Un día entre bambalinas en el Ballet Nacional de España
Entre el zapateado y las seguiriyas, los bailarines ensayan 'El sombrero de tres picos' y 'Estampas Flamencas' y se preparan para el estreno de 'Hijo del alba' en los Veranos de la Villa madrileños
![Ensayos de 'Estampas flamencas', interpretado por el Ballet Nacional de España](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Elsombrerodetrespicos_BNE_copy_MercheBurgos-Rw2KOoFIggoI1czKXVh8Y5K-1200x840@abc.jpg)
Matadero Madrid amanece cada día con innumerables batas de cola y mantones en las salas de la sede del Ballet Nacional de España. En sus pasillos, el zapateado retumba a golpe de seguiriyas cuando los bailarines se arrancan a bailar bajo un suelo marcado por ... los clavos de los zapatos. Dentro del aula se respira arte, trabajo y disciplina. Miguel Ángel Corbacho, asistente de dirección, corrige a la compañía algún que otro brazo en las vueltas de pecho antes de ejecutar una vez más los caracoles. Mientras tanto, un grupo de maestros repetidores escucha atentamente frente a los bailarines. El Ballet Nacional de España está a punto de terminar su temporada en los Veranos de la Villa madrileños, que se llenan de danza española desde el 2 hasta el 5 de agosto. En el Centro Cultural Conde Duque a las 22:00 el conjunto bailará 'Estampas Flamencas', de su director Rubén Olmo y el asistente Miguel Ángel Corbacho; 'El sombrero de tres picos' de Antonio Ruiz Soler y un estreno absoluto, 'Hijo del Alba', también de su director, para homenajear a Pablo Picasso en el año del artista.
Hay una gran relación entre las tres obras. La primera, un claro homenaje a Antonio, el bailarín con palos como el zorongo o el martinete, remite al flamenco tradicional, aunque con una puesta en escena actual y atractiva. Genio con carácter, su esencia sigue en el Ballet Nacional de España, tanto, que su director Rubén Olmo y su asistente Miguel Ángel Corbacho quisieron rendirle homenaje con esta pieza. «Antonio Ruiz Soler manejaba todos los estilos de la danza española. Tenía una gran precisión del cuerpo con muchísima fuerza. Nos hemos basado en la estética y en esa fuerza incluyendo un poco los pasos actuales», asegura Olmo.
'Sombrero de tres picos' sí que es una versión de Ruiz Soler y es un clásico que nunca pasa de moda. Fue el mismo Sergei Diaghilev quien encargó a Pablo Picasso la escenografía y el vestuario de este ballet compuesto por Manuel De Falla para sus Ballets Rusos. «Antonio se incorporó a ese carruaje de grandes genios y pensó en hacer una versión de la danza española. En el Año Picasso sentí la responsabilidad de traerlo aquí», añade. Y siguiendo esta línea de homenaje, Rubén Olmo estrena en Conde Duque 'Hijo del Alba', una pieza para honrar la figura y legado del artista: «Siempre me han sugerido mucho los cuadros de Picasso a lo largo de mi carrera, sobre todo sus arlequines». Por eso, fruto de la inspiración tras conocer la obra 'Paulo vestido de arlequín', en la que Picasso representó a su hijo, el director trató de coreografiar los sentimientos, diferencias y contradicciones del hombre y artista a través de un arlequín.
Mientras tanto, las integrantes de la compañía se mueven a compás de seguiriya con los mantones que se entrecruzan por el aula, pero antes entra a escena una pareja de bailarines que se mira firmemente antes de comenzar a entrelazar pasos juntos. Son Inmaculada Salomón y Matías López, primera bailarina y bailarín solista y ambos bailan el zorongo, una pieza de Miguel Ángel Corbacho dentro de 'Estampas flamencas'. «Contamos una historia muy bonita. Habla sobre el amor y cómo al conocer a una persona, ese amor va creciendo y evolucionando», explica Matías. La conexión que hay entre los dos es evidente y se transmite a lo largo de toda la interpretación. «Es un placer bailar con Matías y hay una gran conexión cuando los dos bailamos juntos. Es una pieza que me encanta», añade Salomón. Los caracoles de la obra los interpretan las integrantes del cuerpo de baile de la compañía, como Noelia Ruiz. «Es una suerte poder disfrutar de este número con la bata de cola, espero que vengáis a verlo», afirma entre risas. La malagueña lleva cuatro años en la compañía y en ese tiempo reconoce haber vivido una gran evolución como bailarina: «Cada vez me siento mayor, entonces estoy muy feliz porque soy mayor bailando y eso es un gran regalo».
