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Cosas del «cabrito western»

«Amores perros», la impresionante película de Alejandro González Iñárritu escrita por Guillermo Arriaga, puede inscribirse en el «cine de frontera»

Cosas del «cabrito western»

Con la brillante y barroca «Sed de mal» (1958) Orson Welles, además de firmar una de las mejores películas de la historia, escribía la página más deslumbrante del llamado cine de frontera, de esa que se extiende, porosa, desde Tijuana a Matamoros y que separa a los EE UU. de su vecino sureño. O viceversa, como quieran. Un exquisito drama psicológico de altísimos vuelos, con interpretaciones magistrales a cargo de Charlton Heston, Janet Leigh o el propio Welles, y acta fundacional de un género que ha ido dejando perlas de mayor o menor calidad pero siempre interesantes por eso que guardan: El desarrollo de una cultura de mezcla de realidades que transitan a lo largo de una línea tan delimitadora en lo geográfico como bidireccional e interactiva en lo anímico.

Pero el mayor descollo de este tipo de cine se produjo en los ochenta con producciones privadas entroncadas en lo que se llamó el «cabrito western», que sustituía a forajidos, malhechores, colonos, indios y vaqueros por contrabandistas, braceros, traficantes y «espaldas mojadas», estos últimos tema recurrente en películas alimentadas por los famosos «corridos» como «Tres veces mojado» (dirigida por Enrique Franco en 1989), basada en la letra de una canción de los míticos Tigres del Norte.

A pesar de estar rodados con cuatro pesos, ideas de serie B y, eso sí, muchas ganas, filmes como «Pistoleros famosos» de José Loza, «Lola la trailera», de Raúl Fernández o «El traficante», de José Luis Urquieta, hicieron las delicias de millones de espectadores, especialmente de mexicanos afincados en los Estados Unidos, entregados a la causa del culto. La calidad no era su fuerte, pero aún así sentaron las bases del gran estallido que se produjo después, con el estreno de películas de flujo interfronterizo como la delirante «Cachitos Picantes» (Alfonso Arau, 2000), en la que intervienen Woody Allen, David Schiwmmer o Sharon Stone, «Crash» (Paul Haggis, ganadora de tres Óscar en 2004) o «Babel» (2006, premio al mejor director en Cannes, Globo de Oro, candidata a seis Óscar y ganadora de uno a la mejor banda sonora), la tercera entrega de la «Trilogía de la muerte» de Alejandro González Iñárritu (las otras dos son «Amores perros» y «21 gramos»), con guión de Guillermo Arriaga, que un año antes firmó el de la sorprendente y bellísima «Los tres entierros de Melquíades Estrada», dirigida, producida e interpretada por Tommy Lee Jones.

Por cierto que Arriaga presentó el pasado año, ya en calidad de director y tras romper relación profesional con Iñárritu, «The Burning Plain» (con Charlize Theron, Joaquim de Almeida y la resucitada Kim Bassinger), la que va a ser primera parte de una trilogía de frontera. Hay mucha vida en ese desierto.

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