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ABC Cultural

'Un deu salvatge', el otro clásico de Yasmina Reza

Crítica de teatro

El clásico de Reza invita a la revisión gozosa, aunque el argumento sea conocido: dos parejas de mediana edad se reúnen para resolver pacíficamente un altercado

Yasmina Reza: «Lo que define a un creador es la libertad»

Ivan Benet y Pere Arquillué, en una escena de 'Un deu salvatge' David ruano
Sergi Doria

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Crítica de teatro

'Un dios salvaje'

  • Autora Yasmina Reza
  • Traducción Pablo Macho Otero
  • Dirección Pere Arquillué
  • Escenografía Max Glaenzel
  • Vestuario y caracterización Núria Llunell
  • Iluminación Toni Ubach
  • Intérpretes Pere Arquillué, Laura Conejero, Ivan Benet, Laura Aubert
  • Lugar Teatro Goya, Barcelona

Desde su estreno de 2007 en París 'Un dios salvaje' es, al igual que 'Arte' (1995), la segunda pieza que Yasmina Reza (Nantes, 1959) ha convertido en un clásico de la comedia contemporánea. Dios de la carnicería ('Le dieu du carnage' en el original francés) que encarnaron Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce, Maribel Verdú y Antonio Molero en su estreno madrileño de 2008. En Barcelona se representó en 2010 con Jordi Boixaderas, Roser Camí, Ramon Madaula y Vicenta Ndongo, dirigidos por Tamzin Townsend. El dios de Reza triunfó en Broadway y tuvo adaptación cinematográfica, 'Carnage': Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly y Jodie Foster con la lectura (más cruel) de Roman Polanski.

Quince años después de su estreno barcelonés y en el mismo escenario del teatro Goya, el clásico de Reza invita a la revisión gozosa, aunque el argumento sea conocido: dos parejas de mediana edad se reúnen para resolver pacíficamente un altercado: el hijo de los unos ha roto los dientes al hijo de los otros. El diálogo civilizado que debería culminar con el consabido «pelillos a la mar; ya se sabe, son niños» se va enredando en la dialéctica de la víctima y el victimario: adviene el 'dios salvaje' que resuelve los conflictos según el modelo de John Wayne. Del orgullo herido por los asuntos filiales se pasará a la contienda por las contradicciones conyugales. La débil capa del pseudo progresismo ilustrado deja al descubierto el estado de naturaleza del todos contra todos.

La dirección de Pere Arquillué con la diáfana y luminosa escenografía de Max Glaenzel acrecientan el disfrute de esta batalla en la que el cuarteto actoral rinde tributo al clásico de Reza. Además de director, Arquillué es el abogado sin escrúpulos pegado al móvil que alterna el contencioso filial con otro contencioso por un medicamento de efectos secundarios letales. Laura Aubertinterpreta con vis cómica a la esposa que él llama Sushi. Ivan Benet transita del pacifismo conciliador, pero aparente, a la mala uva. Laura Conejero borda a la pijaprogre políticamente correcta: bajo un humanitarismo hipócrita de oenegé esconde una agresividad tribal. Y el público vuelve a rendir culto al 'dios salvaje' de Yasmina Reza

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