El niño que cruzó el Estrecho en los bajos de un camión y se convirtió en actor
Ahmed Younoussi cuenta ahora su historia en '14,4' una obra de Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta estrenada en las Naves del Español, en Matadero Madrid
Sergio Peris-Mencheta: «Soy un jugón, no un intelectual»
![Ahmed Younoussi](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/27/14.4_foto_sergioparra_047-U60534882248qLB-RNANpXWDho3VZTfHD8CqRQM-758x531@diario_abc.jpg)
Ahmed tenía apenas seis años cuando se fue de su casa huyendo del maltrato familiar. Vivió en la calle, en Tánger, y no había cumplido los nueve años cuando cruzó el estrecho escondido en los bajos de un camión. Llegó a Tarifa y de ... ahí se trasladó a Madrid. Aprendió castellano en un año. Estuvo en un centro de menores; un educador llamado Borja evitó su deportación y logró tomarle en acogida. Ahmed tenía 16 años cuando le llamaron para asesorar en el rodaje de un corto inspirado en su historia; al no presentarse el actor protagonista, le ofrecieron a él el papel y lo hizo. En ese rodaje participaba también Sergio Peris-Mencheta, a quien le impresionó la historia de Ahmed; le facilitó una beca para estudiar interpretación con Cristina Rota y le prometió que algún día su historia se contaría en un escenario.
Ese día ha llegado. Las Naves del Español en Matadero acaban de estrenar '14,4' (los kilómetros que separan Marruecos de España), una obra que estará en cartel hasta el 28 de julio, con dramaturgia de Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta (también director de la función, y que actualmente se recupera en un hospital de Los Ángeles después de recibir un trasplante de médula) y el propio Ahmed Younoussi contando su historia.
«A mí no me gusta decir que es mi historia, aunque lo es -dice Ahmed Younoussi-. Pero de alguna manera queremos mostrar a través de ella la de otros chicos y otros chicas, y acercar al público la realidad de estos chavales que vemos en las calles y que, a lo mejor, tanto nos agobian, de los que no comprendemos por qué son así o por qué se comportan como lo hacen. Queremos que la gente tenga un poco más de conocimiento, que pueda entender su comportamiento y a partir de ahí, tal vez, poder adaptar el sistema para educarlos de una manera más eficaz y que puedan integrarse mejor».
![Ahmed Younoussi durante la obra](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/27/14.4_A9A7989(C)VanessaRabade(1)-U21546664685zag-760x427@diario_abc.jpg)
Tras su paso por la escuela de Cristina Rota, a Ahmed Younoussi se le ha podido ver en series como 'La pecera de Eva', 'Rescatando a Sara', 'El príncipe', 'Cuéntame' o 'La unidad', además de en la obra de teatro 'En manos del enemigo, con texto de Alonso de Santos y dirección de Fernando Soto. Ahora, con 35 años, separado y con un hijo de ocho años, se gana la vida como transportista con una furgoneta frigorífica.
Su idea, confiesa, no era venir a Europa. Él solo quería escapar y Europa, Madrid, no era nada más «que un mundo mejor. Cuando no has conocido otra cosa, no tienes la capacidad de analizar lo que es Europa; simplemente piensas que allí vas a estar mejor. Te agarras a ese pensamiento y es tan profundo que al final te juegas la vida; pero jugarte la vida pasa a un segundo plano, lo que quieres es cruzar el estrecho». Hay mucha gente, asegura, que juega con esa desesperación, y por eso «la inmigración se ha convertido en un negocio. Legal. En el que mucha gente se beneficia de él.
«Europa no era nada más que un mundo mejor. Cuando no has conocido otra cosa, no tienes la capacidad de analizar lo que es Europa»
Ahmed Younoussi
Los centros de menores, sigue, son en su mayoría privados. «Son al fin y al cabo un negocio en el que no hay un verdadero afán por recuperar a los chavales e integrarlos en la sociedad. Por supuesto no todos son así. Yo he estado en centros donde hay educadores de diez; la mayoría de los educadores que yo he tenido eran gente con vocación, profesional, con ganas de enseñarte y de reeducarte. Pero tienes que poner de tu parte. Cuando llegué a España, pensé: aquí hay 47 millones de personas, va ser más fácil que yo me adapte a ellas que el que ellas se adapten a mí».
No todos, asegura, lo entienden así. «La cabeza es algo muy difícil de controlar, y no hay hay recursos eficientes que puedan ayudarles a redirigir, a canalizar esa energía negativa, esa agresividad con la que llegan muchos chavales». Una agresividad que viene «del miedo, del rechazo, del sentirse diferente. La sociedad, sin querer, te hace sentirte diferente, y los chavales se agarran a un clavo ardiendo».
