Amparo Larrañaga: «La comedia hay que hacerla con disciplina, sin ego ni narcisismo»
La actriz encara la tercera temporada de 'Laponia', una obra escrita por Cristina Clemente y Marc Angelet y dirigida por Tamzin Townsend
Amparo Larrañaga: «Estoy más nerviosa que el día del estreno, porque no me enfrento al público, sino a mí misma»

Los camerinos de los teatros son para los actores una mezcla de hogar y santuario, pero incluso estos lugares se han convertido, en estos tiempos de carteleras fugaces, en algo más parecido a un 'airbnb'. Hay excepciones, y una de ellas es Amparo Larrañaga, ... que se ha hecho fuerte en el camerino del Teatro Maravillas Menéndez como protagonista de una función, 'Laponia', obra de Cristina Clemente y Marc Angelet que acaba de comenzar su tercera temporada. «Es impresionante -se admira la actriz-, porque ahora todo el mundo se cansa enseguida de todo y quiere novedades. Así que es una maravilla empezar una tercera temporada». Lo es, incluso, mantener el mismo elenco que estrenó la función -le acompañan en el escenario Iñaki Miramón, Mar Abascal y Juli Fábregas, bajo la dirección de Tamzin Townsend-. «Ahora no ocurre como antes, que un actor estaba en una función el tiempo que esta durara en cartel».
Habla la obra del reencuentro, tras diez años sin verse, de dos hermanas, Nuria y Mónica. La primera se casó con un finlandés y se fue a Finlandia a vivir. La segunda se ha quedado en su barrio de toda la vida con su novio de toda la vida. «Hay funciones que están tocadas por una varita, que son mágicas, y 'Laponia' lo es. Al público le encanta, siente una gran identificación con los personajes, con las situaciones… Claro, habla al fin y al cabo de una familia, y todos tenemos una. La gente se ríe y se emociona mucho, es una comedia muy inteligente además; dice cosas muy fuertes por debajo, pero los autores han sabido escribirlas con mucha comedia. También gusta la polarización; en este caso se enfrentan por un partido de fútbol, pero la discusión puede ser por política o por cualquier otra cuestión. Y el público se ve reflejado y pasa hora y media estupenda».
Las funciones de 'Laponia' se tuvieron que interrumpir a finales de 2022 por una operación a la que tuvo que someterse Amparo Larrañaga por una insuficiencia mitral severa. «Tenía el corazón bien, el problema era una válvula». Pero desde que regresó a escena, hace año y medio, lo único que ha notado es mejoría. «Estoy mejor que nunca, no me lo podía imaginar. Desde que me operé es como si hubiera rejuvenecido... No me pongo enferma, estoy más activa... Estoy muy contenta». Tiene, claro, riesgos. «Tener una válvula mecánica hace que exista el riesgo de trombos o hemorragias internas. Pero con cautela y cuidado no he dejado de hacer nada. Y me divierto, soy feliz, tengo energía...»
Para mantener una comedia como 'Laponia' fresca como el primer día hace falta algo más que energía. «Disciplina para hacer la comedia como hay que hacerla: sin pasarse, sin egos, sin narcisismo. Hacerla muy bien», dice la actriz.
Saga familiar
Amparo Larrañaga pertenece a una fecunda saga de actores españoles. «Soy tercera generación por parte de padre y cuarta generación por parte de madre», recuerda. Su hermano Luis Merlo también es actor; su otro hermano, Pedro Larrañaga, y el hijo de éste, Pedro, se han decantado por la producción. «Y a mi hijo Ángel también le gusta más ese aspecto del teatro. Mi hermana Paula [hija de hija de Carlos Larrañaga y Ana Escribano] sí quiere ser actriz. Como es tan joven, más que mi hermana parece mi hija, y me hace mucha ilusión».
