«Tengo la obligación de transmitir a los jóvenes todo lo que me han enseñado»
Josep Maria Flotats presenta en el teatro María Guerrero su producción de «El juego del amor y del azar», de Marivaux
Cuando Xavier Albertí llegó a la dirección del Teatre Nacional de Catalunya , una de sus primeras acciones fue llamar a Josep Maria Flotats , el primer director de esa institución, de la que fue destituido hace diecisiete años con un gran ruido mediático. Albertí quería que Flotats estuviera presente en su primera temporada como director, y después de acordar el título -«El juego del amor y del azar», de Pierre de Marivaux- pidió tres meses de ensayos. Es significatico para entender la forma que tiene Flotats de entender el teatro, hecho siempre con dedicación y gusto por el detalle.
Esta producción de « El juego del amor y del azar », que llega ahora al teatro María Guerrero, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional , se estrenó en el Teatre Nacional de Catalunya en abril. Cuenta con la escenografía de Ezio Frigerio y el vestuario de Franca Squarciapino («además de estar entre los mejores del mundo, son ideales para el dieciocho francés», dice Flotats), además de las luces de Albert Faura . Mauro Armiño , habitual colaborador desde hace años del director catalán, ha realizado la traducción.
El reparto está compuesto por Enric Cambray, Álex Casanovas, Rubèn de Eguia, Guillem Gefaell, Vicky Luengo, Bernat Quintana y Mar Ulldemolins. «Quería montar esta obra con gente joven, con una generación de actores que no hubieran tenido la oportunidad de trabajar este repertorio», explicó Flotats. El único que «desentona» es Álex Casanovas. «Hace más de veinticinco años hice en Barcelona "El despertar de la primavera", y él hacía de adolescente; ahora hace de padre».
En la presentación del espectáculo, relató Flotats que el texto de «El juego del amor y del azar» estaba en los primeros ejercicios que hizo en la escuela de Estrasburgo. «En la Comédie-Française se considera que los actores que hacen a Marivaux son los más dúctiles, porque son los que pueden pasar de la comedia a la tragedia más fácilmente». Este autor francés, que vivió entre 1688 y 1763, «posee el lenguaje más culto y la expresión dramática más exquisita».
La obra es una comedia de enredo, en la que dos jóvenes, prometidos por sus padres sin ellos conocerse, deciden hacerse pasar por sus respectivos criados para así poder observar a su futuro esposo. «Es el juego de máscaras y el juego de la mentira -explica Flotats-. En Marivaux, el lenguaje es siempre el protagonista, y con las palabras los personajes dicen casi siempre lo contrario de lo que sienten. Una especie de muñecas rusas. Eso, para los actores, es un ejercicio dificilísimo, ya que lo que les pido es que interpreten algo distinto de lo que sus personajes piensan; que muestren a la muñeca de dentro pero sin dejar de ver la muñeca de fuera. Y me siento muy contento y orgulloso de los actores que tengo. Es una generación muy espabilada, muy despierta y con mucho talento, además de con una gran disponibilidad».
«Monto esta obra por enamoramiento -añade Flotats-, y no pretendo crear nada nuevo. Sé de dónde vengo, y además lo reivindico. El montaje es clásico, y a veces se usa esta palabra de un modo despectivo. ¿Pero acaso Rostropovich, cuando interpreta las "Suites" de Bach, no lo hace de forma clásica?»
Al contar con actores jóvenes, Josep Maria Flotats ha querido ejercer de transmisor de una tradición que él aprendió de sus mayores. «Es algo que echo mucho de menos en España. Para un actor, es muy difícil mantener su instrumento afinfado si no lo trabajan continuadamente. Yo creo que soy capaz, y además es mi obligación , de transmitir lo que me han enseñado».
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