La fuerza de una partitura
![Marina Monzó, Ismael Jordi, María José Montiel, Juan Jesús Rodríguez y el coro, en 'Los gavilanes'](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/10/18/Gavilanes1214x-U45236843386VIv-1248x698@abc.jpg)
En una hipotética clasificación de las zarzuelas más populares, 'Los gavilanes' ocuparía seguramente un lugar destacado. Desde su estreno, en diciembre de 1923, en el Teatro de la Zarzuela, forma parte del repertorio de todas las compañías de zarzuela que mantienen viva la llama de ... nuestro género lírico, con mayor o menor fortuna, pero siempre con admirable heroísmo. Sin embargo, la sala donde se estrenó llevaba dos décadas sin llevar a escena la obra de Jacinto Guerrero y José Ramos Martín, autores respectivamente de la música y del libreto.
La Zarzuela la presenta ahora con una producción en la que está al timón Mario Gas, un director que tiene ADN zarzuelero -su padre fue un célebre bajo dedicado al género-, que en su día montó para una de esas compañías aludidas un puñado de títulos y que, más recientemente, ha firmado las puestas en escena de 'Adiós a la bohemia' y 'La tabernera del puerto' -esta última se va a reponer esta temporada, después de que una huelga primero y la pandemia después frustraran su estreno-. Se trata, por tanto, de una vuelta al hogar por parte del director.
Gas asegura que 'Los gavilanes' es básicamente 'una historia de amor y poder'. Cuenta la vuelta a casa, después de más de veinte años, de Juan, que emigró en busca de fortuna. Dejó en su aldea natal -que los autores sitúan en la Provenza francesa- a su gran amor, Adriana, a quien obligaron a casarse por dinero con otro. Juan la encuentra al regresar, y también a la hija de Adriana, Rosaura, y se propone casarse con ella, para lo que salda las deudas de las dos mujeres.
A pesar de la simpleza del libreto -que Mario Gas ha pulido para devolver a los personajes «su encarnadura», según sus propias palabras-, hay en él una trama interesante y bien trenzada y un conflicto universal e intemporal que, no obstante a veces se intuye más que se ve, como las causas que realmente llevan a Juan a obcecarse en casarse con la hija de la que fue su amor.
Pero 'prima la musica e poi le parole' (primero la música y después las palabras), como escribió Salieri. El gran activo de 'Los gavilanes' es su partitura, de una extraordinaria fuerza comunicativa, garra dramática e inspiración. La 'Salida de Juan: 'Mi aldea'', el tango milonga 'El dinero que atesoro', la célebre marcha 'Amigos, siempre amigos' o la romanza del tenor, 'Flor roja', son solo cuatro ejemplos del vigor y la solidez de su música, que Jordi Bernàcer dirige con mimo y equilibrio.
Y precisamente Mario Gas ha creado su puesta en escena al servicio de la música, sin entrar en dramaturgias paralelas ni circunloquios que distraigan de su principal objeto: hacer brillar la partitura. Su montaje es 'clásico', preocupado tanto por mover bien al coro -con una importante participación en esta obra- como por contar bien el relato y a sus protagonistas.
Para ello cuenta con el magisterio de Ezio Frigerio (escenografía), Franca Squarciapino (vestuario) y Vinicio Cheli (iluminación), que han creado un espacio pictórico dominado por el cubismo (desarrollado en los años en que se compuso la obra), con bellísimos fondos proyectados que recuerdan a Juan Gris o a George Braque.
La producción de la Zarzuela cuenta con un reparto excepcional, que encabezan Juan Jesús Rodríguez, un Juan lleno de autoridad tanto en su canto como en su presencia; María José Montiel (Adriana), de voz hermosa, llena y envolvente; e Ismael Jordi (Gustavo), Marina Monzó (Rosaura), líricos y expresivos ambos. Mario Gas ha confiado los dos papeles cómicos a dos excelentes actores, Lander Iglesias y Esteve Ferrer, que con sus intervenciones marcan la diferencia interpretativa en escena.
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