que parecen sacudidas por sucesivas descargas emocionales, el diálogo entre tecnología y búsqueda espiritual. Argumentalmente todo se bifurca, como los senderos de Borges. Dividida en dos partes, la primera actúa como prólogo, como un laboratorio, donde aparece ese niño o abuelo, simbolizado en un muñeco, que va a llevar a cabo un viaje hacia lo alto para reivindicar que todo lo alto está también a ras de tierra. Desde ahí, la gran pantalla da lugar a un nuevo escenario, todo blanco, igualmente mágico, que hace nacer desde el foso los personajes, las referencias o las proyecciones de nuestra imaginación.
A Morau, en 'Firmamento', le gusta crear espacios de una plasticidad pop, le gusta que la danza tenga la pulsión y la extrañeza del subconsciente, crear un espacio sonoro donde la música de Wagner, Strauss, David Bowie o Laurie Anderson dialoguen con la música original de Juan Cristóbal Saavedra. El resultado es una obra hipnótica, tal vez que se recrea demasiado en sí misma, compleja, intensa, escenográficamente sorprendente, donde todo brilla y donde la memoria personal está puesta al servicio de una moral, esa que apunta, para los jóvenes de hoy, aquello que dijo Lewis Carroll: que la imaginación es la única arma en la guerra contra la realidad.
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