Los secretos de Cáceres
Pasajes del XXI
El autor visita la capital de las más hermosas –y menos conocidas– provincias de España
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![El lado oriental de la muralla de Cáceres al anochecer](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/19/caceres-R1tKkslirOpKT1Bi0pJ7qRP-1200x840@diario_abc.jpg)
Discurrir por el pasado con la intensidad de los sueños
Walter Benjamin, Libro de los pasajes
A veces no es necesario irse muy lejos. Apenas ha pasado una hora desde que el viajero salió de su casa, conduciendo su coche, cuando el paisaje que se ... deja ver al otro lado del cristal de la ventanilla lo sobrecoge y estremece. Las dehesas que se van sucediendo, a lo largo de la planicie que se extiende entre la autovía y las lejanas cumbres aún nevadas, son un estallido de verdor, un festín plateado de agua que desborda las charcas y las lagunas, los riachuelos y los regatos. Cuando llega al padre Tajo, pasado Navalmoral de la Mata, lo ve arrogante y crecido, como hacía tiempo que no bajaba. Los dos hongos blancos de la central de Almaraz le recuerdan que, en medio de esa naturaleza exuberante, al pie del puerto de Miravete y en los confines del parque de Monfragüe, la industria humana sigue extrayendo del corazón de la materia la fuerza primordial para alumbrar, mover y llevar hasta los últimos extremos sus proyectos y afanes.
Si esa estampa esmeralda, la pujanza de vida primaveral de una de las más hermosas –y menos conocidas– provincias de España, lo remueve y renueva a uno, no es menos intensa ni deslumbrante la imagen que varias horas después, a la dudosa luz del anochecer, se le ofrece desde la atalaya –tampoco tan conocida y celebrada como debiera– que domina el lienzo este de la vieja muralla de Al Qazeres, hoy la ciudad de Cáceres.
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A veces uno va a los sitios y cuando vuelve se pregunta si de verdad existían razones para emprender el viaje. No es este el caso, y no sólo por la belleza de la ciudad milenaria. A Cáceres viene uno para consumar algunos reencuentros, con las aulas de dos de los institutos capitalinos, el Brocense y el Al Qazeres –precisamente–. También con las del Zurbarán, de Navalmoral de la Mata, al que irá el día siguiente. Como le recordará aquí uno de los profesores –que ya lo recibió en su primera visita, hace más de veinte años–, aunque los alumnos de hoy son los hijos de los de entonces, el brillo en sus miradas es el mismo, a despecho de redes y pantallas. En los tres centros acertarán sus anfitriones, por caminos distintos, a hacerle ejercitar el músculo de la emoción, acaso la única empresa que justifica los días.
Ahora, ante la ciudad iluminada sobre la que cae sin prisa una noche acribillada de estrellas —en la antigua Cáceres aún se divisan las constelaciones—, la emoción es de otro tipo: la que tiene que ver con el conocimiento profundo y sugerente, del que puede beneficiarse el viajero gracias a la sabiduría y la gentileza de Javier Sellers, director del consorcio Cáceres Histórico, que oficia de guía en un recorrido por los secretos de la ciudad.
El primero es un lugar que no presenta un especial valor defensivo, ni tiene un río grande próximo, ni ninguna otra de las ventajas que en el curso de la Historia han determinado el emplazamiento de núcleos de población, registra una presencia humana ininterrumpida desde tiempo inmemorial; desde mucho antes de la Norba Cesarina romana —de la que probablemente deriva su nombre— y de la alcazaba islámica levantada después sobre ella. En la cueva de Maltravieso, que no sólo pertenece al término municipal de Cáceres –el más extenso de España, con más de 1.700 kilómetros cuadrados–, sino al casco urbano, hay vestigios, incluidas varias pinturas rupestres, de que allí vivieron seres humanos hace más de 66.000 años, según se desprende de las últimas dataciones. Lo que, ahí es nada, haría de Cáceres el núcleo de población con más prolongada historia de cuantos continúan siéndolo hoy en todo el continente europeo.
![Un rincón del casco antiguo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/19/caceres2-U35411628846hcQ-760x427@diario_abc.jpg)
La razón de que ya aquellos remotos ancestros la eligieran como su hogar tiene que ver con su peculiaridad geológica: una gran formación caliza, en medio de un terreno más pobre, donde el agua se acumula y crea un depósito natural con rebosaderos que garantizaban el suministro constante a los habitantes de la población. Como nos dice gráficamente Sellers, los humanos se establecen, y se mantienen, allí donde tienen para comer, beber y vivir. Y en el privilegiado asentamiento que ocupa Cáceres, gracias al agua y a la multitud de oquedades excavadas por ella en la piedra caliza, nunca hubo escasez de esas tres cosas.
En el recorrido que tras esa primera explicación hacemos ya al amparo de la noche queda suficiente testimonio de cómo los cacereños de todos los tiempos se sirvieron de sus ventajas. Lo hay en la Fuente Concejo, la más importante de la ciudad, que se sitúa extramuros y que data del siglo XV, pero también en el aljibe situado bajo la Torre de los Pozos, al pie de la muralla, que se alimenta de la emergencia de las aguas subterráneas. Sus más de siete metros de profundidad explican la existencia de la propia Torre, del siglo XII y de construcción almohade. Durante un tiempo se creyó vinculada a un par de pozos cuyas bocas se divisaban en superficie, hasta que unas excavaciones, a raíz del derribo de una casa adosada a la muralla, descubrieron no sólo el aljibe, sino las escaleras y el camino fortificado que conducían a él desde el interior de la ciudadela. Quienes se encerrasen para resistir en ella no debían preocuparse por hacer la aguada.
Viejos palacios
Tras atravesar el perímetro defensivo por el Arco del Cristo, se nos brinda la ocasión de subir a la propia torre, desde la que se tiene una vista extraordinaria de la ciudad. Sigue un paseo por esas callejas empedradas y silenciosas de la vieja Cáceres, por las que no hace mucho han pasado los tronos de Semana Santa. Como mucho, se cruza uno con algún vecino que pasea al perro o un par de jóvenes que conversan sentados en una plaza.
Aunque no sea la primera vez que la ve, el viajero no puede dejar de admirar el espectáculo del tiempo detenido en esas esquinas, ya sea bajo la noche clara que acoge este paseo, ya bajo la niebla de la mañana en la que la ha recorrido en otras ocasiones. Se ha hecho un gran esfuerzo de recuperación de los palacios que se apiñan dentro de las murallas, para museos y otros usos, pero aún quedan edificios que esperan su restauración y con ella su revalorización como lo que son: vestigios de una historia que muy pocos tienen, y a los que otros, si los tuvieran, les darían mucho más lustre y proyección. En esa dirección, por fortuna, apuntan hitos recientes como el museo de arte contemporáneo de Helga de Alvear o la próxima llegada de la colección Helena Folch-Rusiñol, procedente de la fundación La Fontana, que ha optado por Cáceres como el mejor destino para sus piezas.
Al otro lado de la muralla tenemos la ocasión de apreciar otra vista de la ciudad desde la Torre del Horno. Además de las estrellas que salpican el firmamento, se recrea uno con la cúpula del palacio de los Toledo-Moctezuma, que ha recuperado no hace mucho su blancura original, y que debe su nombre a la familia nobiliaria descendiente de Juan Cano Saavedra, compañero de Cortés en la conquista de México y casado con una de las hijas de Moctezuma, la princesa Tecuixpo, después bautizada como Isabel de Moctezuma, con la que tuvo cinco hijos. Un hermano de Tecuixpo, Tlacahuepantzin Yochualicahuacatzin, bautizado como Pedro de Moctezuma, sería antepasado en línea directa de Francisco José Girón, II duque de Ahumada y fundador de la Guardia Civil. No deja de ser digno de notarse cómo la cúpula blanca que destaca sobre el casco antiguo cacereño y el cuerpo armado que vela desde hace dos siglos por la seguridad de los españoles dan fe del viaje inverso que sucedió a la conquista.
![El retablo de la iglesia de Santiago, iniciado por Berruguete](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/19/caceres3-U10035051821DDe-760x427@diario_abc.jpg)
En lo alto de la torre sale la cuestión de la mina de litio, que al calor de la revolución del coche eléctrico se pretende explotar en un monte adyacente a la ciudad. Entre los cacereños de la partida se palpa una actitud resignada: si es negocio, se acabará haciendo, y arduo será impedirlo. La cuestión es si se acertará a extraer esa riqueza sin perjudicar las otras muchas que Cáceres atesora, empezando por su patrimonio cultural e histórico.
La noche acaba en la iglesia de Santiago, que podemos ver gracias a la amabilidad de Eloy, hermano mayor de la cofradía que procesiona los pasos que allí se albergan. Pocos lo saben, pero también es en Cáceres donde tiene su origen esa orden, creada para proteger a los peregrinos bajo los auspicios de los reyes leoneses. Fueron monjes guerreros obligados a abandonar la ciudad tras su reconquista por las huestes almohades los que se juramentaron para cumplir con esa misión. Un secreto más de los que guarda Cáceres, el más antiguo poblado de Europa.
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