Y es que poder trabajar en familia es, para Amparo Larrañaga, «una bendición. Es lo más bonito. Claro que hay discusiones, pero nos reímos mucho y lo pasamos muy bien juntos. Cada uno tiene una parcela, nos compaginamos muy bien y nos obedecemos muy bien los unos a los otros. Pedro es el jefe en un sentido; Luis en otro y yo en otro. Nos llevamos de maravilla. Somos los mejores amigos y los mejores compañeros de trabajo».
La prueba de esta compenetración es que coincide con Luis Merlo en que «tenemos una responsabilidad con el público; a mí me sigue asombrando que hoy por hoy, con toda la oferta que hay, porque lo tienen todo, haya gente que salga de su casa y venga al teatro. Nos parece algo tan maravilloso... Por eso respetamos tanto a los espectadores. Les miras, les das las gracias y haces todo lo posible por estar a su altura».
«El público -incide Amparo Larrañaga- es muy listo. Quizás haya algún señor al que ha traído la mujer y que está viendo un partido de fútbol en el móvil pero casi todos los espectadores han venido porque han querido, y valora lo que hacemos; si les haces cómplices se ríen y aplauden, pero no les tomas el pelo. Agradecen mucho sobre todo la hora y media de evasión que les damos, 'hora y media en la que no he pensado en nada y que ha sido de disfrute total', me dicen; y lo agradecen».
«En el teatro falta un relevo generacional. Pero ¿les estamos dando lo que ellos necesitan?... Esa es la pregunta»
Amparo Larrañaga se subió por primera vez a un escenario con 15 años. «Tengo 61, así que llevo 46 años en el teatro... Una burrada». Era el final de los años setenta; las cosas, lógicamente, han cambiado mucho. ¿Dónde nota una mayor diferencia? «En primer lugar, en que la gente iba al teatro. Veías a muchos padres con sus hijos, además. Ahora, no. Ahora los jóvenes tienen otro tipo de entretenimiento; sus ídolos ahora son los youtubers, los tiktokers... Entonces la gente quería ir al teatro, le daba igual si era comedia o drama; ahora, no ahora tiene que ser comedia, porque bastante drama hay fuera».

«Tenemos un diez por ciento del público que es teatrero, que va habitualmente al teatro, el resto es ocasional; viene porque le han contado de la obra, porque han aprovechado una oferta o han recibido un regalo... ¿Sabe que hay muchos jóvenes que venden su bono cultural a sus padres o sus abuelos? En el teatro falta un relevo generacional. Pero ¿les estamos dando lo que ellos necesitan?... Esa es la pregunta. Hay que hacer un teatro para aficionar a la gente joven y para atraerlos. Cuando yo empecé no existía más que TVE, la primera y la segunda cadena, todo lo que había fuera era maravilloso. Ahora la oferta es enorme, y el teatro, aunque esté mucho más barato que hace unos años, es caro. Hay quien no quiere venir al teatro, que prefiere irse de cañas o de compras, pero hay gente que no puede. Hay que pagar la luz, y el teatro no es su primera opción de ocio».
«Hay también una falta de apoyo institucional -sigue Amparo Larrañaga- que sí hay en otros países donde la cultura es como la bandera. Súmele que en la televisión el 99 por ciento es política, y que cuando vas a un programa no vas a hacer una entrevista sino a participar en un 'show'. La cultura ya no es tan popular y, como decía Javier Cercas, hasta que no vuelva a serlo esto no va a funcionar».
Pero el teatro resiste. «Sí, es algo maravilloso; ahí seguimos, con más moral que el Alcoyano. No se hacen las cifras que se hacían antes, pero te vas adaptando, esperando tiempos mejores y dando gracias a que pase un fenómeno como 'Laponia'». Aun así, Amparo Larrañaga se considera una privilegiada. «Absoluta», concluye. «Yo me quedo en el teatro hasta que me echen, hasta que diga: '¡se acabó!' o hasta que la salud me lo impida».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete