la escena imposible
'Seinfeld', tocarse delante de mamá
Estrenada en 1989, descubriremos en esta serie una redefinición del concepto clásico de comedia en televisión
'Arrested Development', el incesto, qué risas
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Una comedia sobre nada
Una escena entre Jerry Seinfeld y George Constanza (Jason Alexander), perteneciente a la tercera temporada de la serie 'Seinfeld', recrea en la pantalla (en una secuencia de metaficción) el momento en el que Jerry Seinfeld y Larry David dieron con la idea de ... escribir un «show sobre nada». «Todo el mundo hace programas sobre algo, nosotros haremos uno sobre nada». Seinfeld, un cómico de una cierta popularidad (ya era un habitual en el 'Tonight show' de Johnny Carson) y Larry David, un cómico de nula repercusión (había trabajado tres años para 'Saturday Night Live' y sólo consiguió ver en antena uno de sus sketchs), apostaron por expandir la 'sitcom' televisiva a territorios más peligrosos, trastocando sus mismas reglas.
Estrenada por la NBC el 5 de julio de 1989 y finalizada nueve temporadas más tarde el 4 de mayo de 1998, en 'Seinfeld' descubriremos una redefinición (casi un rechazo, salvo en lo formal) del concepto clásico de comedia en televisión. Y no firmaron una sitcom sobre nada, sino más bien, como admitió el propio Jerry Seinfeld, «sobre los espacios que hay entre la vida»: las interacciones rutinarias, automáticas entre seres humanos de nuestra sociedad occidental de consumo (occidental, capitalista, posmoderna, de clase media e individualista).
Éxito total
A pesar de ser rechazada en su debut por el director de programación de la NBC, Brandon Tartikoff, por ser «demasiado judía, demasiado Nueva York», 'Seinfeld' se convirtió en la líder de audiencia no sólo en su emisión regular sino en las redifusiones. Su última temporada fue seguida por 21 millones de espectadores de media y su último episodio, por 75 millones. Así, la publicidad llegó a pagarse a un millón por minuto y dos en el episodio final y sus actores eran de los mejor remunerados en el negocio. 'TV Guide', la guía de televisión más leída en EE.UU., la nombró la mejor serie de la historia. Esperemos que no sea porque Frank Constanza, padre de George Constanza, la leía compulsivamente, como se comprueba en el capítulo 'El indio'.
'Sitcosmos' de cuatro personajes
Uno: Jerry Seinfeld es el único personaje de la serie (aparte de algún cameo ocasional como Bette Midler o Raquel Welch) que es un alter ego donde alguien se interpreta a 'un' sí mismo. Dos: George Constanza (Jason Alexander): no extrañe que miserable sea sinónimo de «mezquino» y que una de las acepciones de «mezquino» sea «pequeño, mínimo». Tres: Elaine Benes (Julia Louis Dreyfus): una Single American Working Woman. Otro ejemplo del individualismo de consumo: la enlaza con una tradición de mujeres de los ochenta ('Armas de mujer', 'Acoso', 'Atracción fatal'...). Cuatro: Cosmo Kramer: una figura infantil, busterkeatoniana. Su sexualidad es preadolescente, torpe y animal. Por tanto, en un capítulo trata de librarse de ella con la ayuda de un cura ortodoxo griego.
La escena imposible
A Constanza lo pilla su madre tocándose en el hospital. Así de claro. En un análisis de la autora Barbara Ching se remarca que «en lugar de reemplazar la estructura sentimental, feliz y familiar de la 'sitcom' tradicional de EE.UU., 'Seinfeld' coloca a sus personajes en un estado de perpetua adolescencia. Así, la masturbación juega un papel importantísimo en la serie y [hace] que con estos personajes adolescentes nos riamos más fácilmente. La adultez es demasiado seria». Constanza es un adolescente basado en Larry David que funciona como contrapunto inútil al resto: por ejemplo, a pesar de que sabemos que todos se masturban, sólo es a él al que le pillan. Querría ser un adolescente exitoso como Jerry, pero no puede.
'No hugging, no learning'
En cuanto a la moralidad de la serie, Jerry Seinfeld y Larry David lo sabían desde el principio: su lema en las sesiones de escritura del guión era 'No hugging, no learning' ('No abrazarse, no aprender'). Esta regla se mantuvo sus nueve temporadas: ninguno de sus personajes debería moverse por otra motivación que sí mismos. Mientras que la resolución de muchas de las tramas de otras sitcoms dependían del apoyo mutuo, en las múltiples tramas concurrentes de 'Seinfeld' no existe una escena en la que los personajes pierdan la oportunidad de acuchillarse. Con su máscara hiperreflexiva (heredada de los monólogos de Jerry Seinfeld, basados en las pequeñas incidencias de cualquier vida posmodernizada de clase media), los protagonistas jamás aprenden (se mantienen siempre iguales, base de la comedia serial), jamás piensan (adolescentes perpetuos), jamás abrazan (a las constantes referencias durante la serie a la masturbación y los métodos anticonceptivos, se une la presentación de los niños y preadolescentes como algo peligroso y asqueroso) y, sobre todo, jamás tienen remordimientos.
No podemos olvidarnos que la serie comenzó con Ronald Reagan en el poder y continuó con George H. Bush y Clinton, unos años que pasaron del neoliberalismo salvaje del exactor, al descreimiento grunge y de la generación X del arranque de los noventa y a la superchería sexual que inundó los últimos años de Clinton. Lo raro: que semejante retrato depredador fuese tan, tan masivo.
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