El Festival de Otoño de Madrid cumple 40 años
El certamen que dirige Alberto Conejero se ha inaugurado este jueves 10 con 'Falaise', de Baro d'evel
Programa completo del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid

«Es una programación que, por un lado, sirve de homenaje a la propia historia del festival con la presencia de algunos de sus creadores 'históricos' más celebrados y, por otro, nuevos nombres para el presente y futuro de nuestro festival. No quiero destacar aquí ... ningún espectáculo ni compañía porque cada una de las creadoras y cada uno de los creadores que forman parte de esta edición configuran una constelación tan heterogénea como única». Son palabras de Alberto Conejero, director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, que acaba de levantar el telón de una edición muy especial: la número cuarenta, para la que se han preparado cuarenta propuestas. Lejanos quedan ya los días en que Pilar de Yzaguirre y José Luis Ocejo pusieron en marcha un festival que a lo largo de cuatro décadas ha sido punta de lanza de las artes escénicas en España, y que ha presentado a un buen puñado de artistas relevantes del panorama internacional: Leonard Bernstein -protagonista en la edición inaugural de un inolvidable concierto junto a la Orquesta Filarmónica de Viena-, Pina Bausch, Merce Cunningham, John Cage, Peter Brook -que en 1985 trajo a Madrid su monumental 'Mahabharata'-, Bob Wilson, Tadeusz Kantor o vMikhaíl Baryshnikov.
«Durante las tres semanas de duración del festival -continúa Conejero-asistiremos sin solución de continuidad a un crisol de poéticas, lenguas, lenguajes, procedencias, etcétera. Es en la suma de lo diverso que el Festival de Otoño se hace único».
La vocación internacional del certamen, que en esta cuadragésima cita presenta, según palabras de su director, «una edición 'expandida'», se concreta en la procedencia de los espectáculos, que vienen de dieciocho países. Una decena de ellos son estreno en España y una veintena en Madrid (trece municipios acogen este año el festival). Wajdi Mouawad, Gabriel Calderón, Tiago Rodrigues, Christiane Jatahy, tg STAN, Jérôme Bel, Ligia Lewis, Phia Ménard, Baro d'evel o Manuela Infante son algunos de los grandes nombres internacionales que comparten cartel con Pablo Remón, María Velasco, Vanessa Espín, Janet Novás, Nao d'Amores, Julia Nicolau o Carlos Pulpón.
Cuestionar y espolear
«Toda la programación de esta cuadragésima edición -dicen los responsables del festival- da una idea clara de que el teatro, la danza, el circo, el teatro de objetos y títeres o la performance son manifestaciones que no solo nos divierten, entretienen o emocionan, sino que nos cuentan, nos narran, nos relatan, apuntalan nuestra humanidad en un momento de aguda crisis antropocénica. Sobre todo nos cuestionan, nos preguntan, nos espolean. En este sentido, todo lo que sucede en un espacio escénico va más allá de la mera vía consumista y mercantilizada, es de nuevo el ágora donde nos hallamos en presencia de nuestros cuerpos para discutir nuestras ideas, lejos de algoritmos y tendencias, mirando cómo desde la libertad creativa nos podemos reencontrar con el planeta que estamos destruyendo para hacer examen de conciencia».
A lo largo de estas cuatro décadas, han pasado por la dirección del festival los citados Pilar de Yzaguirre y José Luis Ocejo; José María González-Sinde, que en una entrevista con ABC tras ser nombrado dijo gráficamente: «en Madrid no hay grandes teatros, pero con estos bueyes hay que arar»; Isabel González, Agustín Tena, Ignacio Amestoy, Alicia Moreno, Ariel Goldenberg -el que más tiempo estuvo al frente del festival, ya que dirigió dieciséis ediciones-, Carlos Aladro y Carlota Ferrer, que cedió el testigo a Alberto Conejero.
«Cuando estaba preparando estas líneas -dice el director del festival en su presentación- descubrí, por accidente, un poema del poeta ucraniano Adam Zagajewski en el que, una y otra vez, nos pide lo siguiente: 'intenta alabar al mundo herido'. No pude desde entonces olvidarme de ese verso, así que he decidido traerlo aquí, porque creo que su descubrimiento no fue un accidente, sino una suerte de revelación del sentido de nuestro oficio y también de la importancia de un festival de artes escénicas en estos tiempos de tanta incertidumbre. Desde la escena, intentamos alabar a nuestro mundo herido y frágil, y celebramos también su persistencia, su deseo de alegría, el intento de seguir juntos los unos con los otros, aun con todo y pese a todo».
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