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Diez frases imborrables del teatro universal
De «Hamlet» a «Don Juan Tenorio», encontramos en las obras teatrales sentencias que han traspasado las tablas
Actualizado: GuardarDe «Hamlet» a «Don Juan Tenorio», encontramos en las obras teatrales sentencias que han traspasado las tablas
12345678910«Ser o no ser, ésa es la cuestión« («Hamlet»)
Laurence Olivier, uno de los más grandes actores de la historia, como Hamlet - ABC «To be or not to be, that is the question» («Ser o no ser, ésa es la cuestión»). Ésta es, probablemente, la frase más célebre de la historia del teatro. La pronuncia Hamlet, el Príncipe de Dinamarca, en su monólogo de la primera escena del tercer acto en la tragedia escrita por William Shakespeare. Los montajes clásicos solían representarle con una calavera en la mano, y el soliloquio (en la traducción que hizo Leandro Fernández de Moratín) continuaba así: «Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar».
«Mi reino por un caballo» («Ricardo III»)
Kevin Spacey, en un reciente montaje de «Ricardo III» - abc En los últimos años del siglo XVI se cree que William Shakespeare escribió «Vida y muerte de Ricardo III», la última pieza de la tetralogía sobre la historia de Inglaterra. Después de Hamlet, es la obra más larga de Shakespeare. En la Cuarta escena del Quinto acto, el Rey Ricardo III se encuentra el la batalla del campo de Bosworth y ha sido descabalgado. Desesperado, y en el fragor de la lucha, llora desconsoladamente: «A horse, a horse, my kingdom for a horse» («Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo»)
«¿No es cierto, ángel de amor...?» («Don Juan Tenorio»)
Luis Merlo y Bárbara Lluch, en la escena del sofá de «Don Juan Tenorio» - ABC El Tenorio, obra escrita por José Zorrilla en 1844, es uno de los textos teatrales españoles que mejor conoce el público; no es difícil encontrarse en sus representaciones a espectadores musitando los diálogos de la obra; no en vano es, junto con «La venganza de Don Mendo», la función más representada por los grupos de teatro aficionado. Hay a lo largo de la obra varias escenas con frases popularísimas -«¡Cuan gritan estos malditos!», «Yo a los palacios subí», «Clamé al cielo y no me oyó»-, pero sin duda es la escena del sofá, cuando Don Juan seduce a Doña Inés después de haberla raptado del convento, la más célebre: «¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, / que en esta apartada orilla / más pura la luna brilla / y se respira mejor?»
«El honor es patrimonio del alma...» («El alcalde de Zalamea»)
Joaquín Notario y Eva Rufo, en «El alcalde de Zalamea» - ABC Lope de Vega y Calderón de la Barca son los dos pilares fundamentales del teatro clásico español, y hay en ellas pensamientos, sentencias y frases muy significativas y de una gran profundidad. «El alcalde de Zalamea», que Calderón escribió en 1636, es un drama donde el honor se alza como columna vertebral, y es el que guía el comportamiento de Pedro Crespo, el protagonista de la obra, que no duda en enfrentarse al poder para defender su honra, con este célebre parlamento: «Al rey la hacienda y la vida / se ha de dar, pero el honor / es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios».
«¡Si te pasas es peor!» («La venganza de Don Mendo»)
Javier Veiga y Laura Domínguez, en «La venganza de Don Mendo») - ABC Estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1928, «La venganza de Don Mendo», de Pedro Muñoz Seca, es uno de los textos más populares del teatro español -se encuentra entre las cuatro obras más representadas-. Representante del género del astracán, parodia las tragedias del Siglo de Oro; está escrita en verso, y contiene divertidísimas rimas y ripias, como la célebre explicación que Don Mendo hace a Magdalena del juego de las siete y media: «un juego vil / que no hay que jugarle a ciegas, / pues juegas cien veces, mil... / y de las mil, ves febril / que o te pasas o no llegas. / y el no llegar da dolor, / pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor. / Mas ¡ay de ti si te pasas! / ¡Si te pasas es peor!»
Si nos pincháis, ¿no sangramos? ) «El mercader de Venecia»)
Al Pacino, como Shylock en «El mercader de Venecia» - ABC William Shakespeare está únanimemente considerado como el más grande dramaturgo de la historia. Sus piezas son radiografías de la condición humana escritas con una bellísima poesía. En «El mercader de Venecia», obra publicada en 1600, el protagonista es Shylock, un viejo comerciante y usurero judío; un hombre resentido y cruel que no duda en querer cobrarse en carne humana una deuda. El monólogo de Shylock es el fragmento más célebre de la obra: «If you prick us, do we not bleed? If you tickle us, do we not laugh? If you poison us, do we not die? And if you wrong us, shall we not revenge?» («Si nos pinchan, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenan, no morimos? Y si nos ofenden, no nos vengaremos?»).
«¿Qué es la vida? Una ilusión» («La vida es sueño»)
Blanca Portillo, en «La vida es sueño» - ÁNGEL DE ANTONIO Pedro Calderón de la Barca estrenó en 1635 «La vida es sueño», uno de los grandes monumentos del teatro universal. La libertad del individuo frente al destino impuesto es la inspiración de la historia, en la que el príncipe Segismundo ha sido encerrado en una torre desde niño por su padre, temeroso éste de un vaticinio que predecía que sería un rey tirano. En su encierro, Segismundo destila una profunda filosofía en versos que son enormemente populares. Especialmente los del monólogo con que concluye la jornada segunda: «¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son».
«¡Qué largo me lo fiáis!» («El burlador de Sevilla»)
Carlos Hipólito y Elisa Matilla, en una escena de «El burlador de Sevilla») - ABC Antes que Zorrilla, Tirso de Molina se fijó en el mito de Don Juan y escribió «El burlador de Sevilla» entre 1612 y 1625. Además de conquistador y libertino, Don Juan es un hombre descreído y se mofa de las amenazas que recibe por su actitud, que ha de ser castigada a su muerte. A lo largo de la obra repite la frase «¡Qué largo me lo fiáis!» para reirse de ese hipotética comparecencia ante la Justicia divina.
«¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor» («Fuenteovejuna»)
Vladimir Cruz, en el montaje de Mefisto Teatro de «Fuenteovejuna» - ABC «Fuenteovejuna», de Lope de Vega, se público en 1618, y está basada en hechos reales ocurridos en la localidad cordobesa de Fuente Obejuna. Obra con un asunto tremendamente revolucionario para la época, narra el levantamiento de todo un pueblo contra la tiranía del poder, representado en la figura del Comendador. De nuevo el honor, cuestión capital en nuestro Siglo de Oro, es el motor de la reacción popular. Asesinado el Comendador por sus abusos hacia Laurencia, la enamorada de Frondoso, llega al pueblo para esclarecer los hechos un Juez: «¿Quién mató al comendador? / Fuenteovejuna... ¡señor! / Y ¿quién es Fuenteovejuna? / ¡Todos a una!»
«Nadie es tan joven que no se pueda morir mañana» («La Celestina»)
Nuria Espert, como la protagonista de «La Celestina» - ABC «La Celestina», escrita por Fernando de Rojas (hay dos versiones, una de 1499 y otra de 1502), está considerada como la primera gran obra del teatro español. Habla de los amores de Calisto y Melibea, y la intermediación de una vieja alcahueta llamada Celestina. Intrigante, amoral y ambiciosa, la anciana lanza a lo largo de la obra varias andanadas de sabiduría popular; la más famosa es la frase «Nadie es tan joven que no se pueda morir mañana, ni tan viejo que no pueda vivir un día más».