![Imagen principal - Ahmed Younoussi](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/27/14.4_A9A7970(C)VanessaRabade-U24776232737LlT-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Ahmed Younoussi](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/27/14.4_A9A8102(C)VanessaRabade-U00650621616Bue-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Ahmed Younoussi](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/27/14.4_A9A7768(C)VanessaRabade-U51408634844Qht-278x329@diario_abc.jpg)
«España es uno de los mejores países del mundo, un país maravilloso -sigue-. Yo no estaría aquí si no fuera por muchos españoles que me han ayudado. Yo no puedo decir que lo que tengo me lo he ganado yo; he recibido mucha ayuda, y yo también la he sabido recibir. He sabido tener paciencia para no elegir el camino más fácil; yo estoy solo aquí, sin familia, y muchas veces me he visto muy mal. Y por el rabillo del ojo ves otras salidas, pero me he dicho: 'venga, hazte autónomo, alquila una furgoneta y ponte a repartir. No ganas lo mismo que vendiendo droga, por ejemplo. Pero a cambio duermes tranquilo y te puedes ganar el respeto de la gente, de la sociedad. Eso para mí es mucho más importante. Yo no he venido a Europa para ganar dinero, no me quiero llevar la plaza de Colón a Tánger. No es mi objetivo. Mi objetivo es vivir».
«He recibido mucha ayuda, y yo también la he sabido recibir. He sabido tener paciencia para no elegir el camino más fácil. No ganas lo mismo que vendiendo droga, por ejemplo. Pero a cambio duermes tranquilo»
Ha hablado Ahmed Younoussi de ayudas. A la cabeza de todos está Borja -ya fallecido-, una persona fundamental sin quien, confiesa, no sería quién es. «Borja es -Ahmed habla en presente- un buen educador con vocación, con mucha experiencia y con un corazón tan grande que los 47 millones que hay en este país entrarían dentro. Básicamente, eso es Borja para mí. Es una eminencia, un ejemplo a seguir. El pilar que, si lo tocas, se derrumba el edificio. Y aunque no está, sigue siendo lo mismo; si hay algo de lo que siempre he estado pendiente es de no flotar, de tener los pies en la tierra, de no olvidar la mierda de la que vine». Y eso, añade, lo aprendió de Borja, al que conoció en el Centro de primera acogida Hortaleza. «Me regaló una vida», concluye.
Lo que le gustaría a Ahmed Younoussi es que el público, después de ver el espectáculo, «se quitara prejuicios, que se dé la oportunidad de repensar y tener capacidad de autocrítica». Le gustaría que reflexionasen y trataran de entender a esos chicos que pueden haber llegado a España escondidos en los bajos de un camión, que llegan tocados, «con el corazón quemado» para los que no sirve un educador simplemente con el título y sin experiencia, sino alguien que haya pasado por lo mismo que ellos. «Más de la mitad de los chavales que vienen quieren currar. Pero lo ven todo tan negro, tan negro, que se juntan con alguien que roba y roban también sin ser unos ladrones. Pero la gente no ve lo que hay detrás. No ve que ese chico siente que le van a mirar mal haga lo que haga, que la policía le va a parar y la gente se va a apartar cuando él llegue; ni que entonces se viene abajo, se queda sin energía y otros se aprovechan de esa debilidad y le llevan con ellos. La gente solo ve a un chaval que a lo mejor le va a robar; no ve que ese chaval puede tener una historia, que puede tener ganas de llamar a su madre, a la que igual lleva quince años sin llamarla yo qué sé por qué».
«Soy un inmigrante de la vida. Soy inmigrante en Madrid, pero también lo soy en Marruecos. Siempre digo que soy hijo del Estrecho»
No quiere dar pena, dice. Él ha salido adelante. Y uno de los períodos que recuerda con una sonrisa en la boca fueron los años que estudió con Cristina Rota. «Me llamó y me dijo que fuera a verla. Estuvimos hablando y de un día para otro me vi en una clase de interpretación, tirado en el suelo, con los ojos cerrados, relajando. Y a partir de ahí, otra etapa. Aprender a relajar, a bailar, a sentir cosas distintas. Y me gustó. Fueron unos años muy chulos en los que rompí muchos estereotipos y muchos prejuicios. Salí siendo más persona y aprendí a comprender y a relacionarme con gente que antes no lo habría ni soñado. La vida me ha educado y ha hecho de mí lo que hoy soy».
Y lo que es, dice sin amargura -no aparece en su discurso en ningún momento-, «un inmigrante de la vida. Soy inmigrante en Madrid, pero también lo soy en Marruecos. Siempre digo que soy hijo del Estrecho. Cuando bajo a Marruecos, como me he integrado tanto aquí, me siento extranjero, un euro andante. Y aquí sigo siendo un inmigrante, un falso español».
Pero esto, añade, lo genera el sistema. Y concluye que «España no es un país racista. Donde más racismo he sentido es en las instituciones, no en la calle. Yo tengo colegas que votan a Vox, y hablo y debato con ellos. España no es un país racista, el problema es que tiene unos cuantos que quieren modificar la movida de este país y eso no es justo. Esas ideas de que vienen a quitarnos el pan, a violar a nuestras mujeres, no sé, esas barbaridades que dicen… No es culpa suya, sino de la sociedad en la que ha mamado. Podríamos decir que es un racismo inconsciente».
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