'Cortázar en juego', viaje al laberinto escénico del autor de 'Rayuela'
La Abadía estrena un espectáculo con dramaturgia de José Sanchis Sinisterra y Clara Sanchis, interpretación de ésta y Pablo Rivero, y dirección de Natalia Menéndez
José Sanchis Sinisterra: «En cuanto me descuido, me sale el humor fallero»
![Pablo Rivero y Clara Sanchis](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/17/La-Abadia-CortazarenJuego_-6-RfIevUVd2WbB1ydRb3Rb09K-1200x840@diario_abc.jpg)
Dos piezas de radio-teatro, 'Adiós, Robinsón' y 'Nada a Pehuajó' son la llave que han encontrado José Sanchis Sinisterra y su hija, Clara Sanchis, para entrar en el universo cortazariano -«un laberinto escénico», lo llaman ellos- para crear la dramaturgia de 'Cortázar ... en juego', el espectáculo que presenta el Teatro de La Abadía del 23 de octubre al 7 de noviembre. Lo dirige Natalia Menéndez, y los intérpretes son la propia Clara Sanchis y Pablo Rivero. La escenografía es de Monica Boromello, el vestuario de Laura Ferrón, la iluminación de Pilar Valdelvira y la música y el espacio sonoro de Mariano Marín.
Es «un recorrido humorístico, poético, fantástico, ético, político, filosófico… cortazariano, en fin -dice Sanchis Sinisterra, un apasionado del autor de 'Rayuela', al que ha llevado ya cuatro veces a escena-. Un itinerario secreto donde, quizás, cada espectador encontrará su juego, su trama íntima y diferente. Como nosotros encontramos la nuestra».
Además de las dos piezas de radio-teatro, en el espectáculo se incluyen textos de otras obras del autor: 'Graffiti', 'Casa tomada', 'Rayuela', 'Manual de instrucciones', 'Ocupaciones raras' o 'Papeles Inesperados'.
La dramaturgia, cuenta Natalia Menéndez, presenta a dos locutores radiofónicos en los años setenta. Van a hacer unos programas dramáticos, y el público les va a ver convertirse en los personajes. «Son como dos hermanos, dos niños que juegan a ser otros. Son un hombre y una mujer, pero pude ser una sola persona y pueden ser muchas».
«Estamos en una sociedad sin móviles, que involuciona cuando evoluciona, arte, color, pantalón de campana… -ha escrito la directora del espectáculo- Son los años 70, escuchamos sonidos amenazantes, otros nos remiten al eterno jazz clásico; salpican sonidos de ciudad de antaño, de cuando los semáforos no tenían anidadas las gaviotas. Tal vez interesen ráfagas de emisoras que nos hagan saltar en el tiempo, que nos hagan mudarnos de países, que nos lleven a lugares del inconsciente. El espacio que se crea es sugerente, cambiante y chispeante, junto al vestuario y la luz».
Una lectura dramatizada, 'Música para cronopios', que reunió en Casa América hace unos años a José Sanchis Sinisterra, Clara Sanchis y Natalia Menéndez es el germen de este espectáculo. Los tres se quedaron con ganas de más, pero ha habido que esperar hasta ahora. «Entonces descubrí a un ser maravilloso de la mano de Sanchis, y este espectáculo es una inmersión fascinante para los que no conozcan a Cortázar; es una explosión de lo que es este autor».
Sanchis Sinisterra, uno de los grandes maestros de la dramaturgia española de las últimas décadas, se confiesa un apasionado de Julio Cortázar. «Su irrupción en España fue un terremoto y nos dio oxígeno a mi generación y a las siguientes; pero tengo la sensación de que hay generaciones que no lo conocen». 'Cortázar en juego' muestra, dice el dramaturgo, la teatralidad de la musicalidad, de la poética, del humor, del delirio incluso del autor argentino.
La palabra de Julio Cortázar, coinciden dramaturgos, intérpretes y directora, tiene una gran sensualidad y es de una belleza extraordinaria; el espectáculo, apunta Clara Sanchis, busca esa lado físico. «La palabra baila, tiene color», añade Menéndez. Pero Cortázar fue también un autor, dice Sanchis Sinisterra, «comprometido con todas las causas justas», y eso también se deja ver en escena. «La rebelión está en el arte y en el amor», tercia Natalia Menéndez, que confiesa que «Cortázar se me ha pegado dentro, y a eso hemos jugado en el espectáculo».
«Él habla siempre desde un lugar pacifista, y eso conecta con mi manera de entender la vida -sigue la directora madrileña-; con Cortázar vuelves a confiar en el ser humano».
Según explica Natalia Menéndez, el espectáculo es «una suerte de collage, de muñecas rusas, que desde la ligereza nos llevan a la mayor de las profundidades. Hemos querido jugar con el consciente y el inconsciente, porque Cortázar te provoca abrir, abrir y abrir», pero para ello necesitan espectadores que estén dispuestos a jugar. «Cortázar decía que él escribía para un lector jugador», concluye Sanchis Sinisterra.
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