![Imagen principal - Débora Martínez, Miriam Mendoza y José Manuel Benítez en el 'Sombrero de tres picos'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Elsombrerodetrespicos_bailarines_DboraMartinezyEduardoMartnez_copy_MercheBurgos-U35145615872gtm-758x700@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Débora Martínez, Miriam Mendoza y José Manuel Benítez en el 'Sombrero de tres picos'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Elsombrerodetrespicos_bailarina_MiriamMendoza_copy_MercheBurgos-U32632886363rQq-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Débora Martínez, Miriam Mendoza y José Manuel Benítez en el 'Sombrero de tres picos'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Elsombrerodetrespicos_bailarin_JosManuelBentez_copy_MercheBurgos-U32446368080YZQ-278x329@abc.jpg)
Ya son cuatro años los que lleva Rubén Olmo al frente de la compañía. Cuatro temporadas que no han sido fáciles porque se ha enfrentado a una pandemia, ensayos en casa, el cierre de los teatros y la vuelta poco a poco a la normalidad. «He salvaguardado el repertorio del Ballet Nacional de España, he traído obras contemporáneas y he llamado a coreógrafos jóvenes. En este tiempo nos hemos reinventado completamente», asegura el director. Dirigir una compañía nacional no tiene nada que ver con gestionar un proyecto propio. Por eso, Olmo tiene muy clara su misión: «Debo ofrecer algo que tiene que llegar a todos. No puedo machacar al público. Tengo que hacer diferentes programas, uno con argumentos españoles clásicos, pero estar siempre cerca de la vanguardia».
Mientras España entera estaba encerrada en sus casas, los bailarines no pararon de ensayar. Abrieron los telones al 40, al 50, al 70% hasta volver a llenar los teatros al completo. En este tiempo han dado la vuelta al mundo, dejando huella en el Odeón de Herodes Ático en Atenas, Grecia, en The Tel Aviv Opera de Israel, y en varios teatros de México, Colombia o Dubai. Noelia llegó al mismo tiempo que Rubén y en estos cuatro años, reconoce que la compañía ha crecido exponencialmente: «Ya nos hemos levantado de la pandemia. He visto crecer a mis compañeros cada día y creo que desde que entré son todavía más grandes. Si ya lo eran antes, imagínate ahora».
Hay otras bailarinas que pueden echar la vista aún más atrás, como Inmaculada Salomón. Por su rostro parece una joven recién graduada que entra en la compañía, pero por su madurez artística se intuye un largo recorrido en la casa. Lleva 16 años en el BNE y durante mucho tiempo fue la bailarina más joven. «Yo miro atrás y parece que sea mentira. He estado en tres direcciones diferentes y la compañía ha evolucionado muchísimo», asegura. Entró en calidad de cuerpo de baile, más tarde fue ascendida a solista y desde hace siete años es primera bailarina. «Cuando era una niña que acababa de entrar, tenía esa vergüenza de ver a las figuras que yo admiraba. Ahora lo veo como algo más antiguo, como un baile con más solera», añade emocionada.
La compañía ha cambiado mucho desde entonces. Antes eran muy pocos los jóvenes que entraban en el BNE, ya que estaba formada por gente con mucha más trayectoria. Ahora las cosas son distintas y está llena de jóvenes talentos: «Hay más frescura, siento que la compañía tiene un toque más novedoso». Mientras que Inmaculada Salomón agradece la juventud, Matías López reconoce la importancia de las leyendas. «Agradezco a las personas que ya llevan un recorrido y una trayectoria porque también me complementan a mí de esos años que yo tampoco he podido disfrutar de otras direcciones».
![Marina Bravo y Sou Jung Youn en 'Estampas Flamencas'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Estampasflamencas_bailarines_marinaBravo_SouJungYoun_copy_MercheBurgos-U42660118311SAn-624x600@abc.jpg)
Cada día, la compañía amanece con una clase de ballet necesaria para fortalecer la base de los movimientos de cualquier palo que después vayan a interpretar. Tras un 'grand battement' y un 'rond de jambe' llega el momento de calzarse las botas y los zapatos de tacón, las batas de cola o las castañuelas para comenzar los ensayos. Para algunos bailarines, la rutina es difícil de llevar y en ocasiones puede resultar pesada. Sin embargo, dentro de lo ordinario, se esconde el duende y el arte. «Toda la vida había pagado una entrada para el Ballet Nacional desde fuera, pero cuando entré en la compañía, empecé a ver todos los días ese espectáculo delante de mí. Para mí eso es un privilegio. Aparte de trabajar aquí, veo arte y gente con talento todos los días», asegura Inmaculada. Mientras ella y Matías López ensayan su zorongo, el resto de bailarines admiran los movimientos alrededor de ellos.
A través de los pasillos se escucha el redoble de castañuelas, el piano de una clase de ballet y la guitarra y el cante de quienes ensayan por bulerías en las diferentes aulas del edificio que comparte también con la Compañía Nacional de Danza. «Trabajamos mucho el ballet, que es la madre de la danza y prepara el cuerpo para todas las disciplinas. Después, siempre reforzamos el flamenco, y así todos los registros del folclore español que tenemos, desde la jota, al baile gallego, el castellano...», asegura su director. Si bien es cierto que tocan todos los palos, no pierden de vista el ballet clásico ni la esencia de la escuela bolera.
Una historia con arte y un futuro prometedor
El Ballet Nacional de España está a punto de cumplir 45 años desde su fundación. Para Olmo, una de las señas de identidad de la compañía es la preparación y la técnica. La organización puede hacer una selección para dos plazas sobre 200 bailarines y 400 bailarinas. «Podemos seleccionar lo mejor de lo mejor. Tienen a varios maestros, coreógrafos invitados, pasamos de un programa a otro, de una gira a otra. Esa continuidad hace que el bailarín esté muchísimo más preparado que una persona de fuera que tiene que buscar sus recursos y su vida», añade. El director asegura que el público español ama la danza, aunque es una gran desconocedora de la danza que tienen en España. «Muchos que conforman el público español no saben todavía lo que es la danza española. Por eso estoy implicado en el proyecto de hacer una película documental sobre estos 45 años, para contarle al público qué es el Ballet Nacional de España, cómo se trabaja y qué es la danza española en todos sus registros. El público ama lo que hacemos, pero no sabe realmente lo que es».
![El director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo, en 'Hijo del alba'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/08/01/Hijodelalba_bailarin_RubnOlmo_copy_MercheBurgos-U18513087534qOB-624x600@abc.jpg)
La compañía tiene una gran historia y le augura un buen futuro. Al menos, eso asegura su director. «Tiene que dejarnos todavía grandes obras. Tiene que estar mano a mano con lo que está pasando fuera y creo que siempre ha sido así. Ha sido el corazón de lo que ha pasado fuera y de lo que pasa dentro. Ha sido el latido de la danza española». La danza es, para Olmo, la sanadora de los grandes problemas. «Creo que la danza es una expresión que es fácil para el público. No necesita la palabra. Solamente con la expresión del movimiento podemos liberar muchos problemas. Creo que el público necesita del teatro porque necesita quitarse esos problemas de la cabeza y estar sana». Aunque ahora mismo la danza no vive sus mejores momentos: «Creo que todavía este país no ha posicionado la danza donde debe de estar o donde a mí me gustaría que estuviera. Creo que a todos los países que vamos somos un referente. Somos embajadores de la cultura y de la danza española. Y, bueno, en España todavía eso cuesta»,.
«El BNE tiene un futuro mientras tengamos grandes artistas que sigan naciendo. Gracias a Dios seguimos teniendo una España en la que das una patada y salen 40 grandes artistas. Yo voy a cada ciudad que voy y me encuentro a cada niño de 6, 7, 8 años, que digo, ¡Dios mío, Dios mío, qué miedo!», asegura el director. Su sueño, como el de los bailarines, es que la compañía siga engrandeciéndose para seguir llenando los teatros de arte y duende.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete